Granada

El lado más humano de la biografía de Fray Leopoldo

  • Un documental, que podrá comprarse en Armilla, narra la vida del Santo, desde su juventud como campesino con novia hasta los últimos años en la orden

Fray Leopoldo no realizó la confirmación hasta los 27 años. Además tuvo una novia durante bastante tiempo. Como ya era muy mayor y no tenía estudios, tuvo que esperar durante cuatro años para que los frailes capuchinos aceptasen su solicitud para entrar como hermano en la orden.

Estos son algunos de los detalles que se desvelan en el último documental sobre la vida del limosnero más famoso de Granada, que presentó ayer por la tarde la congregación franciscana.

Durante media hora, algunas de las personas que mejor conocen su vida desgranan los entresijos de una biografía que en sus últimas décadas estuvo dedicada a Dios pero que da para mucho más.

El documental, ilustrado completamente con imágenes de época, tanto de su juventud como de su etapa de fraile en fotos y vídeos, así como numerosos testimonios gráficos de la Granada de la época, de la situación social...

El narrador va descubriendo algunos episodios de la vida del capuchino que luego se desarrollan con numerosos testimonios.

La cinta arranca con la vida de Fray Leopoldo cuando era el hijo de una modesta familia de Alpandeire que empezó a dedicarse a las labores del campo, como cualquier joven de su edad en ese municipio. Un profesor de un colegio del pueblo explica que con 20 o 21 años, cuando el joven participaba en las labores de recolecta del trigo, llamaba la atención por su "generosidad extraordinaria" porque daba el dinero y el calzado a los pobres. "Era un mozo singular".

Además de por este tipo de comportamientos, como recuerda un vecino, daba muy buenos consejos. Pero lo que más les sorprendió de él a los que lo conocieron en ese periodo fue que interrumpiera un largo noviazgo con una estupenda joven y que renunciase así a la vida establecida que se esperaba en un muchacho de Alpandeire.

Fue cuando su familia se mudó a Ronda y pudo coger mayor perspectiva de la vida cuando, tras un sermón de unos monjes capuchinos, decidió ordenarse fraile, aunque tuvo que esperar el visto bueno de la congregación porque lo suyo fue una vocación tardía.

Al principio trabajó como hortelano y sacristán en conventos de distintos pueblos de Andalucía, antes de recibir su traslado definitivo a Granada. Tanto como hortelano como limosnero, Fray Leopoldo siempre se dedicó a las tareas más humildes pero logró granjearse el respeto de todo el mundo a través de su devoción.

Aunque vivió épocas sociales muy agitadas, supo alcanzar el respeto de todo el mundo gracias a su labor como limosnero. Ahora la orden se encarga de mantener su legado colaborando en Guatemala y con la residencia para ancianos, a la que en pocos años se sumará otra nueva.

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