Economía

"Arte y vino de Jerez son una fusión prácticamente perfecta"

  • La empresaria y coleccionista repasa las claves del éxito de la firma bodeguera, proyecto que aúna vino y pintura en su firme apuesta por la diferenciación y la máxima calidad

La presidenta de Bodegas Tradición, Helena Rivero López de Carrizosa, fue la protagonista ayer de una nueva edición de los Desayunos Informativos organizados por Grupo Joly, con el patrocinio de Banco Santander, celebrada en el Museo del Enganche de la Real Escuela de Arte Ecuestre. Un foro al que acudieron más de 350 personas del mundo económico, social, cultural, eclesiástico, político y del vino de la provincia. Helena Rivero fue presentada por el director de Diario de Jerez, Rafael Navas, quien destacó de ella "la tradición y la modernidad, buen gusto y sencillez, formación académica y autodidacta, trabajo infatigable y amor por el patrimonio cultural y la Historia. Una mujer que es mucho más que la presidenta de una bodega, la más antigua del Marco de Jerez". "Más que una tarea -añadió- una pasión que heredó de sus padres desde muy niña, pues ha vivido rodeada de botas de viejos vinos de Jerez y obras de arte de muchos de los pintores españoles más consagrados".

Helena Rivero ofreció una ponencia llamada Arte, vino y tradición, y confesó desde el atril sentirse "nerviosísima por los ponentes que me preceden y por la cantidad de personas que hay aquí y su interés por conocer la bodega". Asimismo, agradeció la invitación a este acto por parte de Grupo Joly, "y la oportunidad que me ofrece de hablar de mi proyecto, que es mi vida". Además, ensalzó la labor de patrocinio del Banco Santander "de actos como éste, fundamentales, en el que de una forma muy cercana coinciden tantos sectores".

"Si ahora pides fuera vino de Jerez te miran bien; antes no se entendía lo que pedías"

Una amena ponencia en la que compartió las claves del éxito del proyecto bodeguero y artístico iniciado por su padre, Joaquín Rivero, fallecido el año pasado, "que era un visionario, calificado por muchos como loco por comprar vinos que algunos veían como reliquias y que las buenas bodegas vendían porque los veían como algo ya muerto. Toda dificultad para él era un reto y eso le hacía tener más interés". Un proyecto que tiene "una parte romántica, familiar, pero también empresarial para seguir haciendo de la bodega un sitio rentable y poder mantener así los proyectos tan importantes a nivel cultural que tenemos por delante".

Arte, vino y tradición "por el arte de hacer un vino único, tal como es el vino de Jerez. Que hay que hacer respetando su esencia y destacando sus características esenciales, las que le llevaron a ser el número 1 en el mundo. Y buscando sus diferencias con el resto de vinos, sin buscar el abrigo de las modas". Una palabra, diferencia, que Rivero mencionó en numerosas ocasiones durante su exposición, "porque es algo que me marcó mi padre: ir buscando las diferencias, y en mundo tan competitivo como el de hoy, cada vez voy entendiendo más por qué era así". El arte de hacer un vino único y el arte como enganche para llegar al vino. "El arte nos parecía un buen atractivo para atraer público a la bodega y así contarles lo que estábamos haciendo y engancharles a beber vino de Jerez. Funcionó bien, fue una fusión prácticamente perfecta".

La presidenta hizo un recorrido por los inicios de la bodega CZ (iniciales de Diego Cabeza de Aranda y Zarco), en 1650, fecha desde la que trató de resumir "porque si no, podríamos terminar cenando aquí", bromeó. Unos comienzos en los que el vino de Jerez desbanca a los canarios en exportación a Europa. Primera bodega documentada en Jerez, que pasa por distintas manos de la familia, hasta llegar a los Rivero por matrimonio de Joaquín María Rivero y González con la hija única de Francisco Antonio de la Tixera. La bodega se renombró Bodegas J. M. Rivero, manteniendo CZ como marca insignia. Un proyecto ya internacional que recibe numerosos premios con fama en Inglaterra y España "que trabajó mucho la calidad". Ya en torno a 1920, a Rafael Rivero Dávila "le toca vivir una época más difícil en la que el jerez sufre una decadencia, la competencia de otros vinos. Se hace un gran esfuerzo en promoción. El resto de la familia vende sus participaciones, que él compra para mantener la tradición hasta que pierde la bodega. Día en el que muere por un infarto. De ahí que mi padre nunca viera las dificultades sino sólo las posibilidades. Fue en 1983". En 1998 Joaquín Rivero, "guiado por ese espíritu bodeguero, empresarial y familiar", la recupera. Compra un casco de bodega en Cordobeses, 3 y se rodea de un buen equipo. Se inician proyectos "basados en la calidad, nada de volumen. Busca devolverle a los vinos de Jerez el sitio que merecen y que mucho tiempo ocuparon, recuperando el estilo clásico de los vinos, del oloroso, amontillado y Pedro Ximénez". Tradición fue el nombre elegido para la bodega, que siempre les acompaña. Una palabra que aúna la tradición familiar y la forma tradicional de hacer los vinos de Jerez. "Junto con tradición, que además rima, está la diferenciación, que mi padre busca siempre para su proyectos: sólo vinos de Jerez, sólo la mejor calidad apreciable por todos, no sólo por los expertos".

Igualmente, Helena Rivero ha querido rescatar una tradición familiar, sin perder de vista la apuesta por recuperar una parte importante del casco histórico de Jerez, abandonada durante décadas. Una bodega en la que conviven el vino de Jerez y el arte, de momento, con la exposición de 60 de los 300 cuadros de pintura española de la colección de los Rivero, de la que forman parte obras de Goya, Zurbarán, Murillo, El Greco... El proyecto heredado por Helena Rivero tiene otras muchas ramificaciones, algunas ya en marcha como la ampliación de la actividad bodeguera, con la elaboración de los finos de más de doce años que se sumaron a los vinos de más de 20 y 30 años (VOS y VORS) con los que se inició el negocio tras la adquisición de soleras muy viejas arrumbadas en otras bodegas cuando pocos creían en el futuro del sector. "Esos vinos excepcionales sólo nos permite embotellar una treinta parte de las existencias por lo que al principio se evaporaba más vino del que vendíamos, de ahí que muchos miraran a mi padre, aún más, como un loco. Pero él sabía a donde iba".

Esa diferenciación ha ayudado a Tradición "a no decir que nuestros vinos están entre los mejores, sino a que lo digan otros, y en eso la labor del Consejo Regulador ha sido importantísima porque hay alguien que certifica que esos vinos son excepcionales". A este respecto, destacó la labor de formación que se ha hecho entre todas las bodegas de Jerez, "porque si ahora pides fuera vino de Jerez te miran bien y antes no entendían muy bien lo que pedías. El cambio ha sido increíble"

Habló de la incorporación a la firma de los brandies, también de soleras muy añejas, colección de fotografía, archivo documental... y todo ello con la adquisición de nuevos cascos bodegueros que fueron ampliando las instalaciones iniciales de la calle Cordobeses, 3 en la que comenzó todo. Como Cordobeses, 5, en 2004, a donde llega Helena Rivero con su colección de cuadros, lo que le llevó a entrar en la bodega y en el mundo del vino. "Mi padre me dijo que si te vas a beber el vino, al menos deberías aprender cómo se vende y cómo se hace. Fue la oportunidad de volver a trabajar con él, en un proyecto tan personal. Él era de frases en el momento, que había que leer entrelíneas. A la larga te dabas cuenta de lo que quería decir". Reconoce que aprendió muchísimo. "Sí, aprender he aprendido mucho, beber también, y lo sigo haciendo". Llega luego la recuperación de Rincón Malillo, donde entra ese archivo histórico de la bodega, con legajos desde 1653, y queda pendiente ahora ampliar la colección del siglo XX de pintura. Helena Rivero aseguró que el fallecimiento de su padre "nos deja muchos deberes, como esa colección de fotografías que iniciamos juntos, y en la que colaboró Adrián Fatou".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios