crisis en el campo andaluz El desmoronamiento del sector, visto por uno de sus protagonistas

Odisea de un lote de pepinos

  • Reconstrucción del calvario de Frunet, la empresa malagueña acusada inicialmente del brote · Una reclamación judicial precipitó que Alemania acabara exculpándola

A principios de mayo de 2011, Frunet, con sede en Algarrobo (Málaga), era una empresa más, dedicada a la exportación de productos ecológicos de la huerta y con una facturación de 13 millones de euros. Comercializaba todo tipo de tomates, melones, calabacines, berenjenas y, en menor medida, pepinos. E iba a ser este último producto, precisamente, el que iniciara toda una cadena de acontecimientos que han marcado el destino de la empresa y la vida de su dueño, Antonio Lavao.

El 12 de mayo Frunet envió un único lote de pepinos, más o menos 800 kilos, al puerto de Hamburgo. Llegó el día 16. En la descarga, se cayó el palé, lo cual, en condiciones normales, significaba la pérdida del envío y que Frunet pagara una multa, al ser la responsable del transporte. Pero el cliente llamó por teléfono a Lavao y le dijo que se había logrado recomponer el lote con los pepinos que no habían caído.

Así que los pepinos siguieron su camino, que no iba a ser nada plácido. El 25 de mayo Lavao vuelve a recibir una llamada de su cliente: el producto está siendo analizado por las autoridades sanitarias de Hamburgo a causa del brote mortal de E.coli en el norte de Alemania. El mismo Lavao llama al instituto sanitario alemán, y un funcionario lo tranquiliza: no hay por qué preocuparse, todo está bien. Al día siguiente, temprano, la propia Frunet realiza un análisis de sus productos y concluye que están limpios. Pero a las 12.00 el cliente vuelve a llamar a Lavao. Le dice que sus pepinos son acusados de ser los portadores de la E.coli mortal. El dueño de Frunet contacta de nuevo con el funcionario sanitario alemán. Se pone al teléfono, sí, pero declina hacer comentario alguno.

En pocos minutos la prensa está a las puertas de Frunet. Los inspectores de la Junta se personan en la empresa y se llevan toda la documentación. Los clientes cancelan en masa los pedidos e inmovilizan el producto enviado. Lavao calcula que hasta hoy ha perdido 450 toneladas, lo que equivale a un millón de euros en valor.

El viernes 27 se incrementa la presión mediática con la presencia de televisiones de toda Europa. Lavao pulsa la repercusión en Alemania del asunto y comprueba que la imagen del producto español, que no era idílica antes de la crisis, está por los suelos. Y concluye que los políticos españoles no están defendiendo eficazmente al sector. Las declaraciones se producen, según su percepción, en medios españoles, y no en el foco del problema, y ningún cargo viaja a Alemania para lavar la imagen.

A través de un contacto en Alemania, Lavao contrata a un bufete de Berlín, Linden Partners. La abogada Nina Scherber se encarga del caso, y lo primero que aconseja a Frunet es que contrate a un gabinete de comunicación. Éste es Brunswick Group, una corporación internacional que llevó, por ejemplo, la imagen de BP tras el vertido de crudo en México. A Frunet le cuestan los servicios de este grupo durante dos semanas 120.000 euros. Y el servicio jurídico, hasta ahora, 60.000.

El fin de semana del 28 y el 29 de mayo se encierran Frunet, Linden Partners y Brunswick Group para diseñar la estrategia de defensa y de imagen. En paralelo, a las cinco de la madrugada del sábado aparecen en Frunet empleados de una firma alemana especializada en controles de calidad y que trabaja al servicio de los distribuidores de aquel país. La empresa malagueña es sometida a un chequeo integral. Mientras Frunet decide, con Linden Partners y Brunswick, no esconderse, ir a ataque, en un contexto en el que, según Lavao, todos en Alemania daban por hecho que los culpables eran los pepinos españoles y apenas se tenía en cuenta lo que se decía en España. El lunes 30 se conocen los resultados del examen alemán: negativos. Frunet emite una nota en defensa propia para los medios germanos y Linden Partners reclama ante los tribunales el dossier en el que se basa Hamburgo para acusar a Frunet. Lavao no entiende por qué las autoridades españolas no reclamaron oficialmente esas pruebas. Cuando se lo recriminó a la consejera de Agricultura, Clara Aguilera, ésta le respondió que los alemanes saben hacer bien las cosas.

Los hechos demostraron que no. El martes 1 de junio, Cornelia Prüfer-Storks, consejera de Sanidad de Hamburgo, exculpa a los pepinos españoles, aunque no pide perdón. Es más: los acusa de estar contaminados, aun sin ser los causantes del brote. La presión de Frunet hace que finalmente las autoridades accedan a ceder parte del expediente, pero Lavao lo reclama todo, para esclarecer del todo dónde estuvo el origen del error. También, casi en solitario, presenta la reclamación de daños ante la Justicia alemana.

El último capítulo es la rueda de prensa en Hamburgo, el viernes 3, ante todos los medios alemanes. Asisten el agricultor Miguel Cazorla, proveedor habitual de Frunet; el director general del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE), José Luis García Melgarejo, y un técnico alemán de laboratorio. Frunet solicita que vaya algún representante de la Embajada española, o del Consulado, como respaldo institucional. La petición es denegada, porque, se argumenta, es una rueda de prensa de una empresa privada. Linden Partners y Brunswick Group no dan crédito.

A Lavao le aconsejan moderación en su comparecencia y así se comporta. Primero se solidariza con las víctimas alemanas y luego reclama una rectificación y una indemnización por daños. El resultado es satisfactorio: en Alemania Frunet aparece todos los telediarios. Lavao se siente ahora defensor del sector en su conjunto. Está cansado, y deseando que su empresa vuelva a ser anónima. Ha conseguido mantener, pese a todo, el 80% de su clientela, pero la actividad es un 10% de lo que era antes de la crisis. Encara el futuro con decisión. Va a seguir adelante, porque, como él dice, ha estado en el infierno y ya no tiene miedo.

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