Doce disparos, cero aciertos, game over. El Granada CF desperdició hasta una docena de intentos sobre el arco de Iraizoz y no perdió, aunque el punto logrado ayer en Los Cármenes frente al Athletic Club supiese a poco en la previa. Los de Abel Resino volvieron a pecar de falta de acierto de cara a puerta. Si en el primer partido del toledano en el banquillo rojiblanco gozaron de un cien por cien de efectividad -anotaron dos dianas en su único par de tiros entre los tres palos ante el RC Deportivo de La Coruña-, ello parece ahora un mero espejismo. La imagen no fue tan agradable como en anteriores citas, mas el final del duelo -donde los locales acorralaron a los leones con uno menos- deja la sensación de que los de las franjas horizontales fueron los que estuvieron más cerca del triunfo.

Los instantes postreros, no obstante, no son suficientes para describir lo que fueron los 90 reglamentarios. Y es que si alguno de los contendientes pudo irse al asueto con ventaja, ese fue el que portaba los colores de la ikurriña en su casaca. El destino estuvo a punto de mostrar su rostro más cruel a los hinchas rojiblancos. Pero el balón de uno de los que fueron sus mitos se fue al palo. A pesar de ello, Mikel Rico mejoró las últimas obras que había representado en el pasto granadino como visitante.

El cuadro granadinista acabó con nueve hombres y medio sobre el campo. Únicamente la casta de Piti, que envió un esférico al poste cojo tras sufrir una lesión muscular y forzar su quinta amarilla para recuperarse, evitó que los suyos terminasen con dos jugadores menos que su rival. Antes, una fogosa y evitable acción de Insúa ya había provocado su despedida anticipada. Las 25 llegadas al área enemiga, los cuatro saques de esquina y el empuje final no fueron suficiente para doblegar a un Athletic que, eso sí, chutó a la madera en dos ocasiones y dio gran sensación de peligro con sus ataques. El punto logrado no sacia el extremo apetito de un Granada CF que estuvo cerca de ganar, pero también de perder.