Luis García Montero. Poeta

"La indignación nos puede acabar convirtiendo en fieras manipulables"

Luis García Montero

Luis García Montero

-Hace seis años atravesaba un momento de crisis personal. Le sacudió la frase de Sartre "el infierno son los otros" y de esta catarsis llega este nuevo libro. ¿Es para usted lo que la canción Nube Negra para Sabina?

-Decir que el infierno son los otros tiene el peligro de pensar que uno es inocente. Y no es verdad, el infierno está también dentro de nosotros. La poesía ayuda a hablar desde dentro. Su búsqueda de la verdad no facilita sermones, sino ejercicios de conocimiento.

-Su crisis personal coincidió con la económica que asoló el país. ¿Se mimetizó con el ambiente irrespirable de entonces?

-En la crisis de este libro se junta todo. La posverdad pone en crisis la verdad, la economía genera desigualdad y la democracia se degrada a pasos agigantados. Parece que los derechos humanos son ya un privilegio de las clases medias acomodadas, porque la precariedad empuja a la gente a nuevas formas de racismo y miedo.

-El filósofo Thomas Hobbes dijo que el hombre es un lobo para el hombre. ¿Ahí arranca el lobo que recorre el libro?

-El lobo de mi libros encarna la indignación, las ganas de morder. Y tiene una doble cara. De un lado, es una prueba de que uno sigue vinculado con el mundo, no he caído en el cinismo, las cosas me afectan. Pero la indignación nos convierte en fieras manipulables, acabamos embistiendo sin conciencia.

-Celebró sus primeros 50 años con Vista cansada y cumplirá 60 años con A puerta cerrada. ¿Qué ve cuando repasa viejas fotografías con Javier Egea o acompañando a Rafael Alberti?

-Dos amigos muy íntimos. Conforme pasa el tiempo, valoro una lección que nos dio Rafael sin que nos diéramos cuenta: tomarse en serio a los jóvenes. Hay que evitar por todos los medios el peligro de convertirse en un viejo cascarrabias.

-¿Está casado con Almudena Grandes en régimen de separación de tiempos literarios y usted se ha quedado con el presente y su mujer con los tiempos de la Guerra Civil?

- Almudena escribe sobre la realidad actual y asume la herencia de un pasado que marca su tradición. Yo empecé en mis primeros libros reivindicando el exilio y la poesía de Machado o Lorca como un modo de pensar el presente. Los dos tenemos la complicidad de compartir tradiciones y compromisos con la actualidad. Sin admiración y respeto es muy difícil el amor.

-El tiempo, las relaciones, la deshumanización o el amor son algunos de los temas que aborda la literatura. Pero, ¿de qué se ríen los poetas?

-Lo importante es empezar por reírse de uno mismo. La ironía es una de las grandes lecciones de la poesía contemporánea desde Baudelaire. Evita la tentación de los dogmas. Yo, además, tengo una casa en la Bahía de Cádiz y he aprendido a reírme con gracia. No la carcajada que hiere y cierra los ojos, sino la elegancia hecha sonrisa. Nos reímos de los mismos temas que la gente.

-En los últimos años ha forjado una relación estrecha con el poeta catalán Joan Margarit. ¿Se siente a gusto en una ciudad plagada de banderas nacionales en los balcones?

-Me emocionan poco las banderas que buscan la exaltación soberbia de una patria. Mi identidad tiene más que ver con los valores que defiendo como rojeras que con las patrias. Por ejemplo, dan risa los nacionalistas que esquilman a su nación y se llevan el dinero a Andorra o a Suiza. Nadie tiene la verdad absoluta, pero es imprescindible un compromiso para no mentir. Y en los relatos de los patriotas hay muchas mentiras.

-Dice que le da pudor decir al banco que rechace las cuotas como afiliado de IU. ¿Tiene ganas ahora de romper este carné y el de socio del Real Madrid?

-No, no me gusta romper carnés, tiene que haber motivos muy serios para romper con el propio pasado. La adecuación necesaria al presente no exige el olvido o la ruptura. Me gusta ser leal a mis ideas y a mis amigos. Como el fútbol no es muy importante, uno puede seguir siendo durante toda la vida partidario de los equipos de su infancia. ¿Izquierda Unida? No puedo irme de algo que ya no existe. Sería tan contradictorio como el deseo de seguir en Izquierda Unida que dicen tener los que se la han cargado.

-Por cierto, un estudio de Miguel Barberá le emparenta con el mismísimo Francisco de Goya. ¿Busca parecidos en el espejo?

-Ya quisiera yo. Barberá, buen amigo y buen músico, ha estudiado la historia de la Banda Municipal de Granada que fundó mi bisabuelo José Montero. Somos descendientes de la pintora Rosario Weiss. Ahora hay una exposición de ella en la Biblioteca Nacional. Rosarito era hija de Leocadia Weiss, una mujer liberal pareja de Goya durante años. Los amigos de Goya decían que Rosarito era su hija. No se sabe con certeza, pero bueno, gracias a Valle-Inclán todos los escritores somos un poco descendientes de Goya.

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