Economía

El peligro de dejar a las mujeres en la cuneta laboral

  • La brecha de género provoca pérdidas de ingresos en España del 11% y un recorte del 5% del PIB

Las mujeres lo tienen crudo para llegar a los puestos directivos de las empresas y las administraciones, para cobrar lo mismo que los hombres, para acceder a un crédito o para compatibilizar la vida familiar y profesional. Sin negar que ha habido avances, éste sigue siendo diagnóstico del mercado laboral. Muchas se quedan en la cuneta laboral y esto tiene un claro coste económico para los países, que pierden potencial de crecimiento y productividad al desaprovechar el talento de la mitad de la población.

"Una política económica inteligente debería acabar con las desigualdades de género para que todos disfruten de las mismas oportunidades", defiende Carolina Sánchez-Páramo, gerente regional del departamento de Pobreza y Equidad del Banco Mundial. Un trabajo reciente del organismo apunta datos reveladores: la pérdida de ingresos en España debido a brechas de género en el mercado laboral asciende al 11% (en Alemania al 19%, en Italia al 15%, y en Francia al 9%). Medido en términos de Producto Interior Bruto (PIB) español supone un recorte del 5%.

¿Cómo acabar con esta situación de desequilibrio para las mujeres? Los expertos coinciden en que el desarrollo económico es una condición necesaria, pero no suficiente. "La recuperación del PIB no garantiza avances en igualdad; hay que hacer esfuerzos específicos para lograrlo", analiza Lina Gálvez, catedrática de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). "De hecho, en España estamos asistiendo ahora a un ensanchamiento de la brecha entre hombres y mujeres, y eso que ya ocupábamos el peor lugar de la Unión Europea (UE)", certifica.

Sánchez-Paramo y Gálvez asistieron esta semana a una conferencia internacional organizada por la Consejería de Hacienda y Administración Pública bajo el título de Igualdad de género para la recuperación económica. En ella, la consejera andaluza del ramo, María Jesús Montero, admitió que "las mujeres sufren los daños colaterales de políticas bienintencionadas pero poco efectivas". De hecho, si se observa la evolución del mercado laboral en las últimas décadas, se ve cómo persisten las mismas brechas: hay más egresadas y, sin embargo, ellos llegan más lejos en sus carreras profesionales; ellas se siguen inclinando por titulaciones como la educación, la salud, el arte y las humanidades, que las llevan a trabajar en áreas menos productivas y con menor salario, y se enfrentan a muchas barreras para acceder al mercado del crédito.

En este escenario, qué políticas públicas se deberían aplicar para combatir la desigualdad, y cuáles se ha demostrado que han funcionado y cuáles no. Sánchez-Páramo pone el foco sobre tres iniciativas con "resultados probados en el aumento de la participación y los ingresos de las mujeres". La primera de ellas, ofrecer servicios combinados de intermediación y capacitación laboral, del estilo de formación profesional con prácticas o apoyo a la búsqueda de empleo. La segunda, fomentar programas que entrelacen ahorro, crédito y capacitación; es decir, que se facilite el acceso a financiación, pero a la par se forme a las interesadas en cómo darle el mejor uso. Por último, extender los servicios de cuidado y educación infantil temprana para propiciar una mayor conciliación de las trabajadoras.

La gerente regional del departamento de Pobreza y Equidad del Banco Mundial comentó otras tres "políticas prometedoras" (sobre todo para países en desarrollo): programas de mentores para emprendedoras y para mujeres que deseen empezar en nuevos sectores; más información sobre oportunidades de trabajo y sobre los nuevos medios tecnológicos con los que explorarlas; y permisos parentales para los padres y no sólo para las madres, que sean obligatorios y estén financiados parcial o totalmente por el Estado.

Lo que la experta rechazó fueron otras medidas "sin efectividad probada", como los microcréditos, los programas de capacitación vocacional o las intervenciones por el lado de la demanda, tales como recompensas a empleadores o cambios en el proceso de selección.

En medio de este escenario, los desafíos que se abren para las oportunidades económicas de las mujeres, a su juicio, pasan por fomentar la participación en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, tanto en la educación como en los sectores productivos. Asimismo, insta a instaurar más políticas de cuidado intergeneracional, tanto infantil como de mayores, para que no sean ellas las que se queden en casa. Y exige una mayor inclusión financiera, tanto en el acceso al crédito como en el uso de productos financieros.

Para Lina Gálvez, el rol de las mujeres en el mercado laboral puede empezar a cambiar gracias a su mayor educación, que puede llevarlas a cambiar sus preferencias, a la herencia de políticas de igualdad que sientan las bases para una transformación, y a que el nivel de precarización del trabajo también afecta a los hombres, lo que hace más difícil la vuelta a casa de las mujeres.

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