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Los suplentes de oro, el secreto de España

"Sólo pueden jugar 11 de 23". Con esa frase, en apariencia común, Juan Mata reflejó el tremendo potencial que tiene la selección española, que dispone de todo un elenco de suplentes de oro.

No es fácil explicar a la prensa extranjera cómo es posible que futbolistas como Mata, Cesc Fábregas, Víctor Valdés o Fernando Llorente, estrellas indiscutibles en sus respectivos equipos, ocupen lugar en un banquillo. Pero eso es lo que sucede en la selección española, que no encuentra minutos suficientes para satisfacer a todos los componentes de una generación jamás vista en el país.

"Mi objetivo es jugar lo máximo posible. Hay mucha competencia y sólo pueden jugar 11 jugadores de 23. Siempre hay que apoyar. Jugando o no jugando. Todos queremos lo mismo: ganar con España la Eurocopa", resumió Mata.

El jugador del Chelsea es un buen ejemplo de la paradoja en la que se maneja un futbolista que fue pieza determinante en el actual campeón de Europa de clubes y que en la selección española lucha por arañar algunos minutos de juego. "Allí (Chelsea) he jugado muchos minutos y me he sentido un jugador muy importante. Aquí hay gente que lleva mucho tiempo y que se ha ganado un estatus. En mi cabeza sólo está seguir trabajando para jugar el máximo posible y nada más", afirma.

Otro caso interesante es el de Pedro. Titular en la final del último Mundial, tuvo que pelear hasta el final de temporada por entrar en la lista de 23 jugadores. "Me encuentro bien de forma y eso es bueno para mí. Luego el míster debe decidir si estoy para aportar. Hay que estar al cien por cien para cuando elija", declaró. No es nada sencillo entrar en un equipo que viene funcionando como un reloj en los últimos cuatro años. "Tenemos los mejores jugadores del mundo", razonó Pedro.

Así pues, lo único que pueden hacer los suplentes es esperar la oportunidad y aprovecharla. Es lo que hizo Jordi Alba, por ejemplo. Vicente del Bosque lo probó hace dos años como sustituto de Capdevila y lo convenció. Puede considerarse nuevo titular.

Otro ejemplo es el de David Silva. Si el jugador del Manchester City afirmó hace unos meses que no sentía "la confianza" de Del Bosque, el seleccionador supo apreciar su porfía y ahora le define como el Messi español. Otro nuevo titular. Pero la entrada de Silva en el equipo también supuso todo un revés para Cesc Fábregas, quien todavía tiene una deuda pendiente con una selección en la que nunca rindió al mismo nivel que en sus clubes.

En la recámara también permanece Santi Cazorla, el líder de un Málaga al que llevó a la Liga de Campeones por primera vez en su historia. Cazorla siempre contó con el aprecio de Del Bosque, pero futbolistas como Iniesta o Silva bloquearon su paso a la titularidad.

En otro lugar se sitúa Víctor Valdés. Adelantó a Pepe Reina en la rotación de porteros, pero no pudo seguir avanzando en el escalafón porque Iker Casillas es inaccesible en estos momentos. Tanto por sus prestaciones en el campo como por su peso en una selección de la que es capitán.

Lo curioso es la aparente placidez que transmite un vestuario con tantos gallos. "Hasta que no desterramos los egos no fuimos campeones", dijo el ex seleccionador español Luis Aragonés a Marca. Efectivamente, ese parece ser uno de los grandes secretos del éxito de la selección española. Del Bosque siempre acreditó fama de excelente gestor de grupos, y por el momento sigue funcionando. Al menos, mientras la victoria permanezca como compañera de viaje.

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