España

El Rey pide perdón: "Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir"

  • Don Juan Carlos se disculpa ante los periodistas a la salida del hospital tras recibir el alta médica.

No había precedentes en sus algo más de 36 años de reinado: el Rey ha pedido perdón. Al abandonar el hospital de Madrid en el que cuatro días atrás fue operado de la cadera, miró a la cámara de televisión y dijo: "Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir".

En medio de la grave crisis económica que atraviesa España, inmersa en un proceso de duros recortes aprobados por el Gobierno de Mariano Rajoy, y con una nueva ofensiva de los mercados contra el país, su viaje de caza a Botsuana desencadenó una tormenta de críticas contra el Rey de una dimensión desconocida hasta ahora. Fue una gota que a punto estuvo de colmar un vaso que se ha ido llenando en los últimos tiempos. Y con su petición de perdón, el monarca quiso parar el agua antes de que se derramase.

Don Juan Carlos, de 74 años, ha sido hasta ahora ensalzado mayoritariamente por los españoles. Si bien es cierto que desde que en 1975 se convirtió en jefe de Estado, tras la muerte del dictador Francisco Franco, también ha recibido críticas y ataques puntuales de determinados sectores. En los últimos años, nacionalistas vascos y catalanes le han llamado casi de todo y los medios lo han recogido. Independentistas han quemado retratos del monarca en manifestaciones antisistema y los izquierdistas republicanos arremeten contra él y contra la Familia Real con frecuencia.

Pero hasta ahora existía un statu quo que no se había quebrado. Se asumía que el comportamiento del Rey era ejemplar. Que el monarca se rompiera la cadera en Botsuana destapó un desafortunado viaje al país africano, al parecer pagado por un empresario saudí residente en España y del que no se sabe muy bien hasta qué punto estaba informado el presidente del Gobierno. La publicación de lo que cuestan cacerías como la que emprendió en Botsuana -al menos 20.000 euros por elefante muerto- y la aparición de fotos del monarca de cacerías anteriores con un paquidermo abatido a sus espaldas o con otros animales de llamada caza mayor muertos escandalizaron a muchos españoles. El Rey dio un mal ejemplo con su cara y cuestionable afición, sobre todo en los tiempos que corren.

En esta ocasión, las críticas políticas han llegado de todos los partidos, excepto del del PP, que junto al Ejecutivo ha tratado de frenar la andanada contra el Rey recordando su papel facilitador de la transición democrática. Hasta el PSOE, que siempre ha ensalzado la figura del monarca y su aportación a la democracia, cuestionó públicamente la actuación del Rey y vino a instarle a presentar disculpas públicas por su comportamiento, algo que ha hecho.

La Familia Real ha estado en la picota muchas veces en los últimos tiempos, una picota abierta como consecuencia de la ruptura paulatina del tabú informativo y mediático que sobre la Casa Real regía en el país desde la transición democrática. La ruptura de ese tabú ha llevado incluso a que medios digitales hablen sin tapujos en la Red de una presunta "amiga" del monarca, la princesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein, quien habría participado también en el polémico viaje a Botsuana. Los diarios nacionales no abordan abiertamente el tema, pero alguno ha hecho elegantes insinuaciones aludiendo a desavenencias familiares.

En los últimos tiempos, la Casa del Rey se ha visto obligada a dar pasos hacia la transparencia. El escándalo en torno a Iñaki Urdangarín -imputado en un caso de corrupción y apartado de los actos de la Familia Real-, llevó al Palacio de la Zarzuela a tomar a finales del año pasado una decisión que varios partidos llevaban tiempo reclamando. Por primera vez la monarquía publicó cómo reparte el Rey el dinero que recibe todos los años de los Presupuestos Generales del Estado y que, según establece la Constitución, distribuye libremente en su familia. Era una forma de apartarse de los presuntos negocios turbios de Urdangarín.

Ahora, el paso ha sido mucho mayor. El Rey ha pedido perdón, intentando reducir la brecha que lo separa de una ciudadanía y de una clase política que antaño fueron mayoritariamente firmes defensoras del monarca. Siempre se ha dicho que España no es monárquica, sino juancarlista. Pero esta afirmación parece ahora en entredicho. En la última década, la alta valoración de la monarquía entre los españoles está comenzando a bajar, según reflejan las encuestas. Y en algunos medios incluso se ha abierto el debate sobre la conveniencia de una posible abdicación.

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