Granada

Posibles innovaciones de la UGR en los exámenes

  • Consecuencia. Las notas están asociadas a estados de angustia, nervios... Y una universidad que pueda atenuar la alteración psicosomática de sus estudiantes, sube en el ranking de excelencia

Vamos a tratar en esta ocasión de un tema tan escolar como los exámenes. Nuestra atención va a centrarse en dos aspectos problemáticos: la copia y las notas. Es obvio que los exámenes con número de participantes elevado son más propicios a que suceda lo primero. Y una universidad que sea permisiva, baja en el ranking de excelencia. Por otra parte, las notas están asociadas a estados de angustia, nervios y pulsaciones a tope. Y una universidad que pueda atenuar la alteración psicosomática de sus estudiantes, sube en el ranking de excelencia.

La copia constituye un problema académico muy extendido. La hay al por mayor y al por menor

Brigada anticopia

La copia constituye un problema académico muy extendido. La copia al por mayor se realiza sobre documentos como tesis doctorales o trabajos de asignatura. Eso es muy serio y la UGR para combatir tal amenaza dispone de programas informáticos (Turnitin) que detectan coincidencias entre documentos. Pero en la modalidad de copia al por menor la situación permanece estancada, siendo raro encontrar un estudiante que, si las circunstancias son propicias, no termine fusilando alguna que otra cosilla en examen.

Cierto que el menudeo es difícil de controlar y la informática no ofrece soluciones efectivas. ¿Podemos entonces poner puertas al campo? Pues sí, podemos. El otro día iba ensimismado en el LAC cuando de pronto me vino la solución. No es digital ni analógica, más bien zoológica. Protagonista: el perro.

En efecto, el mejor amigo del hombre posee un espectacular sentido del olfato que le permite captar olores sutiles y distinguirlos entre sí. Pese a que aún no se conocen los mecanismos implicados, está científicamente probada su capacidad para detectar cambios hormonales propios de enfermedades (p.ej. cáncer) o estados de ánimo (p.ej. ansiedad). A este respecto, se sabe que en estado de máxima alerta el ser humano libera hormonas específicas (entre ellas, adrenalina y cortisol). Es exactamente la situación en que se encuentra un estudiante en el acto de copiar.

Aquí tenemos pues el fundamento de nuestra propuesta. Ahora todo consiste en adiestar perros en la búsqueda de tales efluvios y formar con ellos una brigada canina anticopia adscrita a la UGR. Dependería de la Unidad de Calidad y su sede podría ser el Hospital Real, Patio de los Inocentes (hay una fuente para que puedan beber).

Imaginemos ahora con detalle una de sus actuaciones. Se recibe una alerta sobre la inminente celebración de un examen masivo (los menos controlables). La Brigada acude rauda a la Facultad demandante. Comenzado el examen, se despliega por el aula olisqueando por doquier. En el momento que alguno de sus componentes detecta una infracción, se sienta al lado del sospechoso moviendo la cola ostentosamente y espera a que venga el profesor responsable.

¿Qué ocurre si el copión, pese a todas las evidencias en su contra, protesta? El agente canino, siguiendo el protocolo de actuación, lo aplaca echándole una meadita. ¿Y si la cosa va a más y se insolenta? Se recurre entonces a un superagente que permanece en la reserva y solo interviene en casos extremos. Se trata de un bulldog feo, bajito y regordete (y además, basto) llamado Cagónidas. El personaje, haciendo honor a su santo nombre, actúa de la manera que podemos suponer. Primero apunta hacia el infractor e inmediatamente da rienda suelta a su aparato digestivo. Una reacción tan contundente, deja al infractor aturdido. El examen vuelve, pues, a la normalidad.

Sin duda alguna estamos en presencia de una innovación tan impactante, que se convertirá en centro de atención de las más prestigiosas instituciones internacionales. Y más de un ilustre visitante acudirá a la UGR queriendo conocer de primera mano la actuación de la Brigada Anticopia y de sus componentes. Por supuesto, Cagónidas (que tiene el gatillo flojo) sería excluido de la recepción. Por lo que pudiera pasar…

Una vez pasado un examen y la tensión nerviosa que conlleva, lo peor viene después, las notas: 0, 1, 2, 3, 4… Esta parte del proceso es particularmente peliaguda para estudiantes con expectativas demasiado optimistas, sobre todo, para los que mantienen esperanzas en el 5 y luego se quedan en el 2 o en el 3. El choque anímico es de consideración, la estabilidad psíquica se tambalea, la autoestima se resiente. Ante una conmoción parecida muchos estudiantes pueden terminar necesitando asistencia del consabido equipo de psicólogos. Otros no tanto, como Juanito Rebollo (31 años y aún en 2º de Farmacia), el cual, ante el brutal dilema de presentarse o a un examen o al bar, prefiere siempre esta última opción. Pero su abuela, que no sabe de la misa ni la mitad, se angustia. "Por Dios, que vengan los 'pichicólogos' ¡que mi Juanito sufre mucho cuando no aprueba!".

¿Hay manera de evitar el trauma que acarrean las notas? Al menos de aliviar la situación, sí. ¿Cómo? Pues variando el sistema de calificaciones. Hasta ahora se ha utilizado un sistema numérico, con notas comprendidas entre 0 y 10, lo cual evoca en muchos casos recuerdos desagradables y, particularmente, las cifras más inferiores pueden herir la sensibilidad del estudiante. Para romper esta dinámica, me atrevo a proponer un nuevo sistema de evaluación que muy posiblemente terminará siendo asumido por la UGR, ya que es más familiar, visual y festivo para los estudiantes. Consiste en abandonar las calificaciones numéricas, asociadas a vivencias poco agradables, y adoptar en su lugar un revolucionario sistema de evaluación por emoticonos. Sí, he dicho por emoticonos.

Los cambios alcanzarán a todos los dominios relacionados. Así, el expediente académico, que es un documento administrativo, frío, solemne y poco atractivo, tomará la forma de comic. Eso sí, timbrado y rubricado. En cualquier empresa multinacional, a efectos de demanda de empleo, una presentación tan original tendrá sin duda alguna una acogida muy favorable.

Como es previsible, el nuevo sistema hará cambiar algunos hábitos de los estudiantes. Una vez consolidado, podremos asistir a conversaciones como la siguiente. Uno pregunta "¿Qué nota has sacado, tío?" y el otro responde mediante mímica facial, afinando el gesto para que no haya ambigüedades.

El primero se da por enterado "¿Sííííí? Bueno pues entonces nos vemos en septiembre. Já, já, já". Y el segundo concluye "Eso. Jí, jí, jí".

1ª Constatación: Con el nuevo sistema, todos contentos y sin traumas.

Y sigue la conversación: -"¿Sabes la nota de Mariano? Pues le han dado un… [Gesto facial (compungido)]". -"No fastidies. Él creía que iba a sacar un… [Gesto facial (benévolo)]". -"Claro que a su familia, para que le compren la moto, le ha dicho que ha sido un… [Gesto facial (exagerado)]

2ª Constatación: El nuevo sistema fomenta la gimnasia facial, muy recomendada para mantener el cutis terso y saludable.

En resumen, el nuevo sistema de evaluación es capaz de expresar lo mismo que el tradicional, pero con cariño y delicadeza. Mucha, mucha delicadeza ("Eso, eso". "Porque mi Juanito, la criatura, es tan sensible...").

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