Rafael Moreno Rojas

Miembro de la Academia Andaluza de Gastronomía y Turismo

Caracoles en Córdoba

Aunque los únicos datos de consumo oficiales son los que ofrece el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, que cifra el consumo per cápita anual en España en 400 gramos, en Córdoba estos datos pueden quedar cortos ya que el consumo en el año pasado, sólo en los puestos de la capital, fue de 400 toneladas, lo que supone unos mil gramos por persona/año.

En una reciente encuesta de más de 1500 entrevistados sobre la gastronomía cordobesa, realizada por la Universidad de Córdoba se obtuvo que más de un 46% de los cordobeses identificaron los caracoles como un plato típico de su gastronomía, si bien sólo un 1% lo identificó como el más típico. De los que eligieron este plato como más típico, casi un 25% lo consideraban su favorito y más del 50% entre sus tres platos preferidos.

Los cordobeses consumen los caracoles principalmente fuera de casa (85%), si bien los que no residen en Córdoba reducen este porcentaje al 72%.

Es un producto que el 97% de los entrevistados declaran consumirlo en temporada y muchos de ellos en los casi 50 puestos instalados en las calles, que en este año estarán del 23 de febrero al 14 de junio.

Este consumo en temporada es principalmente semanal (31%) aunque hay personas que no los prueban nunca (30%) o rara vez (13%), en tanto que los fanáticos de los caracoles, que los toman casi a diario son el 9% de la población cordobesa.

No se aprecian diferencias de consumo entre hombres y mujeres (a pesar de las mayores preferencias de ellas por este alimento), pero sí entre los residentes en Córdoba y los cordobeses fuera de ella, de los últimos, el 37% no los toman nunca. Igualmente se evidencia una disminución del consumo con la edad, que en los menores de 20 años llega casi a un 45% que no prueban los caracoles.

El sector parece que es consciente de este descenso y en muchos puestos encontramos mesitas y sillas para niños. Pero no son las únicas aportaciones del sector que en algunos puestos cuentan en las mesas y barras con recipientes encastrados de acero inoxidable preparados para desechar las cáscaras, además de tener una oferta gastronómica que va mucho más allá del típico vaso de caracoles chicos, o el plato de cabrillas, incrementándose cada año.

El mundo de los caracoles está en plena expansión y adaptación a las necesidades de los clientes y seguro nos depararán nuevas sorpresas gastronómicas en esta temporada recién iniciada.

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