Pere Gimferrer. Poeta, periodista y editor

"En poesía es más fácil emplear las palabras de forma no utilitaria"

  • El poeta barcelonés reflexiona sobre los temas y la materia de los versos ajeno a todo el bullicio que supone la concesión de un galardón como el Premio Lorca

Alto y extraordinariamente tranquilo, aunque con una locuacidad desbordante, en el vestíbulo de su hotel Pere Gimferrer parece abstraído de todo lo que supone la entrega del Premio Lorca, que recogerá sólo unas horas después. Sorprende por su hablar pausado y reflexivo, como si el tiempo se interrumpiese para hilar un discurso.

-La antología de la colección Granada Literaria que acompaña al premio cuenta con un prólogo de Erika Martínez. ¿Qué le ha parecido la selección de poemas?

-En noviembre, cuando me llamó el alcalde de Granada para anunciarme el premio, me comunicaron que se haría una antología. Sabía que el libro iba a salir pero por una serie de circunstancias fortuitas (por un problema informático) su contenido, el título y su índice los descubrí la noche que llegué a Granada. Pero da igual, porque la selección me parece perfectamente adecuada y correcta, y lo mismo el prólogo.

-Aunque empezó a hacerlo usted, luego otros muchos, como Justo Navarro, han traducido sus textos. ¿Qué sucedió?

-He publicado libros en español, en italiano, en catalán y hasta un poema en francés. Hay algunos poemas traducidos por mí, aunque yo sólo hacía traducciones filológicas, que las puede hacer cualquiera y a veces se convertían casi en un auxilio para leer el original. Pero a partir de un cierto momento dejé de hacerlas. De todas formas, yo nunca intenté realizar traducciones poéticas, o poemas en español con su métrica y su ritmo.

-Cuando otros las hacen, ¿alguna vez se ha enfadado o, al revés, ha sentido que hasta han mejorado algún aspecto de un poema?

-En la mayoría de los casos son poemas de los traductores tanto como míos. No digo más, sino tanto como míos. Por otra parte, yo no soy un gran relector de mis propios poemas.

-¿Qué le lleva a decantarse por una u otra lengua?

-Esa pregunta es interesante pero no tengo una respuesta muy concreta. Más o menos, y esquematizándolo un poco, lo primero de todo surge un ritmo que es anterior a las palabras, y luego vienen las palabras en uno u otro idioma.

-Su último libro, Las llamas, contienen un epílogo de Aurora Egido. ¿Prefiere la fórmula del epílogo en vez del prólogo y que el comentario sea posterior a sus poemas?

-Aunque el epílogo es algo muy común, en este caso es muy insólito. Está escrito casi como mis poemas porque, si bien Aurora Egido escribe prosa universitaria con finalidades de investigación, aquí va por otro camino. No hay ni una sola nota, por ejemplo, y emplea una estructura paralela a los poemas. No hace el típico estudio académico sino que es algo más creativo. No es un epílogo habitual.

-Este poemario, con textos de 2016 y 2017, trata el paso del tiempo, la vecindad de la muerte, el amor y la propia palabra poética. ¿Es un poemario de madurez?

-He escrito sobre estos temas incluso en etapas muy juveniles porque son asuntos muy propios de la poesía, que tiene una conexión extraordinaria con el tiempo. Hay dos clases de artes: las que trabajan con el tiempo, como la música, la poesía, hasta cierto punto el ballet o el teatro, y sobre todo el cine; y otras que trabajan con el espacio, como la escultura, la pintura y la arquitectura.

-Tanto le preocupa a usted el paso del tiempo que llegó a afirmar que "el tema esencial de la poesía es el instante". ¿Todo se reduce a fijar el instante cuando ya ha pasado?

-Sí, fijarlo y descomponerlo. Sobre esto he leído hace poco una carta muy aguda de Unamuno en la que decía que Proust era el escritor más triste y más solitario del mundo porque se propone analizar el instante, pero como trabaja él mismo inscrito en el tiempo, no puede llevarlo a cabo completamente. En poesía es más factible detener y descomponer el instante. Además, la poesía también tiene más fácil usar las palabras de forma no utilitaria, tratarlas como se trata el color en pintura o el sonido en música. Esta es la causa de que la poesía, al menos la moderna, sea a veces difícil de entender.

-En este libro, a diferencia del anterior, No en mis días, no hay guiño alguno a la actualidad política. ¿Por qué? ¿Le ha llegado a aburrir?

-Eso tiene dos explicaciones muy banales y tópicas. Por un lado, la ajena al texto: y es que en el periodo concreto en el que escribo estos poemas, entre noviembre de 2016 y marzo de 2017, no ocurrieron grandes cosas que llamaran mi atención sobre la actualidad política, porque las cosas ocurrieron antes y después. Y por otro lado, si hubiese ocurrido en ese periodo, no sé lo que habría hecho pero es evidente que su lugar no puede estar en un libro que trata del amor, la muerte y el paso del tiempo.

-Cuando uno llega a una cierta edad y se tiene un currículum de galardones como el suyo, ¿siguen haciendo la misma ilusión los premios o se piensa ya eso de "que la glorias de este mundo llaman con luz para pagar con humo"?

-Miguel Delibes, cuando recibió el Premio Nacional de Narrativa, dijo que a su edad le hacía más ilusión haber escrito la novela del año a que le reconocieran por haber escrito muchas novelas buenas. Pero esto depende, a mí me interesan más los premios destinados a una trayectoria que a una obra concreta, aunque para eso haya gustos.

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