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El problema del mediador no neutral

PERE Navarro, que es el primer secretario del Partido de los Socialistas Catalanes (PSC), recordó ayer cómo esta formación, que no es la misma que el PSOE, aunque pertenece a su dirección, es el océano de estas contradicciones. Resulta que Navarro le exige a Artur Mas que abandone su ambigüedad, y aclare si está a favor de la independencia o de un nuevo pacto fiscal con España. Claro, ¿pero este hombre no se ha dado cuenta de que ésa es, exactamente, la base del chantaje que Mas desea hacerle a Mariano Rajoy? Es éste: o Cataluña consigue ese concierto fiscal propio -el que CiU requiere- o a éstos no hay quien los pare, presidente, que mire lo que ocurrió en la Diada. El riesgo de las contradicciones del PSC es que lo lleve a su ruptura, y el del PSOE, que sus primos catalanes lo conduzca al mismo callejón sin salida que emprendió Pascual Maragall cuando impulsó un Estatuto que terminó pactando Zapatero con Artur Mas en una reunión secreta en La Moncloa.

¿Navarro no sabe que, cada vez que Mas va a Moncloa, se cobra un socialista? Y a éstas resulta que el presidente andaluz, José Antonio Griñán, es el presidente federal del PSOE y el hombre que, por así decirlo, retiene a buena parte del PSC, al que no es soberanista, gracias a su apoyo en el pasado congreso federal a Carme Chacón. La receta que ayer aplicó Griñán a la fiebre independentista de la Diada fue la misma que la del Gobierno central: frío. Griñán debe saber que la llamada cuestión catalana no es de este 11 de septiembre, sino que viene de siglos. Agua de por medio, vale, pero su problema vendrá cuando el PSC se aclare y diga qué pacto fiscal es el que quiere. Andalucía no lo podrá aceptar, el PSOE tampoco: a Griñán le ha caído el difícil papel del mediador, pero en lo del pacto fiscal no puede ser neutral.

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