valle del lecrín | una rifa en la que todos ganan

¿Machismo? ¡Aquí hay naranjas!

  • Los vecinos celebran con normalidad la rifa de los Santos Inocentes tras la polémica

  • Entregan vinos o jamones a los ganadores y viven con orgullo su fiesta

A pesar de la tremenda polémica suscitada esta semana, Chite no renunció a su fiesta. Este pequeño municipio del Valle del Lecrín celebró ayer sus Santos Inocentes con una verbena muy singular marcada por una rifa que entregó jamones, longanizas, juguetes y vinos a los vecinos y visitantes que se acercaron hasta la Casa de la Cultura. Personas que todavía ayer no se podían creer que su pueblo, de unos 300 habitantes, se haya hecho famoso por una fiesta presuntamente machista en la que realmente se va a disfrutar y a echar un buen rato con amigos y familiares en plena Navidad.

La polémica nació tras la presentación de este evento en una rueda de prensa de la Diputación Provincial. Ese día, el alcalde de la localidad, Salvador Ramírez, habló de una "puja para bailar con mujeres" y que explicó de una forma desafortunada según la opinión de los vecinos. "Yo voy a lo mejor con mi mujer y llega uno y dice 'diez euros por que la señora del alcalde baile con otra persona'. Y entonces el alcalde, que está un poco mosqueao, dice "mi mujer cómo va a bailar con este. 15 euros, el otro puja... ¿Me entendéis? Así es cómo se recoge el dinero". Sus palabras rápidamente dieron la vuelta a España. Un hecho que, sin duda, ha indignado a los vecinos pues la fiesta -según cuentan- no es así. La realidad es que durante días los vecinos recaudan alimentos y juguetes para la rifa. Y, en ese contexto, también había antiguamente quien ponía dinero para el baile. No sólo los hombres. Todo el mundo podía hacerlo y por distintos motivos. "Por ejemplo, si uno llevaba bigote había quien pagaba para que se afeitara", detalla en tono de humor Francisco Javier Álvarez, vecino de Padul casado con una chitena que ayer se encontraba en la fiesta.

Según cuenta, Chite fue el primer pueblo que igualó el sueldo de mujeres y hombres en la recogida de la naranja. "Aquí, de machismo, nada de nada", remarcó este hombre que recuerda cómo en la fiesta también había quien ponía dinero para que dos vecinos del pueblo que estuvieran enfrentados pasearan por la plaza. Era una forma de "limar asperezas entre los vecinos", asegura. Todo, en un clima muy familiar pues la localidad es tan pequeña que todos se conocen.

También con cariño recuerda la fiesta otra vecina de Chite, María Herrero. Para ella siempre ha sido sinónimo de diversión y risas. "Si por ejemplo a tu amiga le gustaba otro del pueblo, pagábamos para que bailara con él. Aquello era un número ver a nuestra amiga roja como un tomate. Los padres, aunque antes eran más estrictos, ese día lo permitían. Lo pasábamos muy bien". No había maldad alguna. Lo hacían tanto hombres como mujeres", dice.

Aunque la esencia real de la fiesta, lejos de ese baile, era el carácter social y de ayuda al vecino. Lo normal era que se rifaran alimentos y juguetes recolectados de los negocios y casas de la zona. Tradición que hoy se mantiene y que ayer, a pesar de la polémica, volvió a celebrarse.

En torno a las doce del mediodía, una docena de mujeres preparaban la comida en las antiguas Escuelas del municipio. Mientras tanto, otro grupo de vecinos amontonaban los enseres y alimentos a rifar en la Casa de la Cultura situada cerca de la iglesia en cuya plaza, tradicionalmente, se celebraba esta fiesta. Migas, papas con pimientos fritos, boquerones o remojón con naranja del Valle, la que cultivan con tanto orgullo, son solo algunos de los exquisitos platos que estas vecinas prepararon para llevarlos a la fiesta.

En torno a la una y media -y con todo listo- estas vecinas, muy molestas por la imagen que se ha dado esta semana del pueblo, llevaron toda la comida a la citada Casa de la Cultura donde sobre las dos empezó la fiesta y la rifa. Ellas también guardan el recuerdo de cómo vivieron este evento en su juventud y que se hacía sin maldad. "La fiesta era en familia. Yo bailé con todo el que me sacó y con quien yo saqué y eso era una alegría", explica Aurelia Martín, otra vecina de Chite orgullosa de su pueblo y sus tradiciones. El dinero recaudado de la venta de boletos para la rifa tiene como destino la iglesia y las fiestas que se celebran a lo largo del año.

El vecino Julio Sánchez fue ayer el primer agraciado. Se había comprado por un euro una sota de Espadas, ya que la rifa se realiza con una baraja de cartas española. Por esa cantidad mínima ganó un jamón serrano, una piña y dos botellas de vino.

Lo normal es que vecinos del pueblo carguen una cesta con los artículos. La pasean vendiendo las papeletas con la imagen de la baraja por el Centro Cultural vestidos de alcalde, alguacil o pregonero del siglo XIX. La carta que salga se lleva el premio.

Emilia Soto e Isabel Miñarro son dos de las vecinas que ayer también se encontraban en la fiesta. Soto, cuyo marido es de Chite, no se pierde nunca esta celebración que recauda dinero para la iglesia y las fiestas en un ambiente muy bueno: todos se llevan bien. Del mismo modo, Miñarro, catalana que se ha mudado hace cuatro años a la localidad junto a su marido -natural de Chite-, enfatiza que "nada de lo que se dice del municipio es verdad". Ninguna vecina cree que el pueblo sea machista ni tampoco sus tradiciones, que viven con ilusión y orgullo y a las que invitan a todos los granadinos a conocer. A eso y a acercarse a por naranjas del Valle, almendras o aceitunas, alimentos que sí caracterizan a esta tierra de espectaculares vistas, gente amable, casitas blancas rodeadas de naranjos y limoneros. Lo demás... es cuento.

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