Feria de Málaga

Vega, profeta en su tierra

  • El malagueño cortó un trofeo en cada uno de sus toros mostrando una gran voluntad y entrega · Enrique Ponce se fue de vacío a pesar de su empeño ante un lote imposible · Talavante no puso interés

GANADERÍA: Se lidiaron seis toros de Santiago Domecq. Encierro bien presentado pero que pecó de poca fuerza. Primero y cuarto mansearon. El segundo y el cuarto fueron los de mejor juego pero también con dificultades. El tercero era inválido y el sexto, querenciado pero no muy trabajoso. TOREROS: Enrique Ponce, de grana y oro. Estocada desprendida (saludos). Estocada desprendida (saludos). Salvador Vega, de blanco y oro. Estocada (oreja). Media estocada (oreja). Alejandro Talavante, de verde y oro. Estocada y descabello (silencio). Dos pinchazos, cinco descabellos y un aviso (silencio) Incidencias: Décimo primera de abono. Menos de tres cuartos de plaza. Día de calor.

Si el otro día hablábamos de las segundas oportunidades que da la vida, ayer por la tarde en La Malagueta se volvía a repetir la misma historia. Las opciones que hubo se aprovecharon de distinta manera e incluso, hubo quien no las aprovechó. Era el último de los carteles con grandes nombres y quizá no se saldó de la forma más deseada, pero es que los toros, en mayor medida, no permitieron que la tarde fuera más lucida.

El aficionado tenía la segunda oportunidad de ver a Enrique Ponce en el coso malagueño. Su primera actuación se saldó nada más y nada menos que con la puerta grande tras una gran faena a un ejemplar de Juan Pedro Domecq. Su profesionalidad le avalaba y el hecho de haber triunfado no quería decir, en el caso del valenciano, que iba a venir con los brazos caídos. Pero su voluntad se dio de bruces con un malísimo encierro de Santiago Domecq.

El de Chiva comenzó muy bien con el capote en el medio del ruedo con verónicas y dos medias verónicas muy buenas. Con la muleta el toro se paraba y cabeceaba y no se podía lucir. El toro perdía las manos y se cayó. Por más que lo intentó Ponce no pudo hacer nada más, el público lo sabia y aplaudió su voluntad y empeño. Un pinchazo hondo, estocada desprendida y saludos fue su despedida del primero de su lote.

El de la nueva oportunidad era el malagueño Salvador Vega. Siempre luchando por un hueco en el escalafón y por tener un sitio propio en la feria de su ciudad. Y volvió a cumplir, como lo lleva haciendo a lo largo de la temporada. El primero de su lote fue devuelto a los corrales por lesión y tras él salió el sobrero también del mismo hierro. En el recibo con su capote estuvo muy bien, con mucha calidad y gustándose mucho. Se notaba que se sentía a gusto y quería dejar un buen sabor de boca en su ciudad, y lo consiguió. Tuvo picardía en el tercio de varas y supo citarlo con el temple justo y necesario.

Ya con la muleta comenzó la faena con la rodilla genuflexionada con la intención de llevárselo a los medios. En un toro que requería inteligencia y claridad de ideas, el las tuvo. Además, brindó detalles de torería toreando con la mano muy baja incluso por naturales. Como rúbrica cuajó una buena estocada y se el concedió una oreja.

El desperdicio de oportunidades vino de la mano de Alejandro Talavante. Sus segundo era inválido pero el palco, presidido por Ildefonso Dell‘Olmo, no lo consideró así. El extremeño se amparó en eso y no hizo nada por sacarle algún provecho. Pitos en el arrastre y pitos al palco por no cambiarlo. En su segundo, Talavante siguió en la misma tónica. Dos pinchazo, cinco descabellos. Entre silencios se fue uno de los triunfadores de la temporada.

Enrique Ponce tuvo la peor suerte con su lote, pero aun así hizo lo imposible por dejar algún detalle. Su segundo salió muy acelerado y fue difícil templarlo con el capote. Ante el manseo con la muleta y la poca fuerza, Ponce decidió matar.

Salvador Vega salió de nuevo con una gran voluntad ante su segundo enemigo. El mejor de todo el encierro, pero también con sus dificultades. Comenzó la faena en los medios con estauarios citando muy de lejos. Estuvo magistral con la derecha ante un toro que cabeceaba cada vez con mas fiereza. Tanto es así que en uno de sus peligrosos derrotes le arranco el fajín. Vega no acusó el vendaje de su mano derecha que cubría un corte que se hizo en Marbella al entrar a matar hace unos días. Supo mantener la calma ante la insistencia del animal y pudo sacarle buenas tandas hasta que el toro le arrebató la muleta. Mató con media estocada. Hubo petición pero no hubo oreja, lo que provocó los pitos al palco, aunque la demanda no era mayoritaria. Buen sabor de boca del malagueño, que supo ser profeta en su tierra.

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