Alberto ruiz-gallardón

El talento del hijo pródigo

Amagó con abandonar la política por su exclusión de las listas al Congreso pero volvió al redil. De los eventuales recambios de Rajoy, el hijo pródigo personificaría la metamorfosis más profunda. Pese a que su carrera se circunscribe al ámbito municipal y autonómico madrileño -ha sido doce años presidente de la Comunidad y va camino de reeditar plazos en la capital-, su figura ha trascendido la dimensión municipal hasta convertirse en un asiduo de la primera línea política. Su popularidad juega a su favor. No necesita del añadido de las promociones para darse a conocer. Cierto es que la proyección pública aparejada a sus cargos le ha beneficiado. Pero también le ha catapultado su talento. Sus dotes de excelente comunicador y el perfil transversal que ha cultivado le han deparado tantas simpatías en la izquierda como recelos en sus filas. Sus partidarios, bastantes en el PP aunque se esfuerzan por disimularlo dadas las dudas que su figura inspira, ven en su moderación una necesidad ahora que a Génova se le resisten plazas como Cataluña y el País Vasco, que chocan con su guión beligerante contra los nacionalismos. Sus detractores, no pocos, le achacan una descarada osadía. Siempre miró de reojo a la Moncloa. Sus ambiciones le hacen imprevisible de cara al cónclave de junio.

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