atentado de eta en 1997 en granada

El héroe de Casería de Montijo 15 años después

  • José Antonio Sola recuerda el atentado de ETA del 29 de septiembre de 1997. Desalojó a los vecinos de dos bloques y evitó una matanza, pero quiere olvidarlo.

El 29 de septiembre de 1997 cambió la vida de José Antonio Sola. Tenía 22 años y de la noche a la mañana se convirtió en un héroe muy a su pesar. Un héroe que en un momento de tensión eligió la decisión correcta de ayudar al prójimo pero que ahora casi reniega de su hazaña.

Dice que sólo le ha traído problemas y el desánimo le ha calado muy hondo a pesar de que se le insista en la importancia y en la heroicidad de sus hechos, que permitieron evitar una matanza de ETA en Granada, en concreto en el barrio de Casería de Montijo. De hecho, fue calificado como el héroe de Casería de Montijo.

Un atentado que tuvo una importancia estratégica ya que permitió al Ministerio del Interior confirmar que la banda terrorista tenía un grupo estable en Andalucía.

Este periódico ha podido hablar con él 15 años después de lo sucedido y, aunque prefiere no dar datos de su vida actual ni mostrarse públicamente, recuerda lo que pasó.

Fue un 29 de septiembre. José Antonio acudió a Casería de Montijo, a la antigua carretera de Víznar, a llevar a su novia. Conducía un Fiat 1 blanco y casualmente aparcó al lado del coche que ETA había preparado con explosivos. Después se supo que el destino del atentado era la comandancia de la Guardia Civil, situada a unos 400 metros, pero lo tenían aparcado en esa calle para prepararlo y no levantar sospechas. También se habló de que el objetivo eran unos depósitos con unos 22.000 litros de propano que estaban situados a 100 metros de donde dejaron el coche.

El coche estaba aparcado entre el de José Antonio y el de su novia y lo que le hizo sospechar fue que el coche de su hoy mujer tenía un cristal roto y que el detonante había sido un tubo de PVC como el que vio dentro del coche terrorista. Fue entonces cuando vio que había 15 granadas en la vaca del vehículo. De hecho, después se confirmó que los terroristas habían abandonado el coche tras detectar un fallo del sistema de detonación.

"Lo primero que hice fue decirle a mi novia que corriera y se pusiera a salvo y llamé a la Policía Local para avisarle de lo sucedido", recuerda. Pero la ayuda tardaba en llegar y José Antonio no lo dudó: comenzó a desalojar el bloque de viviendas situado junto al coche. Eran dos bloques con 16 familias cada uno. De hecho, los vecinos no le creían y tuvo que decir que había un escape de gas para que comenzaran a salir.

También le costó trabajo que le creyera la propia policía. De hecho, aunque suene paradójico, cuando llegaron al lugar -con retraso porque había fiestas en el barrio y era la procesión de la Virgen de las Angustias y no había efectivos- el sospechoso era él. Le pidieron la documentación y hasta que uno de ellos no vio los artefactos con sus propios ojos no le dieron credibilidad.

Y el coche explotó. Después, llegaron ya todos los refuerzos policiales posibles. Afortunadamente sólo hubo destrozos materiales y no hubo víctimas. Una sí, el propio José Antonio, que tuvo una luxación en el hombro y que pese a la labor realizada no está considerado víctima por el Gobierno, algo que le ha decepcionado mucho, al igual que la actitud de los políticos de todos los bandos.

Lo recibió el entonces presidente del Gobierno José María Aznar, Mariano Rajoy le entregó la medalla de la Policía Nacional, Manuel Chaves la medalla del mérito y el Subdelegado del Gobierno -entonces José Torres Hurtado, alcalde de Granada- la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil. "La gente cree que por cada medalla me he llevado una paga pero no es así. Esto no me ha traído nada más que problemas y ya he pasado página. En aquel momento lo hice porque pasó todo muy rápido y fue la reacción que me salió", mantiene.

Pero después vinieron los problemas y el agobio de políticos y periodistas, que sólo querían aprovechar el protagonismo momentáneo de José Antonio. Por culpa de esto perdió su trabajo en una empresa de mensajería, que no quería arriesgarse a posibles localizaciones o represalias de los terroristas. "En aquel tiempo se lo comenté a Chaves cuando me recibió que no quería medallas, que lo que quería era un trabajo. Me dijo que en una semana me llamaba y todavía lo estoy esperando", asegura.

Con este desencanto, es de entender que Sola en un principio se tomara bien el desarrollo de los acontecimientos pero que después se diera cuenta de que "cada uno va a lo suyo". Así que el héroe de Casería de Montijo ha tenido que "aprender a vivir y pasar página" formando una familia en la que todo lo que tiene se lo ha trabajado él y en la que el único recuerdo que intenta tener de ese momento aparezca cuando ve las distinciones que le entregaron o cuando los periodistas intentan cada año recordando la efemérides que hable de lo ocurrido, algo a lo que no se presta porque el asunto, no se cansa de repetir, le ha traído "muchos quebraderos de cabeza".

Lo único material que se llevó fue dos coches que Faconauto le entregó a él y a su novia después de que los suyos quedaran destrozados por el efecto de los explosivos.

"Fue un Fiat Punto y un Cinquecentro y encima de segunda mano", por lo que aprovecha para desmentir que sus actos le supusieran un beneficio económico o material. "No estoy reconocido ni como víctima, ni consto en los archivos, ni tengo remuneración económica y eso que tuve lesiones. Lo que tengo es porque me lo he trabajado yo. Lo que sí me dejó fue que durante muchos años estuviera mal psicológicamente".

Su moraleja: si hoy en día veo algo igual echo a correr y miro para otro lado.

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