pasado con presente incluido

Agustín RodríguezUn ángel para policías y ladrones

  • Agustín Rodríguez fue uno de los fundadores de Los Ángeles, un grupo de referencia de la música pop de las décadas de los sesenta y setenta

  • En 1991 promovió la reaparición de la banda, casi 15 años después de haber fallecido en accidente de tráfico dos de sus componentes

Su manera de hablar, su manera de estar, concita de manera categórica el recuerdo de una época, pero en ningún caso la decadencia de quien ingresa lastimosamente en un decorativo crepúsculo. Regresado a una apariencia física de joven eterno, viste con pantalones vaqueros ceñidos, chaqueta ajustada, camisa blanca impoluta y bufanda negra a modo de fular. Gasta gafas de sol con colorines y cuando se las quita dejan ver unos ojos brillantes y agradecidos. Dice, con esa voz agravada por el tabaco y la noche, que cuando se levanta lo primero que hace es mirar para arriba y dar gracias a Dios por estar un día más vivo. En abril cumplirá los 73 años y aunque en su carnet de identidad dice que se llama José, todo el mundo lo conoce como Agustín porque ese era el nombre de su padre, pescadero del Realejo de apodo 'El Catorce', con el que tuvo una relación de amor-odio que da para una novela. Fue uno de los fundadores del mítico grupo de pop Los Ángeles y cuando colgó la guitarra, en los tiempos en los que en España comenzaba a amanecer, se hizo empresario de discotecas y locales de copas, se movió en las vidriosas servidumbres de la noche alternando al mismo tiempo con policías y ladrones. Ahora es un hombre que habla bien de sus ex mujeres, de sus ex compañeros y, en general, de todos aquellos a los que ha tratado. Y aunque tiene sus correspondientes espinas clavadas en el alma, usa la benevolencia para subir la valoración de sus afectos y así no colisionar con su particular modo de ver la vida. El trato con él casi siempre acaba con un brindis por la amistad.

Quedo con Agustín Rodríguez Ampudia en el Lugar del vino, que está en la cuesta Gomérez y que lo regenta nuestro común amigo Fernando Infante. El local está ubicado en un palacete con mucha historia que ha pertenecido a una larga saga de jurisconsultos y alcaldes y en donde, se dice, estuvieron alojados personajes como la duquesa de Alba y la actriz Grace Kelly. Un sitio, pues, muy recomendable para hablar del pasado y del presente mientras nos echamos al coleto unas viandas regadas con buen vino. Y de paso hacer un brindis:

-Por nosotros.

-Pues por nosotros, qué pollas.

Días felices

La historia de Agustín Rodríguez es en cierta manera la de los Ángeles, una historia llena de días muy felices, momentos de éxito, algunas tragedias y ciertas frustraciones. Me cuenta Agustín que fueron diez hermanos y que él trabajaba con su padre en la pescadería repartiendo los pedidos. Pero el tufo a pescado del motocarro con el que hacía el reparto no le impidió oler que su futuro estaba por otro lado. Le gustaba mucho tocar la guitarra y, sobre todo, se dio cuenta de que se ligaba mucho con ella. "Llegamos a fundar el Sindicatos del ligue", dice Agustín entre risas. Junto con Javier Pérez del Pulgar y Carlos Álvarez, se breó en locales pequeños como el Costa Nevada. Hasta que aparecen Paco Quero y Poncho González ("era el más serio y el que más sabía de música", dice) y forman el grupo Los Ángeles Azules, que alcanza fama local y en la Costa del Sol en los tres primeros años de su travesía. Después vino el fichaje por Hispavox y el éxito, hasta convertirse en un grupo de referencia en el pop español en los años sesenta y setenta. Les llegaron a llamar 'Los Beatles españoles' y fue muy comentada su actuación en el cumpleaños de la hija de Franco. "Cuando alguien nos recordaba esa actuación en plan reproche, yo siempre le decía que también habíamos actuado en Cuba ante Fidel Castro", dice Agustín.

Una historia más completa de la trayectoria de la banda se puede leer en la wikipedia y, mucho mejor, en el libro que el periodista Fernando Díaz de la Guardia les dedicó y que se llama Los Ángeles, una leyenda del pop español. Pero a mí me interesa la intrahistoria. Agustín me cuenta que Poncho, que había sacado sus oposiciones de maestro, quiso dejar la banda y dedicarse a la enseñanza. "Carlos, Paco y yo intentamos convencerlo para que no lo hiciera porque sabíamos lo importante que era para Los Ángeles. Y porque además de cantar y tocar la batería, componía canciones. Al final dijo que si le comprábamos una batería, se quedaba. Nos fuimos a Calleja y le compramos una".

-Según tengo entendido vuestro mayor éxito fue Mañana, mañana. ¿Quién del grupo la compuso?- le pregunto.

-Esa canción era una versión de un grupo sudamericano que también estaba en Hispavox. Fue una auténtica sorpresa para nosotros porque todos creíamos que tanto la letra como la música eran una pollada. Sin embargo se puso la primera en el 'top ten' y se vendieron millones de discos. ¡Fue la leche! ¡No nos lo podíamos creer!

Después de seis o siete años de primeros puestos en el ranking de canciones más escuchadas (98.6, Créeme, Momentos, Mónica, Abre tu ventana, Raquel...) y de participar en varias películas, Agustín decide abandonar la formación. Era el año 1972 y su hueco lo ocupa el guitarrista José Luis Avellaneda. Así explica su decisión cuando le pregunto por qué se fue del grupo.

-Pues mira, es que empecé a vislumbrar la decadencia de Los Ángeles. Tuvimos la oportunidad de irnos a México con un buen contrato, pero nadie quería ya moverse. Además, estaba también lo de mi padre.

Entonces me cuenta que con su padre mantuvo una relación muy particular, que estuvo casi ocho años sin hablarse con él y que al final murió en su compañía. "A mi padre no le sentó nada bien que yo me hiciera músico. De alguna forma yo le había defraudado porque había proyectado su negocio en mí. Por eso nunca se sintió orgulloso de ese hijo que había triunfado en la música. Un día entró en el bar El Sotas y estaba yo actuando en la televisión, cuando un amigo suyo le dijo: 'Mira Agustín, ahí tienes a tu hijo'. Él contestó: 'Ése no es mi hijo'. Ahora a ver cómo te comes eso", dice Agustín con un brillo especial en el lacrimal.

Después comenta con cierto orgullo que cuando murió su padre, con 56 años, él estaba a su lado. Como debía ser.

El acccidente

En 1976 ocurrió el fatídico accidente de Montilla del Palancar en el que murieron Poncho González y José Luis Avellaneda. "Me enteré en Madrid y me fui inmediatamente a Montilla del Palancar. Fue un palo tremendo, una auténtica conmoción para la música".

Tras la tragedia, el grupo desaparece. Agustín Rodríguez prosigue su historia personal: trabaja en Hispavox, se casa con un bella gallega con la que forma el dúo Señores de Rodríguez, tiene un hijo, se separa, se vuelve a casar, regresa a Granada con una ayuda económica que le da Miguel Ríos y, con un cuñado, monta la discoteca Séneca. Luego viene otra y otra… "En una entrevista que me hicieron cuando estábamos en pleno apogeo me preguntaron qué haría yo al retirarme de la música. Le dije al periodista que crearía una cadena de discotecas. Y mira por donde se cumplió". Entonces se hace empresario de la noche. Son esos tiempos convulsos en donde nadie sabía exactamente el sitio en el que tenía que estar. La noche, además de los maleantes y ladrones, es de tres profesiones que empiezan por 'p': putas, policías y periodistas. Náufragos de las sombras a los que Agustín siempre está dispuesto a echar un madero para poder sobrevivir.

Monta también el estudio discográfico Los Ángeles Récord. En 1990 le puede la nostalgia y con Carlos Álvarez y Los Gemelos de Granada decide resucitar a Los Ángeles. Luego se sumarían al proyecto Carlos Muñoz y Alfonso González 'Popi', el hijo de Poncho. Pero, como dice la canción, ya nada sería igual. El Mañana, mañana era un Ayer, ayer. "Resucitar a Los Ángeles me costó mucha pasta. Yo era el único que podía poder dinero. Pero bueno, aquí estoy. No me arrepiento. De vez en cuando me llama Carlos Álvarez desde La Manga, donde vive con sus hijos, y me pregunta si hay algún bolo previsto. Y yo le digo: pero Carlos, si todos nuestros fans se están muriendo ya", me cuenta Agustín antes de dar una carcajada.

El 18 de noviembre de 2006 en el teatro granadino Manuel de Falla, Granada les rinde un multitudinario homenaje en el que los tres ángeles vivos, con el hijo de Poncho a la batería, vuelven a subirse al escenario. Fue la última vez que el grupo colgó el cartel de 'no hay billetes'.

Ahora Agustín, que se desprendió de sus discotecas y sus locales de copas, tiene otros proyectos empresariales rondándole por el caletre. Dice que si no es así, él no sabe vivir.

Da por bueno todo lo vivido y en el apartado de los arrepentimientos quizás esté el no haber sabido ser más honesto con las personas que ha amado. Han sido cuatro las mujeres con las que ha convivido y con las que ha tenido seis hijos. También tiene cuatro nietos y posiblemente mucho tiempo que recuperar con ellos.

-Por cierto, Agustín, me acuerdo que en unas elecciones municipales fuiste en las listas municipales del Partido Andalucista ¿Y eso?

-Pues porque no decir que no. Me lio Jesús Valenzuela, que es muy amigo mío. Me convenció y me puso de número dos. Menos mal que sólo salió un concejal.

Y suelta otra de sus preclaras carcajadas.

Antes de despedirnos me recuerda que el día 7 de marzo da el pregón de los Mayores en el Teatro Isabel la Católica. Y termina con una pregunta y su correspondiente respuesta:

-¿Sabes de una cosa de la que estoy orgulloso? Pues que fuimos un grupo sano, no había drogas ni cosas raras de por medio. A mí nunca me ha atropellado ni la música ni la fama.

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