El poeta recoge su Premio Lorca de Poesía

Gimferrer habla en el idioma de Federico

  • El escritor catalán defiende "el lenguaje lírico" por encima de ningún otro al recoger el galardón dedicado al "mito humano y literario" que fue Lorca

  • "En cada frase de su obra hay identidades poéticas propias", destaca

Ningún periodista tuvo acceso al discurso de Pere Gimferrer (Barcelona, 1945) antes de la entrega del XIV Premio de Lorca de Poesía, que ayer por la noche tuvo lugar en el centro de la Romanilla. "Lo tiene en su cabeza", decían algunas de las personas más cercanas al autor catalán. Y así fue. Al poeta barcelonés le bastó con ocho breves, pero intensos, minutos para dejar boquiabierto al público. Antes, la concejala de Cultura del Ayuntamiento, María de Leyva, leyó el falló del jurado donde se destacó "la universalidad" de su poesía y la amplitud y capacidad para "conectar mundos antes no incorporados a la literatura"; y su condición de "renovador constante de la lengua española y europea en el último medio siglo".

El Centro Lorca acogió anoche la ceremonia solemne de entrega de este Premio internacional de Poesía Federico García Lorca-Ciudad de Granada, un galardón dotado con 20.000 euros con el que la capital nazarí reconoce el conjunto de la obra de un autor vivo que, "por su valor literario, constituye una aportación relevante al patrimonio de las letras en español".

Vestido con una camisa blanca y una elegante corbata de ribetes dorados, el escritor aclaró en el inicio de su discurso que debía ser "breve". "En parte el formato del acto lo requiere", apuntó mientras sonreía. En este premio, subrayó, "se reúnen dos cosas que amo: Lorca y Granada". "Al poeta le debemos muchísimo, como Granada le debe mucho a la poesía", reflexionó.

A lo largo de su discurso, Gimferrer desentrañó lo que significó para él y su generación el descubrimiento del autor de Yerma: "un mito poético, literario y humano", y "uno de los autores nacionales más importantes de la poesía contemporánea". El autor de Arde el mar descubrió a Lorca en su "adolescencia", casi al mismo tiempo que amigos suyos que luego pudo conocer -como Dámaso Alonso-.

El escritor catalán enumeró "dos, quizá tres cosas, que explican el triunfo" del autor de El público. La principal, que "se trata de un poeta que vive en las entrañas del lenguaje" más allá de su personalidad y el desenlace trágico de su vida. Esto tiene que ver, según Gimferrer, con "la extraordinaria captación de la actividad sonora y visual". "No hay nada que no podamos ver en la poesía de Lorca", afirmó. Y así, los versos del granadino evocan imágenes, sonidos y hasta olores. Algo así como lo que ocurre con Gimferrer.

El autor barcelonés también destacó el carácter "universal y a la vez local" de la obra del poeta: "Llega a lo universal partiendo de lo local y viceversa". En sus versos, "una sucesión de fogonazos en cada frase, cada palabra, hay identidades poéticas propias". Ni Luis de Góngora, ni Lorca, "carecen de base teórica, pero la usan sólo de vez en cuando".

No se olvidó Gimferrer de hablar de "la personalidad" del granadino, que "forma parte de algo que sólo en cierta medida se refleja en los textos". "El poeta que había en Lorca no es menos que el hombre que habitaba en el poeta", señaló a conciencia el autor de Rapsodia.

Gimferrer mencionó varias obras del autor andaluz, entre ellas Poeta en nueva York, El público, que él mismo editó por primera vez en España, y El Diván del Tamarit hasta llegar a los últimos sonetos -los Sonetos del amor oscuro-: "Ahí apreció un curiosísimo sintagma en dos sonetos contiguos: "grupo de gente" y "grupo de agonías". Sólo otro poeta, Góngora, tuvo éxito poniendo 'grupo de' -en este caso grupo de perros-. Lo apreció Borges en un ensayo".

Esto, explicó Gimferrer, es señal de "una profunda comunicación con el tuétano del idioma. Este idioma no es el español, sino el idioma poético. Una lenguaje aparte de los demás donde sobrevive la conquista del espíritu humano y eso es lo mismo que hallamos en la ciudad y en la poesía de Lorca". Así despidió el escritor y crítico literario su discurso, que fue largamente aplaudido. Muchos no recuerdan uno igual en años.

El escritor galardonado, primer autor de procedencia catalana que se alza con el Lorca, recogió un rato antes la estatuilla Luna que acompaña al premio en metálico, de manos del alcalde de Granada, Francisco Cuenca.

El alcalde inició su discurso felicitando a Gimferrer por su "ingenio poético que se nos manifiesta en castellano, catalán, italiano o francés, rompiendo cuantos corsés se le quieran colocar, haciendo de la lengua, el predicado de un sujeto, que es el verso".

A lo largo de toda su alocución, Cuenca hizo referencias continuas al universo lorquiano y su influjo en el premiado, "el nombre de Lorca ha sido una de las sombras que te ha seguido en tu trayectoria", una influencia que, en palabras del primer edil, se muestra por ejemplo en las referencias que Gimferrer hace a Poeta en Nueva York, "que son constantes y, en muchos casos se ven reflejadas en algunos de tus poemas".

Una parte importante del discurso estuvo centrado en defender "el valor inmenso de la poesía" por encima del idioma y para tender puentes "que deben unir a los pueblos a través de la cultura y no como instrumento separador o herramienta para nominar lo diferente entendido como agravio".

En este sentido, elogió la aportación de Gimferrer, cuyo "ingenio poético se ha manifestado en Castellano, catalán, italiano o francés, rompiendo cuantos corsés se le quieran colocar, haciendo de la lengua el predicado de un sujeto que es el verso; y ahí, nuestro protagonista de esta noche, también su une al cometa de Lorca".

También estuvieron presentes en la intervención del regidor granadino los vínculos de Federico con Cataluña "la riqueza de la sociedad catalana se clavó en los ojos de Federico", y de nuestra ciudad con aquella comunidad "Granada le dice a la Cataluña lorquiana y universal, gracias por todo lo que le distéis a aquel genio de pelo negro y verso de luna".

La delegada del Gobierno de la Junta, Sandra Martín, habló en su comparecencia de un premio "muy merecido" a "un hombre de letras y de ideas, y de palabra y de conciencia" que considera Granada "una ciudad literaria desde la que se escribieron los poemas -epigráficos- de la Alhambra" de Ibn Zamrak. "Supone una enorme satisfacción esta oportunidad de visibilizar la tradición poética de nuestra tierra", concluyó.

Por su parte, el presidente de la Diputación, José Entrena, definió el Centro Lorca como "un espacio que nos honra como ciudadanos y hace de Granada una ciudad mejor". "La trayectoria y el inmenso talento de Pere Gimferrer", recalcó Entrena, avalan este premio, "que llega a cualquier rincón del mundo, como la obra de Lorca que forma parte del corazón de la literatura universal". Entrena prosiguió su discurso hablando de Lorca: "Después de más 80 años de su asesinato nos sigue llenando y enseñando". "La poesía no quiere adeptos quiere amantes", dijo Lorca. Nosotros le damos las gracias por amar la poesía y le ruego que continúe escribiéndola", le pidió el presidente de la Diputación a Gimferrer.

El acto de entrega del XIV Premio de Poesía Lorca, al que asistieron personalidades de la cultura granadina como Ángeles Mora, Laura García-Lorca, Isidro Toro, Reynaldo Fernández y Horacio Tato Rébora, finalizó con un recital del pianista José Ignacio Hernández.

Granada se despide de Pere Gimferrer, un tipo, que según contaron allí sus amigos, "se lee cada verano la Divina Comedia de Dante en italiano, que sabe quién fue el operador de cámara de 2001 una odisea en el espacio, y querecuerda que el día de su primera comunión brillaban mecidas por el viento las hojas del los álamos".

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