salud

Intolerancia a la fructosa, una dolencia en el 'limbo'

  • Pacientes con alergia a diferentes compuestos y alimentos llenan el Colegio de Médicos de Granada para debatir sobre su problema junto al doctor Blas López Rueda

Intolerancia a la fructosa, dieta Fodmap, SIBO, sorbitol, aditivos... de los términos médicos menos conocidos y que están en estrecha relación con una serie de dolencias digestivas que arrastran a no pocos pacientes. La respuesta a muchas de las preguntas que orbitan en este complicado universo las tiene Blas López Rueda, un doctor jubilado de Málaga que se adentró en la rama digestiva a raíz de que una de sus hijas desarrollara una dolencia.

Ése fue el primer paso en un camino que hoy siguen 15.000 personas a través de un grupo de Facebook, que aún no tiene nombre como plataforma y en el que de modo terapéutico sus participantes comparten el modo de vida que les hace arrastrar sus intolerancias, a menudo en el ostracismo que genera el vacío médico y de investigación.

"Los curamos de una cosa y los ponemos malos de otra", explica el doctor López Rueda

¿Qué relación hay entre la intolerancia a la fructosa, la celiaquía y el SIBO? Es el título de la charla que tuvo lugar ayer en el colegio de médicos de Granada y versó sobre la intolerancia a la fructosa. Término controvertido en el mundo de la medicina pues no todos los facultativos la reconocen como tal. Lo que acarrea una falta de consenso y a la postre, un hueco en lo que a diagnóstico y tratamiento se refiere.

Según explica el doctor López Rueda, la intolerancia a la fructosa o "mala absorción de carbohidratos", está directamente relacionada con la celiaquía y con otras 'alergias' muy comunes. En esta ponencia, dice, se explica qué se entiende por la intolerancia a la fructosa para lo que se analizará una serie de características que tienen que presentar los pacientes y se acabará explicando cuál es el diagnóstico y tratamiento.

"Hemos aprendido que muchas intolerancias son debido a una enfermedad celiaca", explica este doctor que se metió de lleno en esta tarea con el fin de hacer pedagogía sobre un tema que afecta a tantos. Solamente en el grupo de esta red social son 20.000 personas "que no encuentran respuesta en sus médicos y terminan contando sus dolencias en Facebook, que no debería ser el lugar".

Este grupo de personas, en Granada encabezado por la Asociación de Celiacos, quieren llamar la atención principalmente a tres grupos, el sistema sanitario público, la industria farmacéutica y la alimentaria. En primer lugar, dice López Rueda, el sistema de salud público no responde a las necesidades de estos pacientes, pues en primer lugar no hay consenso sobre esta dolencia, lo que hace que los pacientes tengan que recurrir al sector privado para realizarse las pruebas necesarias que ayudarían a elaborar el diagnóstico. Todo radica del SIBO, siglas en inglés, que corresponden en nuestra lengua a un "aumento de las bacterias en el intestino delgado", cuenta el doctor. Su estudio está muy extendido en Estados Unidos desde hace más de una década, explica, "si no curamos ese SIBO, el paciente celiaco nunca mejorará y muchas de las intolerancias surgen a raíz de esta dolencia".

En segundo lugar, quieren lanzar una bengala a la industria farmacéutica, a la que afean que sus medicamentos "no sirven porque sus compuestos no se adaptan a las intolerancias de muchos pacientes", un ejemplo de eso es la lactosa, muy presente en ciertos medicamentos. "El problema es que no encontramos su medicamentos, los estamos curando de una cosa y los ponemos malos de otra", explica el doctor.

En tercer lugar aparece la industria alimentaria, eterna protagonista de muchos debates sobre salud, de la que dicen que "no es buena para nadie, en especial para quienes tienen mal el estómago". Se refieren a que hay una cantidad de productos procesados con aditivos en los que "el etiquetado no es correcto , no está bien explicado". Y se usan términos que camuflan lo que realmente contiene. A través de esta charla, y de las continuas conversaciones en la red social, se recomienda una dieta especial llamada Fodmap nacida en la universidad Monash en Melbourne.

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