Granada

Curiosas anécdotas granadinas

  • No habría espacio físico para las docenas de anécdotas que recogen nuestros mayores. Cada ciudad, cada familia tiene su anecdotario. "Si yo te contara…", me dicen muchosLos personajes que vivieron en la ciudad durante el siglo pasado protagonizaron todo tipo de situaciones, algunas de ellas de lo más inverosímil, que aún continúan en la memoria colectiva

Cuentan que cuando el Ayuntamiento de Granada quiso dedicarle una calle a la poeta Elena Martín Vivaldi se negó educadamente pensando que ella nunca sería merecedora de tener una calle en la ciudad mientras no se la dedicaran antes a su padre, el médico ginecólogo José Martín Barrales, a pesar de existir en Granada un llamado Barrio de los Doctores.

Conocemos a Elena pero no sabemos quién era el doctor Martín. En los Retratos y Semblanzas del veterano escritor alpujarreño Gil Craviotto se recogen muchas curiosas anécdotas. Ésta la pone en boca de la nieta María Elena, hija del que fuera conocido profesor del Instituto Ganivet Don Victoriano Martín Vivaldi. Resulta que el tal doctor Martín fue el primer alcalde de la República en Granada; ahora se cumple el 70 aniversario de su muerte ocurrida en 1939 de un cáncer de pulmón.

La simpática anécdota se refiere a su padre, un modesto cochero de Cájar. Cuando su hijo el doctor Martín obtuvo la cátedra de Ginecología de nuestra Facultad, era el propio padre el que lo llevaba a clase en su coche de caballos apartando a la gente mientras gritaba "abrid paso, que llevo a mi hijo que es catedrático". Martín Barrales duró sólo unos meses de Alcalde, luego fue Presidente de la Diputación y Decano de Medicina, pero sigue sin calle.

¡QUE TE PASEN POR LA MIMBRE!

Camino del cementerio era obligado pasar por el Paseo de los Tristes y más arriba por la Mimbre. Quien te desea que te pasen por allí te está mandando al otro mundo. Pone Craviotto en boca del pintor Manuel Ángeles Ortiz que los féretros de los pobres eran simples cajas de madera mal atadas y que solían abrirse en la Cuesta de los Chinos dejando ver parte del muerto, generalmente los brazos. Pero si el entierro era de gente bien se contrataban coches de caballos, cuantos más mejor. Cada cochero cobraba un duro, por lo que algunos daban la vuelta y volvían de nuevo a la cola. El entierro parecía más lujoso cuanto más "dolidos" iban en la comitiva, por lo que se contrataban a todos los vagabundos, pedigüeños, tullidos, etc, a cambio de una peseta. Leyendo esto se me ocurre que aquellos cortejos fúnebres recordarían a las peregrinaciones al Cristo del Paño de Moclín.

PERIÓDICOS MENTIROSOS

No conviene fiarse demasiado de las noticias de los periódicos. Hoy son relativamente fáciles de contrastar porque los medios de comunicación son muchos, pero en aquella Granada de los años 50 que sólo contaba con dos, Ideal y Patria, se dieron curiosas contradicciones. En uno de ellos se decía que el Alcalde estaba de viaje y en el otro se recogía una foto del mismo inaugurando algo en la propia ciudad. El caso más sonado fue el de una solemne procesión que fue relatada con todo detalle en un periódico, mientras el otro daba la noticia de que la misma se había suspendido a causa de la lluvia.

EL ARZOBISPO Y LA CANTANTE

Esta aventura pudo ser hasta peligrosa para aquella vocalista del Café Alameda, donde está hoy El Chikito. La cantante salía algo ligerita de ropa, tanto que se le llegaban a ver las rodillas. "Fíjate". Y eso en Granada estaba muy mal visto, aunque muy bien mirado por los hombres.

Un gracioso entregó una nota a la vocalista y ella, acercándose al micrófono y con la mejor de sus sonrisas quiso complacer al cliente: "a continuación, y a petición del simpatiquísimo Balbino Santos, voy a interpretar Amado mío. La pobre chica no sabía que el tal Balbino era el Arzobispo de Granada y que la canción Amado mío, de la película Gilda, estaba medio prohibida por ser gravemente peligrosa. Llegó la policía, claro. Parece ser que la ingeniosa idea de llevarle el papelito a la cantante se le ocurrió a José G. Ladrón de Guevara, pero como no es seguro se corre el riesgo de que, en aras de la memoria histórica, aquella vocalista le pida ahora al simpático poeta daños y perjuicios. Miles de anécdotas. "Si yo te contara…" me dicen muchos mirando a la izquierda y abanicándose con la mano derecha.

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