Economía

Envejecimiento y Estado de bienestar

Envejecimiento y Estado de bienestar

Envejecimiento y Estado de bienestar

Debido al momento on fire de todas las tecnologías, aeroespacial, ciencias de la computación, física cuántica, genética, epigenética... la población mundial va a seguir creciendo desigualmente y en especial por conseguir una mayor longevidad. Por eso, la jornada sobre Envejecimiento Demográfico y Estado del Bienestar organizada por IECA (Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía) en colaboración con la UNIA y celebrada en Sevilla el 23 de noviembre, no podía ser más oportuna ahora que viviremos por encima de los 120 años pudiendo incluso alcanzar la inmortalidad en algún momento no tan lejano... o lo que es lo mismo, que "sólo se muera el que quiera". Esta longevidad producirá familias "largas y estrechas" con múltiples impactos de todo tipo desde la alimentación a la sanidad, pero también conllevará importantes consecuencias vitales, sociales y económicas. Tendremos que rediseñar nuestra vida y no sólo su última cuarta parte. ¿A qué edad tendremos hijos? Ya existen startups que congelan los óvulos para quitar presión a las madres y que puedan elegir su maternidad en el momento que les convenga,… o cuando encuentren la pareja ideal. Tal vez estos avances nos lleven a hacer realidad, por fin, que la edad biológica no sea representativa para las grandes decisiones de nuestra vida.

Y no sólo vamos a vivir más. Somos "información que camina", en un mundo dominado por el los datos masivos, por la impresión 3D de tejidos y órganos, prótesis que crecen al igual que nuestras células, con sensores transmisores de información crítica en los objetos cotidianos, salud monitorizada tatuada literalmente en nuestra piel, que hará posible una sanidad preventiva, con más y mejores diagnósticos por imagen, o por ADN... con tratamientos más efectivos hasta para las nuevas pandemias globales y considerando el envejecimiento como una enfermedad más: llegaremos a pagar por mantenernos saludables y no por curar las enfermedades, como ya se hace en algunas culturas. Los avances en el conocimiento de nuestro cerebro y las nuevas metodologías nos harán capaces también de mejorar y de optimizar nuestra capacidades y actitudes de manera exponencial. Inspirados por el poder de la tecnología, podremos transformar la manera de aprender constantemente. Salud mejorada para los cuerpos... y también para las mentes. La condición humana, tal y como la conocemos, se hace obsoleta.

Tendremos que aceptar el retraso en la edad de jubilación y compartir ésta con el trabajo

Sin renunciar a nada de lo alcanzado, aquellos logros que nos resultaban aspiracionales a finales del siglo XIX ya no son válidos para esta primera mitad del XXI. Tendremos que trabajar más y hasta más tarde, porque no sólo viviremos más, sino que estaremos mejor, física y mentalmente. Sin embargo, observamos algunas ataduras del pasado que actúan como amenazas de futuro en el momento actual: bajas tasas de natalidad, un creciente rechazo a la inmigración, desajuste en la oferta y demanda de empleos, deficiencias formativas graves, desequilibrios territoriales, retraso en la innovación tecnológica, rigidez laboral... cuando vislumbramos un futuro, que ya está aquí, híbrido, eficiente, flexible... pero sobre todo autónomo y colaborativo, regido por la iniciativa individual y el poder del talento de todos y cada uno.

Ante la tozuda y excitante realidad, tenemos que planificar cómo sostener el Estado de un nuevo bienestar de manera decidida y consensuada con un horizonte realista, a veinte o treinta años. Para ello, la primera medida sería erradicar la corrupción de arriba a abajo, desde los paraísos fiscales hasta la transparencia en la aplicación de los presupuestos públicos o la exigencia del IVA en todas las transacciones comerciales. Tenemos que exigir equilibrios presupuestarios que reduzcan la deuda pública y el pago de intereses como consecuencia de desequilibrios pasados, para maximizar los recursos en lo social, la educación y la nueva sanidad, y en especial en aquello que no puede ser digitalizado, que ha de ser más valorado que nunca. Tendremos que enfrentarnos al retraso lógico de la edad de jubilación, y a compatibilizar trabajo y jubilación para las generaciones frontera, pero sobre todo tenemos que crear más empleo, con una reforma completa y pactada de la educación a todos los niveles y desde todos los puntos de vista, para conformar los perfiles más demandados. Tenemos que aumentar el tamaño de nuestras empresas, la inversión pública en I+D y la de las empresas, pero sobre todo la híbrida publico-privada. Tenemos que aumentar la productividad no sólo por el tamaño, sino por el poder de las tecnologías y promover el autoempleo y el emprendimiento para inventar nuestro propio futuro como ventaja competitiva transitoria, la única posible en un mundo en el que lo único sostenible es, y será, el cambio permanente. Finalmente fomentar e incentivar el aumento de la población, de manera orgánica o admtiendo la inmigración legal, mirando hacia fuera porque a veces limitamos la solidaridad a lo interno, porque la vieja Europa sólo aportará un tercio del crecimiento orgánico de ese nuevo mundo... y para paliar la deshumanización de la inmigración ilegal.

Por todo lo anterior, necesitamos una voluntad política clara y decidida, generosa, porque implica una revisión racional y eficiente de las administraciones públicas.

La compartición de recursos con el uso de plataformas, que es la manera actual de expresar qué debe ser centralizado y qué debe permanecer local. Debemos acercar los impuestos de las grandes empresas a los impuestos que ya pagamos los ciudadanos, evitando ingeniería y paraísos fiscales. Subir los impuestos se ha demostrado ineficiente y consigue efectos no buscados: la reducción del consumo y, a la larga, más destrucción de empleo. No es más social gastar más, sino mejor y de forma más transparente. Y sobre todo debemos perseguir un cambio cultural en la sociedad: admirar a los emprendedores de éxito, a los empresarios, eliminar el rechazo al fracaso, rechazar el fraude y todo tipo de corrupción, promover la ciudadanía digital y acabar con el enfrentamiento político en aras de un proyecto común de bienestar con el esfuerzo de todos al ritmo exponencial de los tiempos…

Solo de esta manera, si no lo disfrutamos nosotros, al menos estaremos comprometidos a dejar un mundo mejor para la siguiente generación.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios