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Un silbato humillante y humeante (2-1)

  • La actuación de Álvarez Izquierdo, expulsando a Colunga y El Arabi, manda al traste un partido en el que el Granada tenía el control El Levante remonta en apenas seis minutos Oier regala el tanto del empate

El periplo del Granada en Primera División está cada vez más cerca de acabar. En cuatro temporadas en la máxima categoría una cosa ha quedado clara: el factor suerte es fundamental. Al club rojiblanco le ha acompañado en mayor o menos medida en este transcurso por la Liga de las Estrellas. Siempre había tres equipos peores a los que, encima, la diosa Fortuna les dejó de lado. Esa angustia que sufrían los otros las tres últimas campañas, esta la está padeciendo el Granada. Perdió ante el Levante, el partido que obligatoriamente tenía que ganar. Y lo hizo rodeado de unas circunstancias que mentalmente van a hundir al equipo. A dos minutos del final ganaba por 0-1 y terminó siendo remontado por un equipo entrenado por Lucas Alcaraz, que además no hizo absolutamente nada para llevarse los tres puntos. 

¿Cómo se pasó del sueño a la pesadilla en un santiamén? Porque uno de los peores árbitros de la Primera División española sentó cátedra sobre cómo condicionar un partido: Álvarez Izquierdo. Levante y Granada acabaron con diez y nueve jugadores respectivamente. Primero echó a Colunga por una falta que siempre se resuelve con amarilla por mucho que fuera alevosa. Ni siquiera fue dura. Sólo paró un ataque en el centro del campo. Quedaba más de un cuarto de hora. Poco después largó a la calle por una riña a Ramis y El Arabi, que se soltaron una serie de recaditos que, tal y como estaba el partido, podían resolverse con una amonestación para cada uno. Diez minutos por delante. Y todo esto sin contar conque en el primer minuto debió expulsar a David Navarro, al que mostró amarilla por una falta sobre Colunga mucho más clara y peligrosa que por la que luego más tarde expulsó al asturiano.

 

Así acaba desconcertado cualquier equipo. Los fallos que luego se sucedieron en el Granada no fueron más que una consecuencia  del cómo dejó el árbitro la defensa del equipo rojiblanco, hecha jirones y con vías de agua por todos lados que el trabajo colectivo se encargaba de tapar. Con esos nervios, Oier, que ya había tenido varias malas salidas y al que no tiraron con peligro ninguna vez en el Levante, salió a donde no debía a despejar un saque de banda flojo y que Foulquier habría despejado. Con los puños le dejó la pelota a Camarasa que, encima, desde fuera del área y entre una nube de jugadores logró embocar el empate. Dos minutos para el final. Con el partido muriendo en tablas, Barral llevó la zozobra al Granada. Nyom se quedó enganchado y rompió el fuera de juego con el que el ariete gaditano ajustició a Oier y al Granada en esta Primera División.

 

Todo lo que pasó antes de la remontada del Levante no tuvo nada que ver. El partido mereció llevárselo el Granada, tanto por planteamiento como por situaciones de control. Puede que los valencianos tuvieran la pelota más tiempo, pero no tuvieron ideas ni juego para desbordar a un Granada defensivamente impecable y demasiado timorato en ataque, donde no pudo sentenciar. Es más, el equipo de Abel tuvo más ocasiones claras que su rival. Hasta antes de la sucesión de expulsiones mereció el segundo. Primero en un tiro de Lass que acabó en córner y luego en una contra en la que el guineano se la dio a El Arabi para que este chutara ajustado al palo y Mariño enviara a córner. ¿Alguna ocasión destacable del Levante? Un centro de Rubén García en el que Oier le quitó el balón de las botas a Kalu Uche. C'est fini. Ya está.

 

El Granada empezó sin complejos pese a las bajas. En los minutos iniciales los rojiblancos tomaron el mando posicional, con una presión alta cerca del marco de Mariño que dio frutos muy pronto. En el primer minuto, amén de que Álvarez Izquierdo le perdonó la amarilla a David Navarro en una falta a Colunga, Javi Márquez, al saque de esta, le puso un balón perfecto a El Arabi para que rematara de primeras ante el portero local, que se sacó de la manga una palomita salvadora. Poco después llegó el 0-1.

De nuevo un saque de falta medido de Márquez lo remató El Arabi en el segundo palo y la pelota golpeó en la mano de Camarasa. Penalti de libro y el ariete marroquí, adentro con la pelota engañando a Mariño. De la grada a marcar (0-1). 

 

El tempranero tanto de El Arabi puso el partido al Granada donde tantas veces ha querido, sobre todo en la era Caparrós (esa sombra alargadísima...). Los rojiblancos estaban por delante en el marcador y con espacios para contragolpear. El equipo dio un paso atrás lo que quedaba de primera parte pero le bastó para no padecer situaciones de gol flagrantes. En ataque faltó más presencia, querer un poquito más tener la pelota y algo de fortuna en las pocas ocasiones que se tuvieron. Mainz y Babin trataron de secar a Barral, aunque hacer eso con el gaditano es muy difícil, siempre le basta con muy poco para ganarse la vida y explotar sus oportunidades. El primer remate a la portería de Oier fue suyo, cuando el Levante se apresuró a sacar una falta que le llegó a este, quien en pugna con Mainz chutó alto. Antes del descanso, en el 43', los de Lucas Alcaraz chutaron por primera vez entre los tres palos. Fue Camarasa quien le pegó duro pero sin ángulo para la atajada del arquero vasco del Granada.

Sin sufrimientos, 0-1. La segunda iba por el mismo derrotero, hasta que Álvarez Izquierdo quiso ser protagonista de esta crónica. También lo será cuando se escriba la del descenso.

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