Elecciones a rector

La abstención también vota

Tal y como funciona la normativa electoral de la Universidad, aunque pueda parecer chocante, cuantos menos estudiantes acudan a las urnas, más vale el voto de cada uno de ellos. Hasta tal punto que si la participación fuera verdaderamente baja, podría valer más la papeleta de un alumno que la de un profesor. De hecho, si sólo participara en las elecciones un solo alumno, su voto valdría la cuarta parte del resultado final, que es la proporción que se concede al voto del sector estudiantil.

Esto es así por el sistema de voto ponderado, que se aplica para equilibrar el peso de cada sector, ya que en número la supremacía de los alumnos es aplastante: son más de 80.000, mientras el profesorado ronda los 4.000 y el personal de administración y servicios los 2.000. La participación, sin embargo, suele funcionar a la inversa. Mientras aproximadamente un 80 por ciento de los trabajadores acude a las urnas, la participación de los alumnos suele rondar el 10 por ciento. En las últimas elecciones a rector, en 2003, fue de un 12,44 por ciento. Era la segunda vez que se aplicaba el sufragio universal, sistema que ya se había adoptado en las elecciones de 1981, aunque más tarde se volviera a la elección indirecta.

Dejando a un lado el caso hipotético de que sólo votara un alumno y pensando en la situación real, se saca alguna conclusión. Ese, nada desdeñable, 25 por ciento en manos de unos 80.000 alumnos es difícil de controlar y de movilizar. Pero dada la baja participación, cada voto cuenta mucho más que si votaran todos y si un candidato consigue mover a suficientes alumnos en su favor, tendrá un buen pedazo de la tarta del resultado final. Porque por pocos que voten, la suma sigue pesando una cuarta parte.

Esto no se le escapaba a ninguno de los candidatos que se disputan el Rectorado el martes -Rafael Payá, Luis Rico, Francisco González Lodeiro y Antonio Campos-. Alguno apostó fuerte desde el principio por este colectivo, pero al final ninguno se quedó atrás. La que concluyó el sábado fue la campaña electoral universitaria más ambiciosa y mediática vivida hasta ahora, con un autobús promocional, una radio electoral y regalos de libros y memorias USB.

Era una situación nueva: sufragio universal y cuatro candidatos en liza. Nadie sabía exactamente cómo se iba a manejar esto y las campañas han ido en parte improvisándose y empujándose unas a otras. Algunas voces afirman que se les ha ido de las manos. Sin entrar en juicios, es cierto que han conseguido llamar la atención más que nunca antes, pero de verse rodeado de carteles a hacer el gesto de meter la papeleta en la urna, hay un trecho. Y a juzgar por la experiencia, un trecho bastante amplio para los estudiantes. Elecciones similares en otras universidades, ya con sufragio universal y cuatro candidatos, como las de Jaén en marzo pasado, tampoco elevaron la participación más allá del 11,5 por ciento. El martes hablarán los estudiantes, pero pocos esperan una afluencia masiva a las urnas.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios