Granada

El acusado de matar a su cuñado con un hacha declara que sólo quería "marearlo"

  • El fiscal pide una condena de 8 años de internamiento en un centro psiquiátrico

"No quería matarlo, sólo marearlo". Estas fueron las palabras que pronunció ayer en la Audiencia de Granada Manuel S.V., el hombre que el año pasado, en un olivar de Villanueva de las Torres, causó a su cuñado lesiones en la cabeza de tal gravedad que al final le provocaron la muerte. Usó primero un hacha, y después, cuando la víctima había caído al suelo, le golpeó con unas piedras de dimensiones considerables que había en el suelo.

El interrogatorio del acusado, que padece una psicosis crónica y esquizofrenia paranoide, no fue fácil. Sus problemas auditivos unidos a su corta elocuencia, hicieron que el fiscal tuviera que insistir en sus preguntas y simplificarlas hasta un grado máximo.

En sus contestaciones, Manuel S.V. dijo que no se llevaba bien con su cuñado porque hacía que gente en la tele hablara mal de él. Reconoció que el día de la agresión, lo vio llegar en la moto y cogió el hacha "para darle en la cabeza". Luego, cuando la víctima cayó -en su huida- a "una acequia" le golpeó "con una piedra".

En definitiva, el acusado, de 53 años, reconoció la brutal agresión que costó ocho meses después la vida a su cuñado, Fernando F.M., con el que había compartido techo durante más de dos décadas. Y es que Manuel S.V. vivía en casa de su hermana, que también testificó ayer en el juicio sin poder evitar emocionarse al ponerse junto a él.

La mujer, vestida de negro, aseguró que su difunto esposo y su hermano no tenían problema alguno. "Jamás", según afirmó, habían discutido. Su marido sólo había dicho a Manuel en alguna ocasión, cuando se quedaba dormido viendo la tele, que bajase el volumen para no molestar a los vecinos.

En las fechas en que ocurrieron los hechos -febrero del año pasado-, el psiquiatra de Manuel S.V. le había reducido un poco la medicación. "Le había quitado una pastilla", precisó su hermana, que el día de autos no notó nada extraño en el comportamiento del acusado que hiciera presagiar lo que iba a hacer.

Manuel, después de haber herido a la víctima, regresó a su casa con total normalidad y no contó nada de lo que había hecho ni a su hermana ni a su médico de cabecera, que acudió al domicilio avisado por la mujer al verle manchas de sangre en la ropa.

Los forenses confirmaron que cuando ellos lo reconocieron, el acusado, por su enfermedad, tenía anuladas parcialmente sus capacidades. No pudieron pronunciarse sobre si en el momento exacto de los hechos las tenía completamente anuladas, aunque esa posibilidad, según afirmaron, "podría considerarse".

El fiscal pidió que se condene al acusado a 8 años de internamiento en un centro psiquiátrico "adecuado".

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