hostelería

La cruda realidad de las kellys

  • Pastillas, fajas y dolor, los 'compañeros' diarios de trabajo de las camareras de pisos

La cruda realidad de las kellys

La cruda realidad de las kellys

Carmen es una de las conocidas como 'kellys' -camareras de pisos-, o al menos lo era hasta hace un año. Tiene 52 años y durante 14 años se ha dedicado a este ámbito de la hostelería, pero la sobrecarga de trabajo le derivó en una deformación ósea en los pies que la obligó a entrar dos veces en quirófano. La intervención era muy agresiva pero necesaria: si andar durante cinco minutos seguidos se convertía en todo un reto lleno de dolor, trabajar se convertía en un reto casi inalcanzable. Sin embargo, la intervención no fue suficiente y tras ella, pese a intentarlo, finalizar el parte diario de habitaciones era prácticamente imposible.

Fajas, pastillas para el dolor, antiinflamatorios y relajantes musculares eran sus compañeros de trabajo, hasta que su cuerpo dijo basta. Hace justo un año entró en depresión: quería seguir trabajando, lo necesitaba económicamente, pero no podía y todo ello la hizo entrar en depresión. Finalmente ella ha conseguido la invalidez total, por lo que ya no trabaja, pero muchas de sus compañeras continúan igual que estaba ella. "Por desgracia yo ya no estoy activa, pero en lo que puedo ayudo a mis compañeras a mejorar su situación" explicó Carmen a Granada Hoy, pero este es solo un ejemplo más de la situación que viven hoy en día las camareras de pisos.

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se reúne hoy con ellas en Sevilla

Otro caso es el de María -nombre ficticio ya que por miedo a que no quieran contratarla prefiere no desvelar su identidad-, que fue contratada como camarera de pisos de refuerzo en temporada alta. "Me echaron porque tenía contrato de dos meses de prueba y con la sobrecarga de trabajo me hice daño en la espalda. Les dije que iba a urgencias y, a raíz de esto, me echaron. Fui a devolver mi uniforme y me trataron aún peor, con gritos e incluso cogiéndome del brazo. Hay testigos de lo que pasó, y todo fue por querer poner en la carta de despido que no estoy conforme". Simplemente es otro de los nueve testimonios que hoy, a partir de la una de la tarde leerá la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz: las representantes de la Asociación Kellys Unión Granada, junto con compañeras de otras provincias, han dicho basta y llevan sus reivindicaciones hasta el Parlamento Andaluz.

La presidenta de las kellys en Granada es Mayte, una joven treintañera que no se niega a hablar con los medios, pero que ahora mismo, por miedo a no encontrar trabajo, prefiere no mostrar su cara ni tampoco su apellido. Ella nos recibe junto a dos compañeras más, Loli y Conchi: una sí tiene trabajo, a través de una empresa de limpieza en un hotel de la capital, la otra no, por lo que al igual que Mayte, prefieren no dar más datos sobre su identidad, al menos de momento.

"Nuestro trabajo está muy mal remunerado y catalogado cuando somos la fuente principal de los hoteles. Quizá decir que nos tratan como esclavas es un poco fuerte, pero casi es así. Granada es una ciudad con mucho turismo y prácticamente todo el año los hoteles están llenos. Ahora el turismo está subiendo mientras nuestros salarios están bajando. Si nosotras no limpiamos, ese hotel se hunde, y sin embargo nos están mirando como unas simples limpiadores, sin estudios, como personas que no estamos informadas, y eso no es así. Aquí hay de todo, y todas estamos informadas de nuestros derechos", relata Mayte, que expone que el principal problema que sufren es la externalización de servicios.

"En estas empresas tú no sabes lo que vas a cobrar ni cuánto vas a trabajar. Aunque te contratan por cuatro horas, realmente cobras por habitación, y la media que te pagan es de 2 euros. A la hora de darte el parte de trabajo, te ponen más habitaciones de las que puedes hacer en cuatro horas, por lo que ya de por sí estás perdiendo tiempo y dinero. Aproximadamente se tarda unos 30 minutos por habitación, pero si quieres intentar sacar el parte de trabajo a tiempo hay que correr más. Esto es prácticamente imposible". Así lo relata la presidenta de las kellys, que además especifica que "cuando perteneces a una de estas empresas externas, si te llaman para una semana y descansas dos días, esos dos días no te los pagan porque realmente solo cobras por habitación. Son contratos de fin de obra y servicio. Hemos ido empeorando con los años".

Y habitación que no se hace porque existe un cartel de 'no molesten', habitación que no se cobra. "En mi caso me pagaban por horas, pero sin embargo, si en la habitación ponía no molesten y yo me iba tras las cuatro horas de trabajo, esa habitación, aunque no fuese culpa mía, me la descontaban del sueldo por no haberla hecho", explica Conchi.

Además, la sobrecarga de trabajo es evidente, y esto es algo que se ve reflejado en la salud de las camareras de pisos. Esta es otra de sus reivindicaciones. "Otro de los puntos que estamos pidiendo es la jubilación anticipada. No es lo mismo una persona que trabaje en una oficina y esté hasta los 67 años, que una persona que día tras día está quemando su cuerpo física y psíquicamente con nuestro trabajo hasta esa edad. Es imposible llegar activa a los 67 años y más con estas condiciones".

Desde hace diez años, la situación cada vez va a peor y ellas ya han dicho basta. En Granada hay más de medio centenar de camareras de pisos que ya forman parte de las kellys pero cada día se van sumando más. La semana pasada estuvieron en la Moncloa y hoy visitan Sevilla, pero sus reivindicaciones irán más allá para hacer ver la cruda realidad a la que se enfrentan cada día, "un submundo laboral" que esperan que mejore por su presente y por tener un futuro.

La Asociación Kellys

Unión Granada se formalizó

el jueves día 5 abril.

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