ayer y hoy

¿Quién mató al 'mensagero'?

  • Cuando muere un periódico, algo se muere en el alma

  • Granada tuvo más de 400 periódicos en el siglo XIX

  • El 'Qué dirán' de El Atisbador dedicó cuatro páginas para despedirse de los lectores

Raro es el granadino que no ha oído recitar el poema anónimo ¡Ay de mi Alhama! Y seguro que se sabe de memoria sus primeros versos: "Paseábase el rey moro/ por la ciudad de Granada/ desde la Puerta de Elvira/a la de Bibarrambla./¡Ay de mi Alhama!/Cartas le fueron venidas/que Alhama era ganada./Las cartas echó al fuego/y al mensajero matara/…" Lo de matar al mensajero viene de lejos; hay quien remonta el hecho a la antigüedad clásica, nada menos que a Plutarco (Vidas Paralelas, siglos I-II) y en relación con las sinceras pero desagradables noticias que trajo el mensajero Metrodoro al que acabaron matando.

En Granada tuvimos nuestro 'Mensagero' (se escribía con g) y como a tantos otros periódicos también lo mataron. Se trataba del Mensagero Económico y Erudito; el más importante periódico editado en el siglo XVIII junto con la Gazetilla curiosa del Padre La Chica Benavides (1794); apareció en 1796 y apenas duró poco más de un año; pero trajo para Granada los aires nuevos de la Ilustración que se estaban gestando en la Francia de la Revolución. Fue fundado por el matemático, geógrafo e ingeniero Francisco Dalmau, al que se debe uno de los planos topográficos más fiables de la Granada barroca; recoge las calles, plazas, puertas, ríos, fuentes, etc. y hasta el número de vecinos que tenía Granada, 13.825 (ver mi artículo Calle Profesor Francisco Dalmau, en Granada Hoy, 6, 6, 2011).

El Mensagero salía los lunes se hacía en la calle Jardines y se vendía en el Zacatín

El Mensagero salía los lunes y jueves, se hacía en la calle Jardines, se vendía en el Zacatín; empezaba con el santoral, daba noticias del tiempo, explicaba lo que era un termómetro y un barómetro y hasta los tipos de viento que había en Granada (no citaba a los más frescos); terminaba con apartados de compra-ventas y objetos perdidos. Pero lo que más interesaba eran las noticias económicas, las literarias y las llamadas Cartas al Editor o Cartas al Diarista, porque fue el que inició la sección que con el tiempo se llamaría Cartas al Director.

Cuando muere un periódico, algo se muere en el alma y así murió el Mensagero el 27 de septiembre de 1797, en uno de esos ahogos que envuelve las gargantas de los que día a día se esfuerzan por dar a luz ideas, opiniones, las últimas noticias. "Hace 16 mese dimos principio a este periódico…hemos apurado todos los medios de economía para mantenerlo…ya es imposible continuar…creemos haber cumplido lo prometido en el prospecto…damos las gracias a todos los señores que nos han favorecidos con sus escritos…"

Entre muertes "naturales" y prohibiciones oficiales debidas a reyes absolutistas como Fernando VII o a la intervención de la Inquisición fueron muchos los "mensajeros" que se quedaron en el camino durante los siglos pasados. A la educada despedida del Mensagero oponemos la desgarrada de otro periódico del siglo XIX, El Atisbador, en cuyo prospecto de presentación de octubre de 1835 decía ser "diario histórico-crítico, político y literario". Así murió este otro 'mensajero' que en su último número dedicó cuatro páginas a despedirse desilusionado con un apartado titulado ¿Qué dirán?: "Qué dirán los sabios al ver que solo prosperan los necios?...¿Qué dirán los hombres libres al ver que los aficionados a la esclavitud son tan ciudadanos como ellos…¿Qué dirá la luz natural de El Atisbador cuando ve que el periódico no le da ni para pagar la luz artificial con la que escribe?... Y ¿qué dirá el público cuando vea este suicidio tan…tan…tarantantan?...Dirá R.I.P." En una nota ruega a los suscriptores pasen a recibir el dinero adelantado. Se movía España en un momento político, la Regencia de María Cristina, que daba mucho juego a la prensa, alguna muy libre y muy descarada, por eso moría o la mataban. Terminemos con palabras de mi querido Quevedo: "No he de callar, por más que con el dedo, tocando ya la boca, ya la frente, silencio avises o amenaces miedo".

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