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El oro que jamás se imaginó

  • Carmen Barea formó parte del éxito que protagonizó la selección española de hockey en Barcelona'92

Enero de 1992. A seis meses vista del comienzo de la más importante competición deportiva jamás celebrada en España, los Juegos de Barcelona, la malagueña Carmen Barea se encontraba en Cuba, junto a sus compañeras de la selección española de hockey, poniéndose a punto para la cita de la ciudad Condal. Entonces, comenzaba a respirarse un aroma de optimismo entre las jugadoras, aunque nadie podía pensar cómo iba a acabar aquella experiencia. El 7 de agosto de ese año, la malagueña culminó uno de los grandes éxitos en la historia del deporte español. Una medalla de oro que nadie esperaba.

La selección femenina de hockey asistía por primera vez, y en calidad de anfitriona, a unos Juegos Olímpicos. Sin ningún bagaje histórico, las chicas tuteladas por José Manuel Brasa se presentaban en el primer partido ante Alemania con una confianza inusual para unas debutantes olímpicas. "Recuerdo que cuando estaba en la formación, con mis compañeras, escuchando el himno nacional, me entraron unos nervios que no había tenido jamás", manifiesta Carmen Barea, que también fue olímpica en Atlanta 1996 y en Sidney 2000, año en el que decidió poner punto y final a su carrera profesional.

Después de una preparación espartana, el equipo llegó al inicio de la competición con dos valores fundamentales, que llevaron a las chicas de oro a lo más alto del deporte mundial: "Nosotras logramos aquel triunfo porque físicamente estábamos mejor que nadie, tras una larga preparación, y gracias a la unión que había en ese vestuario. Todas dejamos nuestros trabajos o los estudios para centrarnos en la cita de Barcelona".

Tras empatar en la primera jornada ante Alemania (2-2) y vencer frente a Canadá (3-1), imperaba la victoria en el último choque de la fase de grupos. El premio era estar en las semifinales. Un botín muy importante, aunque "nos veíamos capaces de todo", comenta la malagueña. Sería contra Australia, la gran favorita para el oro, el rival para entrar en la lucha por las medallas. Un gol de Silvia Manrique fue suficiente. Las españolas comenzaron a escribir su historia dorada.

La fiesta de las semifinales tuvo a la selección de Corea del Sur como invitada de excepción. "Fue un encuentro muy difícil. Las coreanas se parecían mucho a nosotras y estaban muy bien en el plano físico", asevera Carmen Barea, cuyo nombre fue protagonista al final de la segunda parte de la prórroga: "Tuve la suerte de marcar el gol de la victoria. Fue un penalti córner y yo era la tercera en lanzar. Cuando tuve que tirar, me dije que tenía que entrar como fuese".

Quedaba un sólo eslabón por escalar. La ilusión era máxima y todos los focos comenzaron a iluminar la vida de aquellas chicas. El 7 de agosto de 1992, en Tarrasa, España lucharía por la medalla de oro frente a Alemania. "Todo estaba preparado para que consiguiésemos la victoria. Parece que los astros se alinearon". Tras adelantarse en el marcador, con un gol de Carmen Barea, las jugadoras nacionales sufrieron el empate teutón. Sin embargo, todos los meses de preparación y elevada ilusión, provocaron que, de nuevo en el tiempo adicional, un tanto de doble penalti hizo que aquellas 16 jugadoras viviesen el mejor momento de sus carreras. Allí estaba Carmen Barea, que 20 años después, recuerda como si fuese ayer aquel verano en el que formó parte de aquel oro para la historia.

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