pasado con presente incluido

Mercedes Moll, de estanquera a 'madre' de la Constitución

  • Mercedes Moll de Miguel fue una de las 27 mujeres (21 diputadas y seis senadoras) que formaron parte de las llamadas Cortes Constituyentes

  • Fue la presidenta provincial de la Federación Granadina de Mujeres Empresarias y fundó la Asociación Provincial de Viudas

Lleva consigo esa joven luchadora adherida a su personalidad como una rémora gustosa. Aquella joven la requiere constantemente, la ayuda a mantenerse y la suplanta a cada paso con una tenacidad implacable. Es aquella joven enfermera que se queda viuda a los 28 años con cuatro niños pequeños. Es aquella hermosa y melancólica muchacha que viene a Granada y le conceden la explotación de un estanco para sacar adelante a su familia. Es aquella inexperta idealista que crea una Asociación de Empresarias porque cree firmemente en el papel de la mujer en esta sociedad. Es la que pone en marcha una asociación de viudas para promover la igualdad de las esposas que se habían quedado sin marido. Y es aquella persona altruista que se mete en política y se convierte en una de las 21 mujeres que ocuparon un escaño en las Cortes Constituyentes. Aquella joven es hoy una espléndida mujer madura que dice que ahora es 'presidenta de honor' de muchas cosas y que no sabe vivir sin la réplica de esa novata que siempre lleva dentro y que le ayuda a moldear su destino, su entereza y su gozo. Se llama Mercedes Moll de Miguel y tiene 13 nietos.

Hace dos semanas fuimos requeridos por Antonio Martínez Sánchez (autor del libro Crónicas y confidencias de mi ayer. De la Dictadura a la apertura(1939-1972) para comer en el restaurante Las Tinajas. Habíamos sido convocados Mercedes Moll de Miguel, Antonio Arenas y un servidor. La dama fue la última en llegar y cuando lo hizo y tomó posesión del escaño en la mesa para el condumio, los restantes comensales tuvimos la sensación de que aquel momento iba a ser entrañable. Como así fue. Mercedes Moll lleva la vida por delante de su tiempo. Ha sido pionera en varias modalidades que ofrece la vida. Y eso se nota en muchas cosas, por ejemplo, en el modo en el que se dirige a nosotros y en cómo sabe acaparar la atención de los presentes. Gasta una cortesía de mujer educada en los modales que impone una religiosidad temprana y su voz es capaz de atemperar cualquier desajuste verbal que se pueda producir en su presencia. Los años no han hecho demasiados estragos en su lozanía facial y tiene la mirada de esas personas que saben lo que es pasar fatigas en la vida. Sus manos, como ejemplo de seres vivos independientes, apenas se quedan quietas y las utiliza ora para moldear sus palabras ora para mesarse el cabello. Y cuando ella habla, todos callamos, no por galantería, sino porque estamos convencidos de que merece la pena escucharla.

Viuda y con cuatro niños pequeños

Dicen que el destino es para una vida lo que el viento para un velero: a veces te lleva a sitios donde no quieres ir. Mercedes Moll de Miguel, que nació en Madrid, sabe que su vida no hubiera sido la misma sido si no se hubiera quedado viuda a los 28 años y con cuatro niños pequeños, el mayor con cuatro años y el menor con 16 meses. Por entonces ella vive en una sociedad en la que la mujer está siempre en segundo plano. Se casa con el cirujano militar César de Requesen cuando tiene 21 años. Seis años y pico después su marido muere de un infarto. "Vivíamos en Sevilla y me quedé sola con los cuatro niños en una ciudad en la que no conocía a nadie". Al morir su marido se va Barcelona a vivir con sus padres. Al poco tiempo a su padre, coronel de Intendencia, lo ascienden y lo destinan a Granada. Pero mira por donde, en el traslado, su padre se cae por las escaleras y tiene que pasar varios meses de hospital en Barcelona. Ella se encuentra con la trupe de hijos de nuevo sola en Granada, en donde, al ser viuda y con familia numerosa, le conceden la explotación de un estanco. Lo que le obliga, pues, a quedarse aquí es que estos negocios no se podían ni vender ni trasladar. Y es entonces cuando comienza su etapa de empresaria. Su espíritu de mujer emprendedora le hace fundar la Asociación de Viudas y la Asociación Granadina de Empresarias. También es pionera en atravesar campos por los que solo pasaban los hombres. Se hace de la directiva de la Cámara de Comercio y después de la Confederación de Empresarios. De ahí a la política solo había un paso. "En 1977 llega el momento de las primeras elecciones democráticas y el cambio político. Contactan conmigo varias formaciones políticas pero los que la convencieron fueron Leopoldo Calvo Sotelo y Federico Mayor Zaragoza, cuando intentaban fundar la UCD. Dice que lo consultó con su madre y que ésta le dijo que no tenía por qué significarse políticamente. Luego lo consultó con el obispo de Astorga, que la había casado, y éste le dio su parabién. "Me dijo que España estaba necesitada de gente capaz de servir al pueblo y que yo podía ser una persona capaz para llevar a cabo cualquier cometido. Él me convenció. Si me hubiera dicho que no, yo no hubiera aceptado el ofrecimiento de UCD para formar parte de su partido".

Fue la tercera de la lista y elegida diputada en aquellas elecciones que ganó la UCD. "Tuve que dejar a mis hijos con Isabel, la persona que los cuidó durante años, y yo irme de lunes a viernes a Madrid. Fue una etapa muy dura. Apenas veía a mis hijos porque algunos sábados y domingo que estaba aquí en Granada los tenía hipotecados con reuniones del partido, entrevistas o mítines en los pueblos. Como era la única mujer, siempre me requerían para atraer el voto femenino". Dice que ahora que lo piensa no sabe qué fuerza sobrenatural ("debía ser una fuerza divina", aclara) le impedía mandar todo a freír espárragos y quedarse con sus hijos. Pero tiró para adelante y se convirtió en una de las 21 diputadas (también hubo seis senadoras) que ocuparon un escaño en las Cortes Constituyentes, todo un honor. Todavía no era consciente del momento histórico en el que estaba viviendo.

Como diputada estuvo cuatro años. Fue nombrada vicepresidenta de la Comisión de Justicia y de la Comisión de Presidencia del Gobierno. Entre su anecdotario personal está la primera vez que llegó a las Cortes y, ante el asombro de muchos, fue invitada por Adolfo Suárez y su esposa a tomar café con ellos en la Moncloa. "Es que cuando era una jovencita veraneábamos en Ávila y allí conocí a Adolfo Suárez en una corrida de la Beneficencia. Fue en el año 1958. Y es que los abuelos de Adolfo y los míos eran muy amigos. Lo que estaba lejos de imaginar es que aquel chico con el que me fotografié en aquellas fiestas de Ávila iba a ser presidente de Gobierno y yo una diputada de su partido. Las cosas de la vida".

Dice Mercedes Moll que entonces la política se vivía de manera distinta a la de ahora. Que entonces había mucho nivel y que casi nadie pensaba en enriquecerse si se metía en política. "Los diputados empezamos ganando 45.000 pesetas, doscientos y pico euros de ahora. Pero yo creo que lo que mandaba era la ilusión por sacar el país adelante. No te digo que no hubo quienes vieron en la política una oportunidad para relanzar sus carreras, pero la mayoría eran personas que había dejado sus carreras, sus negocios y sus profesiones para servir al país".

De labor reconocida

Cuando deja la política -en la segunda legislatura ya no la incluyen en la lista- se convierte en una gran promotora social, en una activista por los derechos de la mujer. De alguna forma se da cuenta de que las mujeres no pueden, simplemente, adaptarse a los códigos masculinos excluyentes. ¿Qué hace falta para situar a la mujer dentro de las esferas del poder?, se pregunta. Y entonces lucha, dentro de su código de feminidad moderada, por la conciliación familiar, por la igualdad de oportunidades y por cambiar, en definitiva, la estructura elitista e imperante de la sociedad de entonces.

Ahora se siente una mujer que ha aprovechado las oportunidades que le ha dado la vida. Su labor ha sido reconocida por colectivos varios y ha sido galardonada al menos una decena de veces por su labor como política y empresarial: Premio Mariana Pineda, Medalla de Oro al Mérito Civil de la Ciudad de Granada, Orden del Mérito Constitucional… Todo ello, entre otras cosas, por haber sido presidenta provincial de las mujeres empresarias y de la asociación de viudas, por crear el Club de la Constitución o por fundar, por ejemplo, una fundación dedicada a luchar contra la ludopatía. "Ahora soy presidenta de honor de muchas cosas. Sigo siendo miembros del Consejo Social de la Universidad, pero mi actividad social, como es lógico, ha mermado mucho".

Le pregunto el por qué no ha vuelto a casarse, siendo una mujer a la que, sin duda no le han faltado, pretendientes, y lanza una esas sonrisas que definen la seguridad de una respuesta.

-Pues simplemente porque no llegó la ocasión. Me casé muy enamorada de mi marido y después no debió presentarse la persona adecuada. Además, no he tenido tiempo. He estado muy atareada.

Y suelta una moderada carcajada, propia de esa persona que ya ha descubierto el verdadero sentido de todo lo que ha vivido.

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