Granada-elche

Esto sólo pasa en Graná (0-0)

  • El Granada falla otra pena máxima, en dos ocasiones, en la última acción del choque y se estrella dos veces con los palos. El empate sin goles deja un sabor amargo, pero da opciones.

Solamente ocurren estas cosas en Granada. Es nuestro sino y nadie parece poder cambiarlo. Habrá que lograrlo en el Martínez Valero, pese a que ayer se tuvo en la mano haber obtenido un mejor resultado que el empate sin goles con el que finalizó el partido, que tampoco es malo. El sino del Granada es sufrir lo indecible para obtener cualquier ascenso. Así ocurrió para rescatar la Segunda B y también para alcanzar la Segunda A. Así pasará también con el ascenso que todos esperamos desde hace 35 años. Pase lo que pase este play off se recordará por los penaltis que el Granada no supo marcar. Ayer la pifió en la última jugada del partido y esta vez por partida doble, pues el colegiado hizo reptir el primer disparo de Abel, que se había quedado Jaime. La repetición siguió el mismo curso, para desesperación de una hinchada que había sufrido en el segundo tiempo con sendos disparos a los palos, que bien pudieron haber sido otros dos goles. Dani volvió a pedírselo, pero Abel no lo dejó tirarlo.

 

A una primera parte ramplona siguió una segunda vibrante y preñada de momentos claves que, por poco, no se materializaron en goles. Dos buenas noticias arrojó la ida de la final: el hecho de no recibir goles y el regreso al campo de Geijo, que pese a estar sin ritmo y tocado del hombro, provocó un penalti y envió un chut al palo en los 25 minutos de los que dispuso. Hizo mucho más que Ighalo en 65'.

 

A nadie sorprendió Fabri cuando apostó de inicio por el mismo once de gladiadores que pasó de forma épica la eliminatoria ante el Celta. Había que salir con todo, con la versión más ofensiva de las posibles, y eso fue lo que hizo el gallego, que apostó por Collantes para perforar el perfil derecho y le encomendó a Mikel la tarea de apagar todos los fuegos que pudiera por delante de la zaga. Además, parecía que como arma psicológica más que otra cosa, Geijo se colocó su casaca con el 22 y se sentó en el banquillo.

 

El guión más optimista establecía un inicio potente del Granada y al menos un gol antes del descanso, que sirviera para calmar la ansiedad. Por supuesto, la otra consigna para los noventa minutos era irrenunciable y se diría que trascendental: mantener el arco propio a salvo de goles. La primera de las premisas no pudo cumplirse y de hecho el equipo rojiblanco solo gozó de una ocasión clara en el primer acto, en las botas de Dani Benítez. El Elche también tuvo solo una, más clara si cabe, que Roberto desbarató ante Xumetra.

 

La ansiedad se apoderó de los rojiblancos en el primer tramo del partido, que fue muy distinto al arranque ante el Celta (en aquella ocasión había que remontar) o incluso al choque de Liga frente al Elche. Pese a tener la pelota, faltó claridad y hubo muchas imprecisiones en las acciones ofensivas. Falló la conexión con Ighalo, muy lejos del área y siempre de espaldas al marco. Benítez, Orellana y Collantes tardaron en aparecer y se mostraron poco efectivos y muy ansiosos. Tampoco en las acciones a balón parado parecìan estar finos los de Fabri, que en el primer cuarto del choque desperdiciaron varios saques de esquina y alguna falta lejana, deficientemente botadas.

 

Ighalo y Collantes fueron los primeros en probar suerte al poco de comenzar, con sendos disparos (1' y 5') que sirvieron para mostrar qué equipo estaba obligado a atacar más. Respondió el Elche a través de Mantecón desde lejos. Sería uno de los pocos intentos para batir al arquero gallego, casi todos con tiros lejanos.

 

Quizá fue el cansancio tras la batalla del sábado, o el hecho de que la eliminatoria dura 180 minutos y había que dosificar. El caso es que el ritmo fue muy inferior a lo esperado. El Granada se topó en el primer acto contra el orden ilicitano, que planteó una defensa adelantada, bien armada y que tapó muy bien las subidas de Nyom y de Siqueira por los flancos.

 

El último cuarto de hora del primer tiempo sirvió para que el Granada intensificara sus intentos (centro de Orellana que acabó en córner, disparo de Collantes repelido por Jaime en dos tiempos y tiro fuera de Dani) y para que llegaran las dos únicas ocasiones claras, una por bando. En el 35' Benítez condujo una contra hasta el área, pero su duro zurdazo fue rechazado por Jaime. En la siguiente acción se heló la sangre de la grada, cuando Xumetra recibió solo en el área y se plantó ante Roberto, que mantuvo el tipo y desbarató la gran ocasión para los de Bordalás.

 

Otra cosa fue el segundo tiempo, que es cuando de veras pudo desnivelarse la balanza con contundencia. El Elche dio un pasito más hacia atrás y apenas salió de su parcela durante todo el periodo, jugando con el tiempo y apelando a que su rival se desesperara con el paso de los minutos.

Cinco minutos se habían jugado cuando Geijo saltó a calentar, para que el estadio se cayera abajo. Fue como el detonante que se necesitaba para creer en que se podía encarrilar la eliminatoria, después de la regulera primera parte. Los acercamientos peligrosos comenzaron a llegar ante un Elche al que cada vez le duraba menos la pelota en su poder y que nunca se complicaba. Si tenía que depejar veinte balones a la grada, lo hacía.

Dani se llenó de balón en el 51' con mucho a su favor. El balear estuvo ayer especialmente fallón en la suerte final y se le vio muy ansioso por anotar. Respondió Cristóbal, un espejismo, pues apenas se acercó más el cuadro ilicitano. Llegó entonces una de las mejores, en la cabeza de Orellana. Tras un gran centro de Ighalo, el chileno la echó fuera con la testa, cuando lo más fácil era superar a Jaime (58'). Respondió el Elche con un chut de Albacar que creó problemas a Roberto, tras un no despeje de Collantes.

 

La salida de Geijo, amén de hacer volcar la grada, supuso mucho para el Granada. Tenía que funcionar alguna de las conexiones habituales, y así ocurrió en el 77', cuando Abel dio uno de sus pases de dibujos animados para que el suizo se plantara solo ante Jaime, al que superó. No ocurrió así con el palo, que escupió su disparo. Seis minutos después el propio Abel estrelló otro chutazo en el larguero. El rechace fue hecho gol por Collantes, aunque el colegiado estimó que controló con la mano. Con el Elche encerrado, parecía que la mala fortuna no podía ir a más. Se entró en el alargue con la sensación de que la suerte estaba echada, pero un último balón a la olla fue controlado por Geijo, quien cayó claramente trabado por un zaguero. Lo quiso tirar Dani, y también Orellana, pero Abel impuso galones y se la quedó. Su primer chut, a la derecha de Jaime, fue para el portero, pero Pino Zamorano consideró que se debía repetir. Abel persistió en su idea de chutarlo, cambió de lado... y de nuevo Jaime apareció. Ver para creer. Pero nadie dijo que fuera a ser fácil...

 

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