Festival de Música y Danza de Granada

'Egmont', la libertad se paga con la muerte

  • Beethoven puso una apasionada música incidental al drama de Goethe, donde el héroe flamenco es decapitado por orden del Duque de Alba Charles Dance sustituye a Malkovich como narrador

Dos genios, Goethe y Beethoven, se citan esta noche en el Palacio de Carlos V, con una versión narrada en inglés sobre el drama que escribió el escritor, poeta, filósofo y dramaturgo alemán, gloria del pensamiento universal, sobre la represión que Felipe II llevó a cabo en los Países Bajos, para mantener la supremacía del imperio heredado y en peligro, sobre todo, por la Reforma religiosa y los anhelos de liberación de los territorios ocupados. Para ello utilizó los métodos de la Inquisición que con tanta fruición llevaba a cabo el cardenal Granuela, y envió a un fiel colaborador del reino, con su correspondiente ejército, como fue Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III Duque de Alba. Todos los ingredientes para justificar la leyenda de una España negra que la acompañó hasta más allá del fin del imperio y alrededor de la cual otros músicos como Donizetti y Verdi, en su Don Carlo, dejaron volar su fantasía musical dramática, sin que importara demasiado -como es lógico- el rigor histórico.

Aunque Johan Wolfgang von Goethe deserta del movimiento romántico, donde llega a decir que "lo romántico es lo enfermizo y lo clásico es lo sano", no cabe duda que abre caminos nuevos de idealismo y abstracción que tendrían, en el ámbito alemán, una enorme influencia en Fichte, Schelling y Hegel. Pero no sólo en Alemania, sino en todo el pensamiento europeo, en el que se impone su concepto de "literatura universal", que no sólo atiende a la lengua propia u otras afines o clásicas, sino incluso a las minoritarias. Como no cabe aquí un esbozo de la figura y creación del autor de Fausto, diré solamente, refiriéndome a la obra en concreto, Egmont, que Goethe narra la persecución sufrida por los nobles nacionalistas, como Lamoral, Príncipe de Gaure y Conde de Egmont -que se formó militarmente en España, llegando a general, y combatió junto con los españoles, contra los franceses en las batallas de San Quintín (1557) y de Gravalinas (1558)-, ferviente católico y un héroe muy querido de los flamencos, pero que con sus amigos Guillermo de Orange y el Conde de Horn protestaron por la implantación de la Inquisición. La represión que llevó a cabo el Duque de Alba, por orden de Felipe II, fue implacable y, al final, Egmont y Horn fueron condenados a muerte y decapitados en la Plaza Mayor de Bruselas el 5 de junio de 1568, y sus cuerpos y cabezas fueron expuestos en el Ayuntamiento de Bruselas, para escarmiento de los nobles y del pueblo. Cosa que sería inútil porque esa crueldad contribuyó a consolidar el espíritu y libertad de los pueblos tratados de aquella forma tan violenta y poco inteligente, quizá como correspondía al dogmatismo de la época. Véanse las crueldades, por ejemplo, en la Inglaterra de Enrique VIII, con la represión contra los católicos, cuyo símbolo es Tomás Moro, y posteriormente las reinas María e Isabel, sucediéndose en las ejecuciones de protestantes y católicos, dependiendo de sus ideas e intereses religiosos o nacionales. La historia de la Humanidad es, por desgracia, una sucesión de crímenes y represiones de Estado. ¡Cómo habrían padecido los espíritus humanistas de Beethoven y Goethe si hubiesen vivido los crímenes nazis en su país!

Esa dualidad entre víctimas y verdugos -concretamente entre el conde Egmont y el despiadado Gran Duque de Alba- es un formidable elemento dramático que el autor de Fausto escribió en 1788, como símbolo entre tiranías y ansias liberadoras. El tema, basado en un hecho histórico, pero con aditamentos sentimentales que refuerzan el drama, le sirvió a Beethoven para poner en movimiento su vitalidad expresiva, su denuncia de las actividades humanas y profundizar en los sentimientos duales entre amor y muerte, tiranía y libertad. Pero, sobre todo, Goethe y Beethoven trazan el drama literario, con apoyo musical, como un símbolo del triunfo de la libertad, aunque sea con el costo de la muerte. El mismo Beethoven apunta que el toque de trompeta -del final de su último movimiento, Sinfonía de la victoria, Siegessymphonie-, simboliza la libertad, reconquistada por la tierra natal.

Beethoven era, desde muy joven, cuando, autodidacta, intenta pulimentar la débil educación recibida de su alcohólico padre, un admirador de Goethe. Admiración que no le impide, en su primer encuentro con el literato y filósofo en el Balneario de Teplice, llamarle lacayo cuando al cruzarse con la emperatriz María Luisa de Austria, Goethe se para y se inclina al pasar la dama, mientras Beethoven sigue su camino y se encasqueta aún más el sombrero. La anécdota la cuenta Bettina von Amin, en carta al conde Herman von Pückler-Mascav que, aunque muchos biógrafos duden de su autenticidad, puede encajar en el carácter hosco y verdaderamente revolucionario del autor de la Sinfonía Heróica, que se la dedica a Napoleón, como símbolo del cambio en Europa y borra la dedicatoria, indignado, cuando se proclama emperador.

La música compuesta, en su Op. 84, entre octubre de 1809 y mayo de 1810 (entre la Sexta y Séptima Sinfonía), dentro de su carácter descriptivo y servir de complemento o apoyo al drama -apoyo que complació a Goethe- tiene elementos de gran interés y belleza, empezando por su Obertura, una pieza de gran intensidad y fuerza dramática que conocemos por las interpretaciones de las mejores orquestas y directores del mundo. Las versiones que incluyen texto narrado, cantadas algunas de sus arias, son múltiples en las salas de conciertos o grabaciones. Esta noche, en una versión en inglés, narrada por el actor norteamericano Charles Dance que sustituye al anunciado John Markovih, con la soprano Bernarda Robro y la dirección de Martin Hasselböck, la Orchester Wiener Akademie la presenta por vez primera en el Festival.

Recordemos las diez pinceladas musicales de la obra:

1.Oberture. Sostenuto ma non troppo-Allegro, allegro con brío. Es la pieza más universal y conocida, una pieza maestra -en la línea de sus grandes oberturas, como las cuatro 'Leonora' para su ópera Fidelio, o Coriolano, en la que el autor pone todos los resortes de su talento musical y expresivo para resumir el propio carácter del drama, con una perfección e intensidad que supera al resto de las ilustraciones musicales. Ese sentido humanístico que impera en la obra beethoveniana se condensa en este auténtico poema sinfónico en el que se resumen los símbolos de la tiranía, la revolución y la victoria, aunque sea a costa de la muerte. Un contraste magistral que el mismo Liszt consideraba como una puerta abierta al espíritu romántico posterior.

2. Lied. Die trammel gerührer. (Vivace). La voz de la amada Clara surge vibrante como toda una premoción y un sentido que estará presente en los últimos momentos del héroe inmolado. Su canto al soldado es una dedicación a su verdadero amor. "Los enemigos se rinden; los capturamos o los fusilamos. ¡Ay de mí! Qué emocionante embriaguez la de ser soldado".

3 y 4. Dos entreactos o interludios. Andante y Larguetto, interpolados entre los actos I y II y entre los II y III, en los que se resumen la intranquilidad y desarrollan un clima de tensión y presagio.

5. Lied. Fteudvoll und Leidvoll, geda Keavoll sein. Andante con moto, Allegro assai vivace. Clara canta su amor a quien de verdad está enamorada: "¡Qué alegría puede compararse con la incitante embriaguez del amor!"

6 y 7. Dos nuevos interludios. El primero (entre los actos III y IV) es un allegro-marcia vivace como un susurro sobre la atmósfera de terror. En el segundo, (IV), entre los actos IV y V, poco sostenuto e risoluto-larguetto, andante agitato, en mi bemol mayor, la música recuerda advertencias anteriores, el arresto del Egmont y el Andante agitato en el que Clara intenta sublevar al pueblo para liberar a su héroe.

8. Mort de Klärchen. Un larguetto en re menor que retrata la muerte de Clara.

9. Melodrama 'Suier Schlat'. Poco sostenuto, poco vivace, Andante con moto, allegro ma non troppo, en Mi bemol mayor. Egmont en su celda ha escuchado la sentencia, sentado en su camastro. Beethoven compone una música apropiada a la situación que ilustra, con destellos de sus geniales pinceladas, entre la ternura e intimidad y los toques reiterados de trompeta como símbolo de una libertad prometida detrás de la muerte. El héroe se enfrente a sus guardianes que le llevan al cadalso y les dice: "¡Proteged vuestros hogares! Y para salvar a aquellos que os son más queridos, ¡Aprontaos a seguir mi ejemplo y caed gustosos!"

10. Sinfonía de la victoria. Allegro con brio en Fa mayor. Beethoven despliega su orquesta como un triunfal canto a la libertad por encima de la muerte. El espíritu rebelde del músico es capaz de encontrar matices grandielocuentes para definir la victoria moral sobre la tiranía. Aunque estén reflejados ya en la Obertura, cierra la página convencional de Goethe, en la que pese a su fuerza dramática y simbólica, la desigualdad de los versos originales, quedan relegados a una historia que, por supuesto, supera el paso del tiempo. Es verdad que no es una 'marcha basura', como la de Wellington, pero su sentido de mero epílogo a una representación escénica -en este caso, narrada- limita los vuelos de la partitura, no exenta de geniales pinceladas, con despliegue de cuerdas e insistencias de trompetas finales, insertas en esta ilustración musical que fue estrenada en el Hoftheater de Viena el 15 de junio de 1810.

La narración, habitual en el idioma de origen, en versiones grabadas y en las múltiples concertantes en las salas de conciertos del mundo, tiene carácter de estreno al hacerla en inglés, en una adaptación de Chisthoper Hampton. Quizá hubiese sido exigir demasiado, en el Festival de Granada, escuchar una narración en castellano, en la voz de alguno de los grandes actores españoles, como ocurrió en 2003 con Iván el Terrible, la música que Prokofiev compuso para la colosal obra cinematográfica de Eisenstein, con la palabra apasionada de Emilio Gutiérrez Caba, sobre dos solistas, la Orquesta de Galicia y Coro Nacional de España. Pero en cualquier lengua es un difícil reto dar vida a la palabra que trasciende en el sonoro y patético verso original de Goethe, cuando Egmont se dirige al cadalso: "Schützt eure Güter! Und ener Liebstes zu erreten, / fallt freuding, wie ich euch ein Bispield gebe".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios