Granada

Granada y Rafael de León

  • Se cumple el centenario del nacimiento de uno de los más fecundos poetas del siglo XX. Granada figura en sus letras. Hoy comparte la gloria con García Lorca, Benítez Carrasco y Carlos Cano.

TUVO más 'novias' que nadie y a todas les dio fama: eran La Lirio, La Parrala y La Bizcocha; eran María de la O, Mari Cruz, La Zarzamora y La Triniá. Unas tenían los Ojos verdes, otras llevaban su Tatuaje. Romances de todos los pelajes: uno con la Reina Mercedes, otro con la Viuda Enamorada, pero todos de Valentía. Era Rafael de León íntimo amigo de Francisco Alegre y de Cocha Piquer. Pero hubo que esperar a que resurgiera la copla para reconocer la calidad literaria de aquellos versos que narraban en dos estrofas historias de mil renglones.

Otro caso más de los muchos poetas en los que se mezcla el olvido, el injustificado desprecio, la ignorancia o la envidia de los 'entendidos', aunque sean mil veces aclamados por el pueblo. Tendría que morirse en 1982 para que florecieran como hongos los biógrafos y fueran multitud los que, ahora sí, empezaran a valorar su prolífica obra junto a la de Manuel Quintero, a la mayoría de la cual pusieron música el maestro Quiroga y voces las mejores intérpretes de la copla española.

Tenemos en Granada un caso de cierta similitud con nuestro poeta albaicinero Manuel Benítez Carrasco, que, como León, debería disfrutar de reconocimiento aunque sea después de muerto. Sevilla dedicó a su paisano Rafael una glorieta en el Parque y al granadino Benítez una espléndida avenida. Algo tendrían.

Rafael de León y Arias de Saavedra, nació el 6 de febrero de 1908 en la sevillana calle de San Pedro Mártir, en la misma que Manuel Machado. Era Marqués de la Reina y Conde de Gómara. Venía de familia aristocrática pero con tufillo a 'oveja negra' por coquetear con el mundo de la farándula. Dicen que le sonaba a chino eso de la monarquía y que hasta compuso una letra para el himno a la República. Algunos estudiosos lo sitúan de pleno derecho entre los componentes de la Generación del 27.

león y lorca

En 1926 se matricula en la Facultad de Derecho de nuestra Universidad; empezó viviendo en el Sacromonte y, luego, se muda a la calle Santa Teresa. Un año después entabla amistad con Federico García Lorca. Algo se le pegaría a uno del otro, pero no la caligrafía, que en Rafael era perfecta y en Federico, de desastre. Ambos sufrieron cárcel aunque el final fue diferente.

Al poeta de Fuentevaqueros dedicó su Réquiem, aquél que empieza: 'Lo mataron en Granada/una tarde de verano/y todo el cielo gitano/recibió la puñalada'. A través de sus estrofas van brotando los lamentos granadinos, porque al llanto acuden Bernarda Alba, Doña Rosita y hasta el propio río Darro. Pero la que más lo siente es la que habita en el Campillo: '¿De quién es ese lamento/que sobre la noche rueda?.../ Es de Marianita Pineda/que está bordando en el viento'.

Rafael de León respiró el aire de Granada, paseó por sus calles y la admiró desde las torres de la Alhambra. Supo de sus 'quisios de la mansebía cuando en sus Ojos verdes escribió aquello de 'vimos desde el cuarto despertar el día/ y sonar el alba en la Torre la Vela'.

homenaje de carlos cano

Su principal biógrafo y amigo Antonio Burgos puso letra al homenaje que nuestro paisano Carlos Cano quiso devolverle en aquella bonita grabación del disco titulado Cuaderno de Coplas, editado en 1984. Una de sus estrofas dice así: 'De tu landó de marqués/sale una voz con corona/y es el pueblo, Rafael, en la radio de cretona'.

Hoy, un programa televisivo, Se llama Copla, resucita el género y con ello buena parte de la obra de Rafael de León. Programa, por cierto, que lo único bueno que tiene es la calidad de los cantantes y el acompañamiento musical.

Por lo menos los granadinos deberíamos devolverle al poeta sevillano el favor, como lo hizo Carlos Cano. Ya con este modesto recuerdo en el primer centenario de su nacimiento hay puesto al menos un granito. Corresponde a los doctos no envidiosos hacer lo demás, aunque dice el refrán que 'no hay peor cuña...'

Ahora, al recordar que ya no está, 'que le pongan un crespón a la Mezquita, lazo negro a la Giralda, a la Torre de la Vela y a la Alhambra de Graná'. Le mandamos al cielo un rojo clavel con las mismas letras que él puso al final de su Profecía: '...Porque sin ser tu marío,/ni tu novio, ni tu amante/ soy el que más t'ha querío./ ¡Con eso... tengo bastante!'

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