Granada cf

La primera crisis de la temporada ha madrugado

  • Fabri desvela con su exabrupto que una parte del vestuario está podrida · El entrenador no puede obviar su parte de culpa, ni los mandamases meter a todos en el mismo saco

Cuando Fabri se sentó en la sala de prensa del Carlos Belmonte el pasado sábado y desnudó sin contención las miserias que turbaban su ánimo, el entrenador gallego estaba diciendo muchas cosas, además de aquello de los egos, la profesionalidad, el ridículo y demás, que si sonó a algo, fue a exageración y desmesura. El gallego rompió en cuatro minutos una regla propia, hasta ahora inquebrantable, la de defender públicamente a su vestuario por encima de todas las cosas, como siempre ha hecho desde que está en Granada. Si algo denota su comparecencia es que una parte del ideal de bloque que ha de anidar en cualquier caseta con aspiraciones de cumplir sus objetivos está podrida. Y eso, apenas tres fechas después de iniciarse el campeonato, es una bomba de relojería de consecuencias inescrutables.

l OLVIDÓ LA AUTOCRÍTICA

Pero al lucense se le olvidó una cosa para que la escenificación de su enfado fuera completa: las referencias a su propia responsabilidad en el asunto. Alguna vez se le ha escuchado (por ejemplo el día del Valladolid) un discurso autocrítico, aunque no es lo normal. Si Fabri advirtió al minuto 25 que Orellana y Calvo no estaban jugando pese a que hubiera dos tipos con sus camisetas en el césped, debió haberlos mandado a la ducha en ese instante. El entrenador por el momento no ha encontrado un esquema definido y ni mucho menos un once tipo. No ha logrado que su equipo tenga seguridad defensiva, ni potencia creativa, ni tampoco producción ofensiva. Si los llamados a que todo eso se consiga no están, el técnico está obligado a mirar en su vestuario y buscar sustitutos, que los tiene en una plantilla tan extensa como la rojiblanca. Idear planes alternativos, hasta que se consiga mejorar. Esa es su obligación, tiene elementos suficientes para cambiar la dinámica y no dispone de mucho tiempo.

l JUSTICIA

Cordero y Pina harán de polis malos esta semana y bajarán al vestuario para dar un zapatazo global. No solo es un ejercicio saludable, sino que se antoja imprescindible de cara al socio, algo que los actuales gerifaltes del club siempre intentan cuidar, aunque no siempre lo consigan. Como moralina colectiva está bien dar un toque de atención, pero a buen seguro surtiría más efecto y sería mucho más justo que los mandamases metieran las cabras en el corral sólo a aquellos que, a su juicio, lo merecen. A nadie nos gustaba ser reprendidos en clase por culpa de algún compañero que había hecho una trastada logrando pasar inadvertida su autoría. El castigo colectivo, si lo que existe es un problema focalizado, sólo puede traer malas consecuencias y enrarecer aún más el ambiente de un vestuario que, según se adivina desde el exterior, no está sano.

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