Granada

Una peluquería con arte

  • En el barrio del Realejo, La Pelu ofrece un ambiente desenfadado y familiar con exposiciones constantes

Después de mucho tiempo trabajando para firmas con un nivel elevado y de un modo bastante estricto, Lola Rodríguez y sus compañeros decidieron que, a la hora de montar su propio negocio, lo que les apetecía era crear "algo divertido", un lugar "desenfadado y donde el cliente se sienta a gusto". Así nació La Pelu, que tiene otros dos establecimientos en Barcelona y que en Granada lleva tres años abierta en la calle Molinos.

Con un derroche de color por todos lados, una decoración cuidada donde parece haber sitio para todo y ese ambiente que perseguían de "hacerte sentir en el salón de tu casa", La Pelu plantea un modelo de peluquería alternativa, que Rodríguez explica que es más corriente en ciudades como Barcelona, Madrid, Londres o París. "El público es bastante joven. Hay muchos estudiantes y también extranjeros", comenta Rodríguez, que se muestra orgullosa de la confianza que depositan en ellos sus clientes. "Muchos vienen y me dicen que les peine como quiera y eso es muy difícil de conseguir".

Además, este establecimiento suele contar en sus paredes con distintas exposiciones de artistas que van cambiando con el tiempo. "Suele ser la gente la que se ofrece a hacer exposiciones aquí. Muchos son clientes y otros no, pero les gusta el espacio para enseñar aquí sus obras", cuenta Rodríguez. De diseño gráfico, de cartelería, de bolsos, de camisetas... las muestras que han pasado hasta ahora por el local tocan todos los palos.

Ahora mismo, las barbies son las protagonistas de la muestra de Quico Lozano que se puede ver en el local. El artista maquilla, peina y viste a las muñecas para dar forma a sus creaciones que no sólo son las propias barbies, sino también fotografías que realiza con ellas, en las que las coloca en distintos ambientes usando técnicas de fotomontaje.

Eso sí, todo este aire alternativo y diferente, relajado y divertido, en el que los clientes se toman un refresco o un té mientras se ponen mechas no resta ni un ápice a la profesionalidad del servicio, puntualizan los trabajadores. Lo primero es lo primero.

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