Pasarela

Charlene, a un paso de Mónaco

  • Su estilo, a la sombra de Grace Kelly, ha ido evolucionando a lo largo de su noviazgo con el príncipe Alberto desde la sencillez hasta la elegancia. Los diseños de Armani, y ahora de la firma Akris, son sus preferidos.

Charlene Wittstock está aún lejos de encandilar a todos como lo hacía Grace Kelly, con la que es comparada constantemente. Pero, a un mes de su boda con el príncipe Alberto de Mónaco, sus asesores han puesto en marcha una frenética agenda de actividades y en cada nueva aparición pública la prometida de Alberto II afina más su look y su pose ante las cámaras.

A un paso de ganarse el corazón de los monegascos, hace gala de un estilo sencillo y elegante que se ha ido volviendo cada vez más sofisticado según transcurría su noviazgo con el soberano de Mónaco. Pero, y como la propia Charlene reconoce, aún no puede equipararse al de la protagonista de La ventana indiscreta: "Las comparaciones muchas veces son odiosas", ha comentado en una reciente entrevista, "y yo creo que nadie puede ser comparado con la princesa Grace. Ella fue una persona muy pero que muy especial; una actriz excelente, una madre maravillosa, una consorte muy querida en el Principado. Por eso, me parece que todavía no es el momento para que me comparen con ella".

La que a partir del próximo 1 de julio será llamada Su Alteza Serenísima la princesa Charlene, ha ido definiendo su imagen desde la de una mujer tímida y discreta hasta la de una futura princesa cuyo porte capta inevitablemente la atención gracias a su melena rubia (casi siempre recogida en un moño) y a su esbelta anatomía (mide 1,76 y pesa 62 kilos).

Sin duda, Giorgio Armani ha sido y será su diseñador de cabecera. "Tengo una relación de amistad con Armani", explica la prometida del príncipe Alberto, "Me ha enseñado a apreciar la moda a fondo, a entender qué ropas son las más adecuadas para mi físico. Nunca voy a convertirme en una esclava de la moda, eso lo tengo claro, pero estoy muy agradecida a Armani por sus sugerencias. Tengo los hombros muy anchos, y él sabe lo que tiene que hacer a la hora de vestirme".

A pesar de su evidente apego al modisto italiano, últimamente Charlene ha encontrado en la firma suiza Akris otra buena aliada. Una renovación que ha quedado más que confirmada durante los últimos actos a los que ha acudido en Mónaco, entre los que estuvo el Gran Premio de Fórmula 1. Eventos en los que llevó no uno ni dos, sino hasta cinco creaciones de Albert Kriemler, director creativo de esta empresa.

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