Granada

"Soy un delincuente; atraco y vendo droga, pero no soy un asesino"

  • El presunto autor del crimen de Beatriz Collado cuenta al tribunal de la Audiencia una rocambolesca historia en la que fue "obligado" a violar a la joven por unos sicarios que luego la estrangularon

José Molero Guerrero, el presunto asesino de Beatriz Collado Ramírez, no quiso ayer dar la cara. Utilizó la capucha de su chaqueta para impedir que los objetivos de los numerosos fotógrafos y cámaras que se agolpaban en la puerta de la Audiencia de Granada captasen su imagen. Sólo se descubrió cuando estuvo dentro de la sala de la Sección Primera, ante el tribunal que dictará su sentencia por aquel terrible crimen que conmocionó a la sociedad granadina y cuya autoría negó. "Soy un delincuente; atraco y vendo droga, pero no soy un asesino", dijo ayer José de forma airada en un momento de su interrogatorio.

El acusado, que tiene 32 años, -dos más de los que el fiscal pide que pase en prisión por el rapto, violación y estrangulamiento de Beatriz el 1 de marzo de 2006-, no se declaró culpable y relató ante el tribunal una rocambolesca historia que ya había narrado durante la instrucción del caso y que suscitó más de una cara de incredulidad entre el nutrido público que colmaba la sala.

Todo comenzó, según el acusado, mientras cumplía condena por otros delitos -en su historial figuran robos, droga y hasta un secuestro condicional-. Estando en prisión, hizo "un pacto" con otro preso, que le encargó, a cambio de dinero, que cuando saliera en libertad matase a seis personas. José, para quien su defensa pide la libre absolución, abandonó el presidio a finales de 2005, pero no ejecutó ninguno de los crímenes encargados, motivo por el que la noche de autos fueron a buscarle dos sicarios que a su vez tenían retenida a Beatriz.

"Salí de casa de mi hermano -muy próxima al lugar donde Beatriz fue raptada- y me encontré con una persona que tenía una foto de mi hijo y me dijo que lo acompañara", indicó José, a quien los supuestos sicarios, "morenos de piel, altos y con acento turco", amenazaron y llevaron hasta el pantano del Cubillas, junto a Beatriz. Una vez allí, le dijeron "esta noche vas a hacer un trabajo para nosostros" y le "obligaron" a violar a la chica. "Yo le pregunté en varias ocasiones a Beatriz qué hacía ella allí, pero no me supo contestar", comentó José, quien aseguró que fue la propia joven quien, presa del pánico, se desnudó de cintura para abajo y luego se vistió. "No sé si consumé la relación", señaló. Su semen fue hallado en el cadáver de la chica, a la que vio cómo mataban los dos supuestos sicarios "con una barra, haciendo como un torniquete con una bufanda que ella llevaba al cuello". Después "la tiraron al pantano levantándola entre los dos". Ella "no se defendió y casi no gritó". Sobre el teléfono móvil de la joven que fue hallado por la Policía en poder de su pareja, José dijo que "no sabía que era de Beatriz" y que se lo dieron los sicarios "para estar en contacto" con él.

La sesión de ayer se cerró con la declaración de varios testigos, entre ellos, Ramón G.C.B., el que fuera novio de Beatriz, que ejerce la acusación particular en el caso y solicita 48 años de prisión para el acusado. Él fue el último que escuchó la voz de la chica, que tenía 27 años. Contó al tribunal que mientras ambos conversaban por teléfono oyó de fondo una voz masculina que dijo a Beatriz "tranquila, tranquila, apaga el móvil". Entonces la llamada se cortó y ya la joven nunca más volvió a contestar.

También fue interrogada la pareja del acusado, Josefa G., quien trató de reforzar la versión del acusado en lo referente a los asesinatos por encargo. Aseguró que estando en prisión José, éste le envió "varias veces 3.000 euros" para el hijo pequeño de ambos . Dichos envíos, como apuntó, le causaron cierta extrañeza, pues no sabía de dónde salía ese dinero. Dos hermanas de Beatriz comparecieron asimismo como testigos tras una mampara, ante la atenta mirada de sus padres, quienes llegaron puntuales a la Audiencia para asistir al enjuiciamiento. Ambos se mostraron respetuosos y no perdieron la calma en ningún momento, pese a que estuvieron sentados en una banca situada a escasos metros del presunto violador y asesino de su hija. El juicio continúa hoy.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios