Granada

Trágica corrida de toros en Granada

  • Un toro marcado con el número 13 produjo en Granada un desastre

  • Fueron corneados el novillero Rebujina, el mozo Quiles y una banderilla vació el ojo de un espectador

En la llamada "fiesta de los toros" hay quien ha querido ver la exaltación del ego-inteligente frente a la bestia, a la fuerza bruta; y si resulta popular tal vez sea porque permanecen en ella los instintos más primarios y ancestrales, aunque se rodee de arte, colorido y emoción.

Acabamos de leer lo de la muerte de Iván Fandiño; pero esto que les cuento fue en el Corpus de 1891; el cartel anunciaba para la tarde del 28 de mayo y bajo la presidencia del Marqués de Campo Hermoso la corrida para los novilleros Lobito, Rebujina y Quinito, con reses que se decía presentaban "hermosa lámina y trapío". Firmaba la crónica el crítico Paquiro, manifestando que la entrada fue buena en la sombra y lleno en los tendidos de sol.

Cuando el torilero dio salida al tercero de la tarde marcado con el número 13 y de nombre Flor de Jara, un toro "castaño, hosco, astifino y de buena lámina", no se percató de que había gente en el ruedo dando la espalda a la puerta de toriles. Por allí esperaba Rebujina más preocupado de saludar al público que de atender la salida impetuosa del novillo. Para colmo y también incomprensiblemente distraído se encontraba en el ruedo el mozo Nicolás Quiles. Al primero que enganchó Flor de Jara fue precisamente al despistado Quiles, al que empitonó elevándolo varios metros.

Terminada esta "faena" el toro de dirigió repentinamente hacia Rebujina, que seguía de espaldas agradeciendo las palmas y lo enganchó por detrás sin recibir quite alguno de los subalternos. Fue muy rápido y nadie se percató a tiempo. Ni siquiera oyeron los toques de clarines anunciando la salida. Quiles quedó en el suelo sin sentido; la cornada le produjo en el glúteo un escalofriante desprendimiento de la masa muscular, además de la conmoción cerebral al caer de golpe al suelo. Fue trasladado al hospital de San Juan de Dios. Rebujina se retiró por su pie a la enfermería donde le esperaban los médicos, señores Rubio y Guerrero, y el doctor Pérez Andrés, que presenciaba la corrida. Fue trasladado muy grave a su domicilio en la Plaza del Carmen. El toro fue despachado por el novillero Quinito después de media estocada, tres intentos de descabello y un nuevo pinchazo que le hizo doblar. El que acertó a la primera fue el puntillero Juan Soler; el único aplaudido en esta aciaga tarde de toros.

No terminaron las desgracias. Cuando Quinito despachó a su quinto toro de nombre Soberbio con aplausos y corte de una oreja, una vez arrastraban los monosabios al morlaco, a uno de ellos se le ocurrió arrancar una banderilla y lanzarla a los tendidos. A por ella se lanzaron dos espectadores que se disputaban el trofeo. El periodista dice literal: "se disputaron la banderilla dos salvajes como venidos de Zululandia". En la lucha se le clavó la banderilla en el ojo a un joven llamado Emilio Palacios que estaba cerca de los dos luchadores. El anzuelo le atravesó el globo del ojo y con la cara ensangrentada ingresó también en la enfermería.

Siguieron los sustos porque el último toro, de nombre Navarro, arrebató de forma impetuosa el capote del banderillero; tuvo que huir de forma precipitada buscando el estribo y en el tumulto de la barrera cayeron de cabeza al callejón dos o tres peones de las otras cuadrillas. Encima y por diversas discrepancias se produjeron altercados entre los espectadores con intercambio de golpes que hicieron intervenir a la fuerza pública y a los servicios de enfermería. No murió Rebujina de esta cornada. Pero otros tuvieron peor suerte en Granada. Francisco García "Perucho" murió el 8 de junio de 1801. El 2 de septiembre de 1934 muere en la Plaza del Triunfo Miguel Morilla Atarfeño, y es que suelen los toreros matar a los toros; dicen que es la inteligencia frente a la bestia; pero como muchas veces es al revés, ya no estoy tan seguro.

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