Granada

"Los años de la dictadura fueron nefastos para todo, también para el vino"

  • Fuensanta Martín Cáceres, la propietaria de 'La Bodeguilla de al lado', es desde hace unas semanas la primera mujer de Granada con el título de sumiller por la Escuela de Hostelería de Barcelona

Fuensanta Martín Cáceres, propietaria y encargada de La Bodeguilla de al lado es la primera mujer en Granada con título oficial de sumiller, expedido por la Escuela de Hostelería de Barcelona. Hace algunas semanas se entregaron los títulos en un acto auspiciado por la Asociación de Sumilleres, presidida por Javier Castro y a la que pertenecen una quincena de empresarios, propietarios de locales pequeños con una gran tradición en la cultura del vino. Se han ido preparando a lo largo de años, se han presentado a las pruebas y siete de ellos han recibido el título. La Bodeguilla es su mundo. Detrás de la puerta, discretamente enmarcado, el artículo 10 de la Constitución: "Sobre los derechos y deberes fundamentales". Es su forma de entender su vida y su negocio.

-¿Su relación con la hostelería?

-Mi hermana Ana empezó trabajando en Los Italianos, luego, en los años 80, montamos una barra en las fiestas de la Asociación de Vecinos del Realejo. Un par de años después, mi madre se quedó con un bar y yo la ayudé, compaginándolo con los estudios de BUP, que finalmente no terminé.

-¿Cuándo decide montar su negocio?

-A lo largo de casi diez años trabajando en la hostelería, como empleada en diferentes locales, sobre todo pubs, sin cerrar prácticamente ningún día. Trataba de hacer cursos para ir formándome, con idea de tener algún día un local propio.

-¿Por qué este local?

-Nunca he tenido mentalidad de empresaria, sino de trabajadora, y un sitio como éste, pequeño, con una barra y sin mesas me permitía trabajar sola. Y también me permitía hacer mi bodega a mi gusto: sin destilados, ni cafés, un sitio de vinos, cosa poco frecuente en manos de una mujer, en un mundo mayoritariamente de hombres.

-¿Su clientela?

-A mis clientes les debo todo. Tras estos diecisiete años, se han ido quedando los clientes que verdaderamente participan de los principios de esta casa. Desde que comencé aquí, año tras año, y van diecisiete, gracias al respeto mutuo nos hemos ido formando la clientela, la bodega y yo.

-¿Cómo ha sido su preparación teórica en el mundo del vino hasta lograr este título?

-Yo soy autodidacta. Afortunadamente, el hecho de trabajar sola me ha permitido organizarme, encontrar tiempo para estudiar y leer acerca del vino, asistir a ferias o visitar bodegas. En el año 94 hice un curso en el Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada, con el profesor Mataix. Pero, sobre todo, la Asociación de Sumilleres ha sido muy importante, yo pertenezco a ella desde hace unos siete años. Estamos en una formación continua, periódicamente hacemos catas verticales, ponemos en común nuestros conocimientos en cuanto a vinos nuevos, productos relacionados...

-Imprescindible para haber podido llegar hasta aquí..

-El apoyo incondicional de mi pareja, de mi madre, de mi abuela Mamá Petra. Las mujeres de mi casa y de mi alrededor son el espejo en el que me miro y son quienes me van dando la ayuda necesaria durante toda mi vida. De ellas he aprendido todo lo bueno y sin ellas no estaría donde estoy.

-¿Qué siente al ver plasmados en un título sus conocimientos?

-Me siento muy orgullosa, un logro en un mundo tradicionalmente de hombres. Es el reconocimiento a toda una vida de esfuerzo y, para mí, el recuerdo constante de que soy quien soy gracias a la gente que me ha rodeado. Gracias a su cariño y su respeto.

-¿Qué opina del auge del mundo del vino?

-Todo lo que ha ido ocurriendo, el boom de las vinotecas, sitios especializados en vender y servir vino, talleres de cata... En Granada siempre han existido bodegas, donde se bebía y se compraba vino a granel. Los años de dictadura han sido nefastos para todo pero también para el vino. El potencial del vino está en la tierra, pero la formación humana no ha existido hasta ahora.

-¿Qué le parecen los vinos de Granada?

-Son fantásticos, Granada es una región muy diversa. Se había perdido la tradición de hacer vinos tranquilos, sólo se hacían mostos. Si los enólogos siguen por donde van, vamos a tener unos vinos espléndidos. Porque tenemos vinos muy diversos: Baza, Jete, Cónchar... No es lo mismo, cada uno, siendo de la misma uva, son muy diferentes unos de otros.

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