España

PP y PSOE empiezan mal

  • Comienza el curso político con dos elecciones autonómicas a la vista y con los dos partidos mayoritarios en precariedad, aunque el PP cuenta con una secretaria general que no es cuestionada por el partido.

RAJOY ha salvado el primer obstáculo, difícil de abordar, con la declaración de Draghi en la que anunciaba que el BCE compraría deuda española y la declaración de la canciller Merkel en la que expresaba su satisfacción por las reformas del presidente español. Pero no van bien las cosas en su partido, por no hablar de que cunde la decepción entre sus votantes y militantes.

Rubalcaba saca pecho en Bruselas el mismo día cuando es recibido por el presidente del Parlamento Europeo. Ya podría haber elegido mejor fecha el secretario general del PSOE, era difícil colocar esa "foto" al hacerla coincidir con la de Merkel y Rajoy y la de Draghi en su importante comparecencia. Saca pecho Rubalcaba pero en su partido las aguas no bajan ni siquiera revueltas, sino que es mucho peor: pocos miran las aguas. El desencanto es muy evidente y dirigentes históricos del partido e incluso miembros de la Ejecutiva comentan que el partido no estuvo peor ni siquiera después de que Felipe dejara la secretaría general y se creara aquel dúo imposible Almunia-Borrell que llevó al fracaso del 96.

Comienza el curso político con dos elecciones autonómicas sobre la mesa y con los dos partidos mayoritarios en situación de precariedad, aunque el PP cuenta al menos con una secretaria general no cuestionada por el partido. Multitud de dirigentes, y sobre todo de militantes, desearían que Javier Arenas diera el paso de asumir el protagonismo que corresponde a su cargo, la vicesecretaría de política territorial, pero tras la preocupación inicial por una Cospedal que debía compaginar sus responsabilidades de partido con las de presidenta del Gobierno manchego, con el transcurso del tiempo se ha aceptado finalmente que es capaz de llevar el partido con mano firme, aunque no acaba de cuajar su equipo de dirección. Se echa de menos el empuje de algunos de los miembros más destacados de la etapa anterior.

Se puede decir que, en este momento, el PP es María Dolores de Cospedal y que tras ella hay… la nada. En la reunión de la Ejecutiva del pasado lunes, las discrepancias que mostraron Jaime Mayor Oreja y Esperanza Aguirre con el ministro del Interior por el caso Bolinaga han sido la demostración palpable de que en la sede central nadie es capaz de imponer sentido de la prudencia cuando el Gobierno está tan cuestionado y hay dos elecciones difíciles a corto plazo, lo que obligaría a que el partido mostrara una imagen de unidad. En ese sentido se expresaron Basagoiti y García Margallo, que pidieron -o más bien exigieron- que la polémica sobre el preso etarra no se impusiera sobre las cuestiones que debe vender el partido, e hicieron un llamamiento a la sensatez de quienes se apuntan a la discrepancia pública, que es lo que más perjudica a los partidos.

En el PSOE no hay discrepancias excepto las que marca el dirigente madrileño Tomás Gómez, aunque estos días se ha publicado un manifiesto firmado por una cincuentena de personalidades del partido que muestran su disconformidad con la forma en la que el equipo de Rubalcaba ejerce la oposición, con una política propia de un partido que no es alternativa sino que se dedica a ofrecer su colaboración "a un Gobierno que nos arrodilla". Con ser graves los términos del manifiesto, más daño hacen a Rubalcaba los comentarios de dirigentes del PSOE de reconocida trayectoria que no se muerden la lengua ante los periodistas: nunca el PSOE ha tenido un equipo más flojo, Rubalcaba no está ni de lejos a la altura de lo que se esperaba de él, Elena Valenciano es una vicesecretaria general mediocre que ni siquiera conoce a fondo el partido, el equipo económico es muy flojo porque Valeriano Gómez es experto en relaciones laborales y no en macro y microeconomía, Inmaculada Rodríguez Piñeiro aún no ha alcanzado el nivel apropiado para llevar la política económica del principal partido de la oposición, Rubalcaba no ha sido capaz de conservar el apoyo mediático que tradicionalmente tenía el PSOE…

En esa situación de deterioro que viven los dos partidos, se han convocado elecciones en el País Vasco y Galicia.

Nadie duda que en el País Vasco la pauta la marcará el PNV, pero para los socialistas es muy importante el papel que pueda jugar Patxi López en el futuro. Ha declarado que no se le pasa por a cabeza dejar la política vasca para dedicarse a la nacional, como pretende algún sector del partido, pero en política ninguna afirmación tajante se puede mantener permanentemente.

Basagoiti por su parte lo tiene más fácil: ha dado ejemplo de responsabilidad en la pasada legislatura ayudando a gobernar si nada a cambio, las encuestas indican que repite resultado y su objetivo es que el PP gane en Álava, para impedir así cualquier tentación futura de independencia del País Vasco.

En Galicia Núñez Feijóo sólo gobernará si logra mayoría absoluta, como es habitual en el PP. Las tentaciones ahí son de aventurerismo, y los que votan a ese tipo de opciones se dejan llevar por las fórmulas habituales en predicadores que juegan a la contra en lugar de presentar propuestas solventes; por tanto les importa poco el balance económico que presente el actual presidente, que es su principal baza. A los socialistas les ha llegado la convocatoria en el peor momento, una preocupación para un Rubalcaba que necesita como el comer presentar un triunfo a su partido, tan escaso últimamente de buenas noticias.

Todos los otoños, desde hace años, son calientes. Pero nunca como ahora había pillado a los dos partidos mayoritarios en tal estado de precariedad.

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