Excelentísimo Presidente

"Un coche, cuando no se lleva como se debe llevar, es una máquina de matar"

  • Trabaja en su casa de Atarfe y en concreto en el cuarto de su único hijo, que murió hace tres años en la carretera · El colectivo, más que ayuda económica o material, da apoyo moral

ÁNGELES Villafranca tiene el despacho en su casa de Atarfe. En concreto en la habitación de su único hijo, Miguel Ángel, que se conserva tal cual él la dejó cuando, hace casi tres años, se fue a trabajar y ya no volvió. Entre Atarfe y Albolote, el coche que conducía se encontró en el camino a otro vehículo parado. Para evitarlo tuvo que invadir el carril contrario y allí se encontró con un todoterreno cuyo conductor, en el atestado, reconoció que en ese momento estaba mirando para otro lado y hablando por el móvil con su mujer. Pudo ser también que fuera demasiado rápido, o incluso que llevara unas cervezas, cosa que no llegó a aclararse porque no se le hizo la prueba de alcoholemia. Pudo ser cualquier cosa. Lo único que se sabe a ciencia cierta es que Miguel Ángel, que sólo tenía 20 años, murió.

Aquello ocurrió el 23 de marzo de 2006 pero su madre, casi tres años después, sigue de luto riguroso. No esquiva ninguna pregunta sobre aquel fatídico día, dice que es un orgullo hablar de su chico. Lo hace muy a menudo, cada vez que se reúne con otros socios de Stop Accidentes, el colectivo del que es delegada en Granada. Son reuniones terapéuticas en las que todos cuentan sus experiencias.

Llegó a Stop Accidentes de casualidad, un día que veía la televisión, tres meses después del fallecimiento de su hijo. En las noticias hablaron de su existencia, ella se interesó y al cabo de unos meses se convirtió en la delegada en Granada. Para ser dirigente, por cierto, se tiene que haber pasado por una circunstancia similar. Se supone porque así se sabe mejor que de oídas cuál es el terreno que se pisa.

"Cuando nos reunimos por primera vez con un nuevo afectado, lo primero que hacemos es escucharnos y desahogarnos mutuamente. Todos nos entendemos porque sufrimos el mismo dolor, que es tan grande que no puede comprender nadie más, ni siquiera la familia", explica la presidenta, que precisa que esos encuentros se pueden producir o en la sede -un local cedido por el Ayuntamiento de Atarfe- o en cualquier otro sitio, dentro o fuera de la provincia. "La verdad es que vamos donde nos llaman, allí donde hay gente hundida que necesita nuestra ayuda", resume.

Stop Accidentes no es una organización no gubernamental al uso, en el sentido de que no facilita ayuda económica o material. En su caso, lo que da es apoyo moral, psicológico -en esto último colabora una profesional especializada en duelo, luto y catástrofes- y, llegada la situación, también jurídico, porque son muchos los que, además del dolor, soportan la certeza de que el suceso que acabó con uno de los suyos se debió a una negligencia de otro o a una mala señalización.

Nadie en la asociación tiene cargo remunerado, aunque para su delegada eso no es ningún trauma. "Yo creo que donde no hay dinero se está mejor", incide, y agrega que lo único que reciben son subvenciones puntuales -de la Junta o de la Dirección General de Tráfico- con las que pretenden pagar a la psicóloga que colabora con ellos "aunque sea para pagarle los gastos, que la pobre no ha visto todavía un euro", o los viajes que realizan para dar consuelo a gente de otras provincias. Eso sí, tienen otras muchas ayudas, no monetarias pero sí valiosas. Menciona, por ejemplo, la del jefe de Tráfico en Granada, José Vico, o la del fiscal Pedro Jiménez.

Toda esa labor se complementa con lo que a la presidenta le parece casi lo más importante de todo: ayudar a prevenir accidentes. Ella y otros socios acuden regularmente a dar charlas en colegios e institutos, donde no se cortan a la hora de explicar las consecuencias tan funestas que puede tener el ser un alocado. Así que se ayuda de vídeos muy gráficos que muestran, por ejemplo, a quienes sí sobrevivieron pero han quedado en estado casi vegetal.

"Un coche, en el momento en el que no se lleva como se debe llevar, es una máquina de matar", resalta. Y lo mismo es válido para las motos, claro. En esas charlas, de hecho, siempre recalca que el casco no sólo se debe llevar puesto -en la cabeza, que en el codo no adornan, no quedan nada estéticos, no evitan malas consecuencias y, en caso de caída, pueden producir graves lesiones en esa zona- sino que tienen que estar homologados.

La educación, para ella, es fundamental desde el principio. "Debería ser una asignatura desde la etapa de preescolar. Recuerdo que una vez me invitaron a un programa de televisión en Murcia y allí habló también un hombre, que había sido director de Tráfico, y que habló de una experiencia piloto que se estaba siguiendo no recuerdo dónde pero que se había prolongado nada menos que por treinta años. Lo más sorprendente es que, en todo ese tiempo, los que recibieron esa educación continua no tuvieron ni un accidente", revela.

Instruirse, además, podría ser divertido. De hecho, recomienda un juego parecido al de la oca pero donde, en vez de pozos o cárceles, hay señales que los niños tienen que aprender a identificar. Y funciona. "Una sobrina, cuando tenía sólo tres años, iba conmigo en el coche y me reprendió porque me salté un semáforo en ámbar. Me dijo que ella sabía que hay que parar".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios