El Rocío

'Piloto' y 'General', guardianes del Simpecado de Moguer

  • Los bueyes. La hermandad moguereña mantiene una de las estampas más típicas de la peregrinación rociera donde estos animales prestan su poderío por las arenas

Cuando Moguer entra en la Rocina y atraviesa el arroyo de Fresno Gordo, los peregrinos llevan dos días de camino. Cada año, la historia rociera de un nuevo camino junto al Simpecado de la cuarta hermandad en antigüedad de cuantas atraviesan las arenas en busca de la Blanca Paloma se revive de un modo diferente. El tiempo presente dejó atrás ese jueves de carretas por las calles del pueblo blanco de Juan Ramón, esa despedida en Montemayor, la suelta en el sitio del Milanillo o la noche de Bodegones.

En ninguna de esas instantáneas faltó la foto de un carretero y su yunta de bueyes. Antes fue la familia Daza quien los alquiló a la hermandad. Desde 2002 es Rafael Moreno Rodríguez Cascarilla quien lo hace. Los bueyes del simpecao de Moguer no son vulgares. Los bueyes de Cascarilla tienen un porte especial. Parece como si Piloto, un berrendo en colorao, y General, otro retinto de buena alzada y respeto, percibieran la responsabilidad de tantos años de historia rociera hecha a golpe de camino y dureza por las rocieros moguereños. Los dos tienen diez años y cuando aún faltaban dos semanas para la salida de la hermandad era fácil encontrárselos por el camino de Fuentepiña rompiendo el sol de la tarde entre las viñas que asoman sus frutos, de la mano de Francisco de la Corte, el mismo Rafael, su hermano Manolo o el pequeño Rafael, su hijo, y Paco Coronel, ensayando junto a los animales, su paso entre caminos y terragales. Los bueyes de Moguer gusta mirarlos. Hay momentos donde obligatoriamente hay que hincarlos de rodillas. Cualquier buey no sirve para eso, tienen que ser muy mansos, muy mansos y de mucha confianza, como dice su dueño.

Dice Rafael que cada año, cuando acaba el Rocío, "aún nos quedan dos o tres romerías, pero en cuanto eso pasa ya los dejamos descansar hasta enero y desde ese momento se va enganchando cada vez con más intensidad. Esto se hace más que nada por afición, pero lo que pasa es que a los animales hay que cuidarlos mucho porque los caminos son muy duros y el entrenamiento se hace necesario, aunque sean animales de gran fortaleza".

"Las condiciones que buscamos en ellos -prosigue- es que sean mansos, confiados con la gente porque, por ejemplo, la hermandad de Moguer se aglomera mucho durante el camino y allí en el mismo Rocío ocurre lo mismo. Por eso queremos bichos que no peguen patadas, que sean nobles".

Rafael inició la tradición como boyero en su familia hace unos siete años. "Mi padre siempre tuvo cabras costeñas, vacas suizas, pero realmente la tradición con el retinto y especialmente como bueyes para el Rocío, la comienzo yo y espero que tenga continuidad con mis hijos porque vivir de carretero un camino al lado de tu hermandad, como Rociero es algo impagable".

El hecho de ser moguereño añade aun más intensidad al camino del boyero y su equipo.

"Hombre, y mucho más siendo uno de Moguer. Yo a la que quiero llevar es a la Hermandad de Moguer. Voy con mi pueblo, el camino se llena de cosas muy personales y muchas vivencias que te las da principalmente tu gente, y desde luego es un orgullo entrar con Moguer en el Rocío porque ésta es una hermandad que por historia pesa mucho en la aldea, por eso te digo que al margen de un orgullo, llevar el Simpecado de Moguer es una responsabilidad muy grande y muy bonita".

En el camino se duerme, se come, se canta, se reza, pero para un carretero todo el tiempo al lado del Simpecado debe ser muy diferente a todos los demás.

"Pues, hombre, yo creo que tu lo has dicho ya. El tiempo lo marca la Hermandad y el camino. Entre todo eso, el tiempo que queda es para comer, dormir poco y sobre todo para tener cuidados a los animales porque el esfuerzo por las arenas es muy fuerte", apunta.

"Cada camino es un mundo. Cada año diferente, los animales se aprietan junto a los peregrinos y entre todos se forman unas vivencias que son muy fuertes, muy intensas. Hay veces que dejas a los bueyes a su aire y ellos mismos se templan mucho por esas arenas difíciles en muchos tramos, como puede ser el charco, de las Macetas o desde Gato para adelante. Ahí ya va pesando mucho el camino y a nosotros, desde luego, la responsabilidad de culminar con bien esa tarea que nos encomendó la Hermandad", concluye.

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