la importancia de cuidar la VISTA

Una mirada sana y protegida del sol

  • El uso inadecuado de las gafas de sol puede provocar enfermedades a largo plazo

Una clienta en su óptica elige las gafas de sol adecuadas.

Una clienta en su óptica elige las gafas de sol adecuadas. / barrionuevo

Los ojos al igual que la piel tienen memoria, por eso es conveniente cuidarlos adecuadamente desde pequeños. El Colegio de Ópticos-Optometristas de Andalucía presentó hace poco una campaña informativa de concienciación para que los padres protejan adecuadamente los ojos de sus hijos.

Según apunta la presidenta del colegio, Blanca Fernández, durante la infancia y la adolescencia se absorbe entre el 50% y el 80% de la exposición solar de toda la vida. En niños y jóvenes el sistema ocular no esta totalmente desarrollado, por eso requiere una protección mucho mayor. "El cristalino del ojo de los menores de diez años deja pasar hasta el 75% de la radiación ultravioleta, mientras que a las personas adultas de 30 años solo les pasa el 10%", apunta. Fernández añade que el hecho de no protegerse puede ocasionar situaciones irreversibles, incluso colabora en que los menores, cuando tengan un poquito más de edad, puedan sufrir una degeneración de retina prematura u otras alteraciones oculares.

Durante la infancia y la adolescencia se absorbe la mayor parte de exposición solar

Los profesionales recomiendan una serie de medidas de protección solar ocular infantil como impedir la exposición solar continua en las horas centrales del día, entre las 12:00 y las 16:00.

Con la llegada del verano, las gafas de sol se convierten en el complemento estrella, el problema se encuentra a la hora de elegir las lentes perfectas; normalmente se escogen los modelos de mayor tendencia sin pensar en la garantía o la calidad que ofrecen para la visión. ¿Y cuáles serían las claves para elegir unas perfectas gafas de sol? Según la presidenta, para unas lentes correctas es esencial que contenga el CE (Comunidad Europea) en la varilla, el número de categoría del filtro, la referencia a la normativa que cumplen, que contengan un folleto adjunto que indique las características de la lente y la montura, en definitiva, que sean de buena calidad visual, para que no provoquen distorsiones y no afecten a la visión de los colores, pasen las pruebas adecuadas y sean homologadas. "Es mejor no ponerse gafas de sol a ponerse unas malas", apunta Fernández. Esto se debe a que nuestros ojos están preparados fisiológicamente, de forma que la pupila se dilata en situaciones de oscuridad, se cierra ante situaciones de luminosidad, el ojo hace esto de manera automática. Cuando ponemos una lente que no es buena delante de nuestros ojos, con este mecanismo lo forzamos a tener la pupila siempre dilatada.

También es importante pedir consejo a un profesional óptico para que indique qué tipo de gafas se ajustan al usuario. Cada par de ojos es un mundo, y según estos, se necesitan unas gafas u otras; los ojos claros, por ejemplo, son más fotosensibles que el ojo oscuro. El entorno también condiciona la elección de las lentes, es decir, si se van a utilizar en la playa, donde el riesgo es especialmente alto, dado que la radiación nociva es reflejada un 17% en la arena y un 25% en el agua, o se utilizan en las zonas montañosas o nevadas, donde la radiación UV es hasta un 25% más intensa, ya que la distancia con el sol es menor; además, la nieve puede reflejar hasta un 80% de radiación.

A simple vista el sol nos puede generar quemaduras, pero, tal y como apunta Fernández, a largo plazo la exposición continuada al sol puede generar enfermedades como una degeneración en la retina, alteraciones oculares, fotoconjuntivitis y otras.

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