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Los guerreros de la bruma

  • La afición vuelve a volcarse con el equipo y le brinda un recibimiento espectacular con humo y bengalas de color rojo

En torno a las 19:30 horas de ayer, la Calle Pintor Manuel Maldonado se sumió en el Londres más profundo. Como si de una historia de Sherlock Holmes se tratase, una neblina inundó todos los rincones de la zona aledaña al Nuevo Los Cármenes y, de entre la densidad humana surgió como un titán el autobús que transportaba al Granada CF. La estampa recordaba a la del sábado pasado, pero magnificada por los 180 los minutos que al equipo rojiblanco le restaban para estar en Primera antes del pitido inicial de anoche.

Más granadinismo, más rojiblanco, más euforia, pero menos violencia. No había la tensión de la necesidad de remontar, como la que se respiraba ante el Celta. La de ayer no era la madre de las batallas, era el primer escarceo ante la contienda definitiva que se vivirá en el Martínez Valero. Es el motivo por el que el ambientazo que recibió ayer a los guerreros granadinistas tenía el mismo efecto motivador, pero sin el punto de amedrentamiento del duelo precedente.

Más de una veintena de bengalas, botes de humo y miles de bufandas al aire llenaron de sueños y pasión el Zaidín. Los futbolistas, desde el auto colectivo, mostraban menos euforia, concienciados de que ayer era más importante la cabeza y la serenidad. El rival se las traía.

El calor reinante, unido a alguna que otra copa de más, hizo que alguno de los aficionados se pasara de listo. Tanto que uno fue detenido. Un joven seguidor rojiblanco al que la Policía Nacional apresó por ir indocumentado y lanzarle objetos a las fuerzas de orden público. Pese a los esfuerzos del presidente Quique Pina y del secretario Pedro González Segura por reconducir la situación, fue la única nota discordante de la fiesta de los seguidores del Granada.

El alcohol corrió de lo lindo. ¿No se podía hacer botellón sólo en la zona del Hipercor? Pues en estos días, Los Cármenes parecen la Fiesta de la Primavera. Grupos de jóvenes y menos jóvenes, lo más pudientes con sus cubatas de whisky o similares y los que no tienen el bolsillo tan ágil, con simples litronas o botellas de tinto de verano.

Las autoridades del orden tenían cosas más importantes que cubrir, nada menos que la seguridad. Ni los coches aparcados sobre la acera corrían riesgo de multa. Tampoco la reventa, que funcionó hasta última hora. El precio en los fondos rondaba los 60 euros en los fondos una hora antes del choque y por otras zonas de la grada del estadio granadino se pedía hasta 150.

El dispositivo de control mejoró al del pasado sábado. Se quiso evitar a toda costa el 'choque' entre la afición del Granada y el autocar del Elche, que fue desviado para entrar por la puerta de servicio aledaña a las taquillas del fondo norte. Iba todo perfecto hasta que el conductor se retrasó. La marea rojiblanca se trasladó al lugar por donde estaba el equipo ilicitano y, sin saberlo, se lo encontró de bruces. No se tiraron objetos ni hubo altercados, sólo los insultos y cortes de manga correspondientes. Los futbolistas del conjunto alicantino simplemente se reían.

También hubo gran expectación por las últimas entradas que se pusieron a la venta, las que dejaron sin dueño los socios que no pasaron a retirar las que les correspondían. En total, según fuentes no oficiales de la entidad rojiblanca, tan sólo salieron a taquilla 80. Poquísimas en relación a la enorme cola que se registraba. Se quedaron sin poder entrar al campo, como mínimo, 2.000 personas. ¿Más motivos para ampliar el campo? La frustración fue evidente en muchos de ellos, que aguantaron en la fila todo el día para al final nada. Es injusto que tantos granadinos que quedasen sin ver este espectáculo. Un consejo para el próximo año: háganse socios.

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