El Rocío

Pentecostés despierta con la salida de Almonte

  • La velá. El hermano mayor Isidro Medina cumplió en la pasada madrugada con la añeja tradición · Cientos de fieles comparten estas horas previas a la partida

Almonte desveló anoche sus sueños con anhelos de Rocío. En el horizonte mental sus ciudadanos ya divisan la aldea como oxígeno espiritual y más aun en un Pentecostés en el que los caprichos del calendario se han encargado de retrasarlo prácticamente hasta situarlo en el ecuador del mes de junio y a escasos días de la llegada del verano.

Este apetito de Rocío se deja sentir durante todo el año, si bien hoy todo es diferente, el día ha llegado, las riendas se sueltan y los ciudadanos partirán rumbo Sur con destino a la Blanca Paloma. Como preámbulo a esta cita, la madruga del miércoles el hermano mayor, Isidro Medina, disfrutó de la añeja Velá, durante la que se celebra la espera de este ansiado día en que el pueblo eleva anclas hacia las marismas. De cara a imprimir el máximo esplendor a la tradición, el Ayuntamiento de Almonte procedió a cortar la calle y despejar de vehículos la zona, para que los allegados y cientos de fieles de la Matriz compartiesen las horas previas a la partida.

Precisamente Medina no ocultó ayer que, en estos días previos, se acerca el sueño de emprender ese periplo de arena cuando los caballos galopan abandonando el núcleo urbano y la romería toma sentido.

El joven almonteño relató que ser hermano mayor es siempre un deseo latente e intrínseco al mero hecho de considerarse rociero, si bien "en este último año se han dado todos los condicionantes que se tenían que reunir. Desde que todos los miembros de tu familia gocen de salud, hasta contar con una situación laboral que te permita dedicarte al tiempo que requiere programar una romería y cumplir con todos los compromisos institucionales y litúrgicos", que lleva implícito el cargo, apostilló.

Si las vivencias de la madrugá fueron intensas, más aun se presumen las de este miércoles en que se perpetúa el ritual de partida en una mañana que se presume en un continuo trasiego de acicalar los caballos, monturas y material de carruaje corriendo de un lado a otro, ataviándose ellos con el traje de flamenco y los zahones; ellas, con el vestido de gitana, complementos y una suave base de maquillaje.

Un preámbulo obligado antes de acudir los almonteños al emblemático parque de El Chaparral donde, a partir de las 10:00, se celebrará la misa de romeros oficiada por el párroco José García. Es precisamente en este espacio donde tiene lugar la primera prueba del fervor mariano del municipio donde los devotos rinden sus pleitesías y se preparan para una peregrinación atestada de belleza.

Pero más allá del significado de que Almonte corone su aldea, será tras a la entrada de su Simpecado a manos del hermano mayor cuando la romería toma su verdadera dimensión y el goteo de filiales empieza a entrar a la aldea, presentando sus credenciales de fervor a la reina de las marismas y comienza a ser una constante, momento en el que fluyen entre cantes y bailes, plegarias y rezos; convirtiendo el santuario en centro neurálgico de la ciudad más grande de Huelva y de Andalucía en estos días.

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