Tribuna Económica

gumersindo ruiz

Andalucía y Lutero

Este año se cumplen 500 de la revolución luterana, cuando Martín Lutero presuntamente clava -el hecho no está probado- en la puerta de la iglesia de Wittenberg (este de Alemania), 95 propuestas e invectivas contra la iglesia católica y sus representantes. Las repercusiones de este movimiento no son sólo religiosas sino morales, con efectos políticos y económicos que nos marcarán para siempre. Se ha llegado incluso a comparar cierto clientelismo político de los gobiernos a través del gasto público con el ataque de Lutero a las indulgencias que vendía la Iglesia.

Estos saltos en el tiempo y la búsqueda de coincidencias son exagerados, pero es cierto que los principios luteranos de responsabilidad individual y social calaron de manera profunda en Alemania y el norte de Europa, dando lugar a sentimientos que favorecen la austeridad y el ahorro, pero también sobre el valor de la economía real frente a la especulativa, y contra la inversión financiera como un fin en sí mismo. Podría decirse que la aversión al peso de lo financiero en una economía es actualmente más clara en Alemania que en otros países, y que los alemanes no quieren acciones bursátiles para sus pensiones, sino una rentabilidad razonable y fija para sus ahorros. Por otra parte, no hay que confundir la ética redistributiva de Lutero con la justificación calvinista del beneficio sin más, expuesta en 1904 por Max Weber para Estados Unidos. En la tradición puramente luterana está la semilla del estado del bienestar y las políticas redistributivas que, como tantas cosas, forman parte ya de casi cualquier ideario político.

En Andalucía el protestantismo se extiende entre la clase culta y humanista, pero no progresa por tres motivos; uno, la implacable y organizada persecución de la Inquisición, tras la confiscación de 450 biblias en Sevilla en 1552; otro, el seguimiento de Erasmo por parte de los humanistas, quien también quiere la reforma de la Iglesia, pero sin la contundencia y brutalidad de Lutero. Y un tercer motivo es que la relación personal con Dios se ve en Andalucía y en España, en contraste con Europa, como un iluminismo y misticismo que debería hacer a los individuos independientes de los poderes políticos y religiosos. También éstos son eliminados porque no hay que olvidar que los herejes fueron tratados como traidores al Estado.

Tendría poco sentido establecer relaciones entre la evolución secular de la economía y la moral de los países y sacar conclusiones para una política social y económica, pues tendemos a analizar los hechos con una visión histórica, descuidando las transformaciones que están ocurriendo ante nuestros ojos y que son las que marcan el futuro. Alguna discusión reciente en la Unión Europea se ha querido simplificar de esta forma, como un enfrentamiento entre la austeridad, el ahorro, la previsión, el emprendimiento, la responsabilidad y el esfuerzo, frente a sus contrarios; pero al menos en Europa, pese a todo, cobra fuerza una nueva moral de integrar un espíritu de respeto a las individualidades, con una conciencia de la necesidad de intervenir para neutralizar las consecuencias injustas de la globalización sobre algunas regiones.

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