Luisa Triana. Pintora y coreógrafa.

"Venía a casa a jugar a las cartas, yo no sabía que era Buñuel"

"Venía a casa a jugar a las cartas, yo no sabía que era Buñuel"

"Venía a casa a jugar a las cartas, yo no sabía que era Buñuel"

-Por el terremoto sabemos que en México viven casi 150.000 españoles...

-Yo viví allí cinco años, de los 16 a los 21. Tienen un poco de resentimiento con nosotros y está justificado. Lo malo es que lo siguen enseñando en los colegios.

-Aparte de sus bailes y cuadros, dos guerras en su currículum...

-La nuestra fue la más tremenda. Fue el motivo de que mi familia se marchara fuera de España.

-¿Cómo conoce a Buñuel?

-Venía a mi casa a jugar a las cartas. Yo no sabía que Buñuel era Buñuel. Él contrataba para el doblaje de las películas de la Warner a actores latinos de California, pero tenían un acento muy mexicano. Le gustó mucho mi acento andaluz.

-¿Le marcó ser ahijada de la Argentinita?

-Yo tenía seis años y me vio entre bastidores en el teatro Odeón de Buenos Aires. La falda que llevo es su enagua arremangada. Me relió con un mantoncillo.

-¿Por qué su cuarto está lleno de maletas?

-Ahora que miro el trayecto, siempre he estado de viaje. Mi intención era volver a España, pero me casé con un norteamericano, y mi hijo nació allí.

-¿Quién le regaló el libro gráfico sobre Cataluña?

-Mi hermana Felipa, que vive en Barcelona. Tiene su historia. Estábamos en Madrid cuando estalló la guerra. A mi padre le dieron un uniforme y estaba de guardia cuando empezaron los bombardeos; una bomba cayó al lado de mi casa. Mi padre se quitó el uniforme y nos dijo que teníamos que marcharnos. Fue a la embajada de Francia, pero nos dejaban salir a todas menos a él.

-¿Se quedó en tierra?

-Hay cosas que recuerdo de escuchárselas a mi padre, porque cada vez que se reunían los españoles todos hablaban de lo mismo, de cómo habían salido de España. Pero hay recuerdos míos de cuatro años, las solapas de los bultos moviéndose, el barullo de la estación. Mi padre se enganchó al tren y se vino.

-¿París fue su refugio?

-Tuvimos la suerte de que allí estaban Pilar y Encarnación López, La Argentinita, con las que mi padre había hecho El Amor Brujo, con el propio Manuel de Falla, en Madrid y Barcelona. Pasó por París Sol Hurok, un empresario ruso que llevaba ballets de Montecarlo a Estados Unidos. Vio bailar a mi padre y le ofreció una gira. Cuando volvió vio que Francia se estaba preparando para la guerra. Las farolas pintadas de negro, los sacos de arena, le recordaban a la guerra de España. Nos fuimos él y yo, que era la mayor, hasta Buenos Aires,

-¿Cuánto tiempo?

-Unos seis meses, porque La Argentinita enfermó con el cáncer y esperamos a que se recuperase. El empresario le pidió una alternativa y mi padre recordó que su hermano, el compositor y pianista Manuel García Matos, había trabajado con Carmen Amaya.

-¿Cuándo se reagrupa la familia?

-Cuando yo tenía 16 años. Mi padre se hizo mexicano, yo también. Se fueron para allá mi madre y mi hermana Antoñita. Felipa tenía novio y no se quiso venir.

-¿Usted echó raíces?

-Ya soy bisabuela. Ahora voy al cumpleaños de mi hijo Eduardo, que cumple 60. Voy por él y por mis bisnietos, no me los quiero perder. Mis nietos ya son demasiado grandes.

-¿Pensó en volver?

-Mi marido era muy americano y yo muy española. Mi madre me dijo que no quería morir en América y la traje a Barcelona, donde vivían mi abuela y mi hermana Felipa.

-Un río en Triana y una frontera en México...

-Mi hijo vive en Arizona y allí hay una ciudad, Scottsdale, a la que van muchos pintores para dibujar a unos indios que son como los flamencos aquí. Hay 45 galerías de arte.

-¿Por qué pinta?

-Al que le gustaba pintar era a mi padre. Mis maestros fueron el ruso Nicolai Fechin y el americano Will Foster. Y Ruano Llopis, que también se exilió.

-Además de bailar y pintar, da clases de castañuelas...

-Empecé con la Sonatina de Halffter. He ido a dar un curso a una escuela bolera de Malta.

-Duerme junto a una fotografía de la hermandad del Rocío de Triana...

-La hizo Alan Koszlosky. No he hecho nunca el camino. Tengo muchas cosas en el tintero.

-¿Hollywood sigue siendo la Roma moderna?

-Está envejeciendo. El padre de Liz Taylor tenía una galería de arte, mi padre vendía y compraba cuadros. Un día fuimos allí y estaba ella, espectacular.

-¿Trató a Frank Sinatra?

-Actué después de él en el Casino de Las Vegas. Era por un mes, me prorrogaron a otro y me cargué la rodilla.

-¿Qué destacaría de Antonio Triana?

-Mi padre fue el primero que hizo el zapateado de Sarasate. Lo creó cuando estaba en Buenos Aires esperando que la Argentinita se recuperase de su enfermedad. Algunos dicen que lo creó Antonio el Bailarín, pero estamos hablando de 1938, y entonces Antonio tenía doce años.

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