pasado con presente incluido

María Izquierdo, ingeniera sentimental de una época

  • Fue diputada Constituyente por Granada, secretaria de Estado para las Comunidades Autónomas y europarlamentaria

  • Ahora vive a caballo entre Madrid y Asturias

  • Su hijo, que trabaja en San Francisco, es investigador y trabaja en el desarrollo de la inteligencia artificial

Tenía cierto aire de alumna aplicada de un colegio de monjas, aunque a ella le hubiera gustado que la identificaran con una estudiante que tiraba adoquines a la policía francesa en el Mayo del 68. Sus gafas de chica de 'Un, dos, tres' parecían sonreír con independencia del usuario y sus ojos vivos exigían la aquiescencia del interlocutor en aquellas palabras cargadas de franqueza que ella improvisaba con delectación de experimentada oradora. Con su aire de intelectual y su pelo recogido, estaba siempre dispuesta a ponerse delante de una pancarta reivindicativa, incluso coger el megáfono e incitar a los manifestantes a que se rebelaran contra cualquier cosa que no sonara a libertad. Alguna vez he dejado escrito que fue la musa del socialismo granadino y que al final se sintió desilusionada porque los suyos no habían preservado las libertades conquistadas. Los periodistas que cubrimos aquel trozo de esperanza que se llamó Transición, hacíamos bromas con sus apellidos.

-¿Cuál es el colmo de un socialista?

Fue un pilar importante para crear la estructura preautonómica de la Junta de Andalucía

-Llamarse Izquierdo de primer apellido y Rojo de segundo.

Menos mal que su nombre, María, le infería la excusa perfecta para no pensar que sus padres lo hicieron a propósito. La historia de María Izquierdo Rojo es la de muchas personas que lucharon por defender una España que se desprendía del tufo de un pasado no recomendable para el futuro que se esperaba. Ya no vive en Granada porque perdió su casa morisca del Albaicín a la hora del reparto de los bienes gananciales. Lee, camina y piensa que vivió una etapa apasionante que era necesaria vivirla.

Una ASTURIANA EN ANDaLUCÍA

María Izquierdo nació en Oviedo en 1946. Les ahorro las cábalas cuando les digo que tiene 72 años. Recién licenciada en Filología por la Universidad de Oviedo, tras la muerte de su madre, pasa el verano en Málaga, en uno de sus habituales cursos de lingüística general. Allí, en Málaga, se crea un colegio universitario dependiente de la Universidad de Granada. Su novio, profesor en Granada, le insiste para que solicite un contrato de profesora no numeraria. Ella quiere estar cerca del hombre que ama, se casa con él y se viene a Andalucía. Pero se fue el amor y ella se quedó enganchada a esta tierra. "Mi matrimonio sucumbió pronto por problema de malos tratos, pero a partir de entonces yo fui desarrollando progresivamente un gran apego y admiración por Granada, vinculación que perdura".

María Izquierdo habrá perdido muchas cosas pero no ese vitalismo razonablemente compartido con la nostalgia. Es pequeña de estatura, pero cuando se está con ella es fácil comprobar que siempre ocupa un espacio mayor que el que su tamaño requiere. Me cuenta que sus comienzos políticos fueron duros porque estaba en la clandestinidad, con estados de excepción, detenciones, represiones, torturas a amigos… "Hacer política estaba prohibido, aparte de mal visto socialmente, así que protestando te jugabas la vida y acababas con tu porvenir profesional. Pero éramos jóvenes, decididos, idealistas, generosos, desinteresados... La dictadura nos resultaba insoportable y vergonzosa, nos movía el deseo de cambio y ruptura, sentíamos entusiasmo por las consignas de Mayo del 68, envidiábamos la gestión de Salvador Allende y en el 74 fuimos a Portugal a raíz de la Revolución de los claveles. No nos resignábamos a seguir viviendo sin libertades, en un país aislado, despreciado internacionalmente".

En 1973 obtiene la plaza en Granada y se viene a vivir aquí. Entonces ingresa en el PSOE y luego en UGT. Y se hace una destacada luchadora por las libertades reivindicadas por su partido. "En el 76 me detuvieron junto a otros jóvenes socialistas cuando pegábamos carteles en el Zaidín para la huelga de UGT. El distrito universitario entero, incluidos algunos profesores, respondieron con encierros, asambleas y pagaron la multa que nos impuso el Gobernador Civil de Granada: nunca olvidaré ese apoyo solidario".

Eran tiempos en los que, según ella, "Granada necesitaba sacudirse el miedo y escapar de sus silencios sonoros, su endogámica depresión, sus complejos y provincianismos, su abandono secular, su legado caciquil. Había que dar paso a la Granada democrática de las libertades, la que recuperaría a Federico García Lorca aquel 5 de Junio de 1976, soñadora y abierta, capaz de despegar económica y socialmente, desarrollar su autoestima y sus potencialidades culturales, científicas, turísticas…"

DIPUTADA CONSTITUYENTE

En las elecciones generales de 1977 fue elegida diputada al Congreso por la provincia de Granada, siendo reelegida en 1979 y 1986. Fue una de las 27 mujeres que formaron parte de las Cortes Constituyentes en una época en la que el feminismo pedía paso en todos los campos y actividades. "En aquellos comienzos con frecuencia se trataba a las mujeres como floreros, objetos hermosos para adornar las listas en los puestos relegado. Se consideraba que aún no estábamos preparadas para llegar a los cargos de dirección. Muchas de las mujeres de mi edad han sido discriminadas, por ser mujer, los primeros cincuenta años de su vida y ahora, en la, madurez se encuentran con que son discriminadas por ser mayores. Temas como la planificación familiar, el divorcio o el aborto, eran tabú y la izquierda pagaba un alto precio electoral por defenderlos".

María Izquierdo fue un pilar importante a la hora de crear la estructura preautonómica de la Junta de Andalucía y participó en el proyecto del estatuto de Autonomía. En 1982 fue nombrada secretaria de Estado para las Comunidades Autónomas, ? tiempo en el cual se culminó la constitución de todas las comunidades a excepción de Ceuta y Melilla.

De 1979 a 1983 fue secretaria de Política Autonómica en la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE. Fue también miembro del Comité Federal socialista desde la legalización del partido hasta 1990.

En 1989 fue elegida miembro del Parlamento Europeo, integrada en el Grupo Socialista, puesto que ocupó hasta 2004. "Aquella fue una experiencia de 15 años que me amplió mi visión política. La gran dimensión del reto europeo te habitúa a centrarte en lo realmente importante pasando por alto los obstáculos y dificultades menores. Me permitió conocer de cerca el Mediterráneo y participar directamente en la mejora de las relaciones entre la Unión Europea y los países del Magreb". Y gracias a ella hay un busto de Mariana Pineda en la entrada principal protocolaria del Parlamento Europeo de Estrasburgo. "Me alegraré siempre de haber aportado mi granito de arena a la mejora de la UE".

En el año 2008 quedó excluida por primera vez como delegada para los congresos nacional y regional del PSOE por defender una enmienda a favor de la democracia interna del partido en el congreso provincial. "Ahora los jóvenes socialistas trincan un puesto y se les quita la ganas de luchar y de debatir", me dijo en una entrevista que le hice con motivo de aquella exclusión.

Su conocimiento del partido le da derecho a decir lo que sigue: "He de confesar que, en mi percepción personal, nunca me convenció del todo la marcha del PSOE. En mi juventud era muy crítica y exigente. Ahora no me gusta la política espectáculo que se hace en las organizaciones políticas, ni la dimensión que cobra la publicidad y la propaganda, ni el predominio de la imagen sobre los hechos… En cuanto a los aspectos positivos: admiro la óptima preparación y la carga de trabajo que llevan a cabo los dirigentes socialistas actuales, a pesar de que la gran mayoría de ciudadanos no se lo suele reconocer".

VUELTA A LA UNIVERSIDAD

Cuando termina su etapa de parlamentaria europea vuelve a la Universidad a dar clases. Se va a vivir a su casa morisca del Albaicín, el barrio de sus amores. Se ve obligada a reciclarse, tanto como profesora como política, cuyo tiempo de estar en primera línea ha pasado. Se instala en el Albaicín y al final pierde su casa morisca por la liquidación de bienes gananciales. "En estas circunstancias preferí acercarme a mis hermanos y familia, así que actualmente alterno mi residencia entre Madrid y Asturias". Dice que no está desilusionada de la política porque la ilusión es esporádica y pasajera, pero su compromiso político es el de siempre. También se siente querida por los granadinos. "La verdad es que me siento muy apreciada en Granada y la gente me demuestra mucho cariño. Tampoco me siento olvidada. Sin ir más lejos en marzo recibí el premio Meridiana de manos de la Presidenta de la Junta de Andalucía"

En el cuerpo a cuerpo María Izquierdo es amable, cercana, menuda… que procura ordenar los días sin prisas y con pocas obligaciones. "Sigo siendo madrugadora, leo bastante y a veces escribo, atiendo a las noticias del día y a las redes sociales, continúo con mi afición a la radio, escucho música, me gusta caminar, estar en el campo, cocinar, relacionarme con amigos y familia. Mantenerme informada y activa en política. Cuido mi salud. En realidad lo que más ha cambiado en mi vida es la liberación del tiempo y del trabajo". Tiene un hijo doctor, casado con otra doctora, que trabaja en San Francisco y cuya labor se centra en la investigación, fundamentalmente inteligencia artificial y funcionamiento cerebral.

María Izquierdo hizo su tesis doctoral sobre Juan Carlos Onetti, un escritor que pasó los cinco últimos años de su vida sin salir de su cama. Dice que a ella la literatura le ha acompañado siempre, que le hace sentir, fantasear y le generan unas impresiones novedosas. "Por ejemplo cuando leí 'Una mujer por caminos de España', de María Lejárraga, diputada socialista a Cortes republicanas por Granada, me veía reflejada casi autobiográficamente en situaciones paralelas y parecidas a las que yo había vivido cuarenta y tres años después en la campaña electoral de 1977". María Izquierdo, además de musa del socialismo, ha sido la ingeniera sentimental de una época.

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