atentados en cataluña

“Nunca olvidaremos su sonrisa”

  • La familia del niño australiano que murió en las Ramblas agradece las ayudas para su búsqueda

La confusión dio pie a la esperanza. Julian Cadman, de 7 años, estuvo oficialmente perdido en un primer momento; después –según fuentes de los Mossos– fue encontrado y hospitalizado. Pero no, este niño con doble nacionalidad australiana y británica, es una de las víctimas mortales.

“Él era tan enérgico, gracioso y atrevido, siempre llevando una sonrisa a nuestras caras. Fuimos bendecidos por haberlo tenido en nuestras vidas, y recordaremos su sonrisa y mantendremos su memoria en nuestros corazones”, transmitió ayer su familiar en un comunicado. Julian estaba disfrutando de unos días de turismo en Barcelona con su madre, que resultó herida en el atentado y se encuentra ingresada en un hospital.

“Quisiéramos agradecer a todos los que nos ayudaron en la búsqueda de Julian. Su amabilidad fue increíble durante unos momentos difíciles”, indica la familia, que subraya que sus oraciones y pensamientos “están con todas las personas afectadas”. El niño estaba en el lugar del atentado cuando la furgoneta entró en la zona peatonal. La confusión en torno a la situación del pequeño fue creciendo desde ese momento. Su abuelo Tony publicó un mensaje y una foto en su Facebook avisando de que el pequeño se hallaba desaparecido desde el momento del atentado y pidió ayuda para su localización. El padre de Julian viajó a Barcelona para identificarlo.

Paralela a la historia de este niño es la de Harry Athwal, un turista británico de 44 años que se está convirtiendo en Reino Unido en el símbolo de valentía, humanidad y ayuda a las víctimas por su actitud con un niño agonizante.

Este inglés de Birmingham estaba en el balcón de un restaurante. Desde allí vio el ataque y bajó a prestar ayuda. “Fue instintivo. Miré a ambos lados, había cuerpos esparcidos y a mi derecha estaba el niño, en medio de la calle. Corrí directamente a él”, declaró Athwal al Mirror. “Estaba inconsciente, con la pierna doblada y le salía sangre de la cabeza. Sabía que era más que sangre”, afirma. “Le tomé el pulso y no tenía. Puse mi mano sobre su espalda y pensé que se había ido. Le acaricié el pelo y me llené de lágrimas, pero me quedé con él, me senté allí porque no iba a dejar a este niño en medio de la calle”.

Aunque los agentes de policía le reiteraron varias veces que debía moverse, ya que los terroristas podrían regresar, Athwal se negó a dejar al niño. “Se parecía a mi propio hijo. Era de su misma edad, unos siete u ocho años. Nunca vi su rostro pero me consuela saber que tenía alguien con él. Había tanto pánico, la gente gritaba y había muchos cuerpos para atender”. Después regresó a las Ramblas para unirse al minuto de silencio y se ha quedado hasta hoy con su familia tal como había planeado. “Se lo debemos a Barcelona”. 

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