Economía

El Congreso convalida la reforma de la negociación colectiva sólo con el respaldo del PSOE

  • La abstención de CiU, PNV, CC y UPN salva el texto del Gobierno, que será ahora tramitado como proyecto de ley.

Mientras apuraba un refrigerio a escasos metros del Congreso, un veterano diputado del PNV disertaba con cierta melancolía sobre las diferencias del trabajo parlamentario de José Luis Rodríguez Zapatero y Felipe González: "Ya fuera un decreto o una ley, el sevillano siempre negociaba todo antes de que entrara en la Cámara. Con el leonés se intenta alcanzar un acuerdo hasta cinco minutos antes de la votación, con el ministro de Trabajo e Inmigración alargando de forma fatua la sesión", comentaba. 

 

Algo de eso debió ocurrir ayer en la Cámara Baja con el decreto de la negociación colectiva, que fue convalidado in extremis gracias al apoyo del PSOE (169) y a la abstención de CiU, PNV, CC y UPN (20). El voto en contra del PP, ERC, IU-ICV, BNG y UPyD (159) no logró tumbar una reforma que, de haber decaído, hubiera dado la puntilla a la legislatura, abriendo así las puertas de par en par al adelanto electoral. La tramitación del decreto como proyecto de ley recompuso la unanimidad -sólo hubo una abstención- que merecía una reforma legislativa de este calado.

 

Cuando el ministro de Trabajo e Inmigración, Valeriano Gómez, subió a la tribuna de oradores pasado el mediodía, los diputados de CiU y PNV, claves para decantar el sentido final de la votación, estaban más por el voto en contra que por la abstención. Antes, en la zona de Gobierno del Congreso, el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y el vicepresidente primero y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, negociaban ya a calzón quitado con los portavoces de CiU y PNV, Josep Antoni Duran Lleida y Josu Erkoreka, respectivamente, para salvar la reforma y para prolongar la legislatura. En estas negociaciones también participaron telefónicamente el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el líder peneuvista, Íñigo Urkullu.

 

Mientras el devenir de la reforma estaba en manos de una mesa-camilla, Gómez definió ante la Cámara Baja la reforma como "ambiciosa, profunda, con vocación de estabilidad y planteada desde la eficacia y el equilibrio", aseguró que tenía cuatro rasgos importantes -profundidad, eficacia, equilibrio y respeto-, pidió a los grupos su apoyo en una coyuntura económica "problemática" y urgió a su aplicación.

 

En una primera intervención que se alargó más allá de la hora, el ministro de Trabajo e Inmigración señaló que el primer eje de actuación de la reforma era mejorar la ordenación de la negociación, especialmente de los convenios sectoriales provinciales, que "atomizan y debilitan" la cohesión de los sectores y carecen de la capacidad de permitir la adaptación de la empresa. En segundo lugar, situó el convenio de empresa como "centro de gravedad de la reforma", reforzando el papel de los convenios estatales y autonómicos.

Gómez explicó que, con ello, el Gobierno apostaba por la negociación colectiva más cercana a la empresa, abandonando la "zona gris", de "ineficiencia que está configurada sobre convenios colectivos sectoriales provinciales". Como guiño a los nacionalistas, ubicó "en segundo lugar" el sistema de negociación colectivo.

Con todos los grupos en contra, el ministro de Trabajo e Inmigración se limitó a ganar tiempo para que de la zona de Gobierno pudiera salir un acuerdo con CiU y PNV, principalmente. Hasta que no se produjo la fumata blanca, al aceptar el Gobierno incluir durante la tramitación parlamentaria la vinculación entre salarios y productividad en el preámbulo, la prevalencia de los convenios autonómicos y un aumento de la flexibilidad interna de las empresas, tal como exigían nacionalistas catalanes y vascos, Gómez alargó y alargó el debate replicando a todos los portavoces hasta la saciedad en un espectáculo parlamentario que, por momentos, resultó esperpéntico. Al final, con la convalidación garantizada tras instalarse CiU y PNV en la abstención, pasó olímpicamente de contestar a la portavoz del PP, Fátima Báñez.

 

Visiblemente satisfecho, el ministro de Trabajo e Inmigración compareció luego en los pasillos para negar que en la tramitación parlamentaria se vayan a producir cambios profundos. Rechazó la ruptura del mercado interior, como pronosticó el PP, y mostró una mayor disposición a reducir los tiempos máximos para negociar los convenios.

 

Al tiempo, el portavoz del PNV reconocía jubiloso que nunca había conseguido tantas concesiones del Ejecutivo a cambio de una mera abstención. "En mi trayectoria no he conocido un caso semejante", declaró Erkoreka a los periodistas.

 

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