Granada

El primer periodista de Granada

  • El humanista Pedro Mártir de Anglería, enviado especial a la Guerra de Granada · Corresponsal en 1489 en la Toma de Baza el 4 de diciembre · Está enterrado en la Iglesia del SagrarioEl humanista, que no escatima en el piropo pero mezclándolo frecuentemente con el sarcasmo, acompañó a los Reyes Católicos como cronista y fue testigo de la entrega de las llaves de la Alhambra

Fue el Conde de Tendilla el que se trajo de Italia al humanista milanés Pedro Mártir de Anglería como maestro y preceptor de los hijos de los nobles y con él se asoman a España los aires del Renacimiento italiano.

Pedro Mártir de Anglería o Anghiera, villa cercana a Milán, abrió las puertas de Granada a las docenas de extranjeros que se sintieron atraídos por la recién conquistada capital del Reino Nazarita.

El de Anglería recogió en su Opus Epistolarum, un diario epistolar compuesto por más de 800 cartas, suficientes datos y noticias de primera mano, de fuentes generalmente bien informadas, acontecimientos relacionados con la Corte de los Reyes Católicos y sus círculos más cercanos. Es una fuente documental valiosísima, porque, aunque no está escrita en un latín demasiado elegante, se tradujo y es hoy un importante testimonio histórico, según lo certificó el propio consejero y cronista del rey Fernando, Lorenzo Galíndez de Carvajal, que calificó las cartas como "obra de un hombre ilustrado, recto, muy a propósito para esclarecer los sucesos de aquella época".

La fidelidad informativa de este primer "periodista" de la Granada cristiana queda acreditada en las palabras de uno de los humanistas más fidedigno de la Corte, el erudito canónigo de Toledo Juan de Vergara, que nos dejó un curioso testimonio que no desentonaría actualmente aplicado a un periodista moderno: "No conozco ninguna historia de este tiempo más puntual y apreciable; yo mismo he presenciado en muchas ocasiones la presteza con que el autor escribía las cosas en el momento que habían sucedido…".

Hemos de imaginar a Pedro Mártir con su bloc de notas en el bolsillo, presto a sacarlo en cualquier momento para preparar sus crónicas. Crónicas de noticias cortas, rápidas, elocuentes y actuales. Ágiles, irónicas y hasta divertidas, aunque con frecuentes alusiones clásicas, mitológicas y filosóficas que demuestran al mismo tiempo erudición, sencillez y frescura. Como debe ser.

Es un "periodista" sagaz que no escatima el piropo, pero que lo mezcla fácilmente con el sarcasmo hiriente. Pretende no aburrir al lector, por lo que recurre a la noticia breve y cuando necesita más espacio, remite al capítulo siguiente, a la próxima entrega, semejante a las telenovelas actuales, dejando suspendida la narración en el momento más interesante para hacer esperar al interlocutor que impaciente demandará el próximo episodio.

Recurre para ello a curiosas y apresuradas despedidas en sus cartas, como "estoy cansado", "el correo ya sale", "no quiero cansaros". O como con todo descaro le dice en la carta número 40 al Arzobispo milanés Juan Arcimboldo: "…Quiero teneros continuamente en suspenso y más bien hambriento que harto". Sólo le faltaría colocar al final de sus cartas la muletilla de "continuará".

Pedro Mártir efectivamente acompañó a los Reyes Católicos como cronista o "corresponsal de guerra" incorporándose en 1489 precisamente en la Toma de Baza ocurrida tal día como ayer, un 4 de diciembre; estuvo luego en Santa Fe, fue testigo del incendio del campamento y de la propia entrega de las llaves de la Alhambra.

Cuando el "periodista" entró en la Alhambra quedó absolutamente obnubilado. Esto escribió al Cardenal Mendoza: "…Entre todas las ciudades que he visto bajo el sol, ha de preferirse Granada…sus huertos emulan a los de las Hespérides… y por todos corre el agua".

Pedro Mártir fue el que nos dejó aquella patética crónica de la comitiva de Juana la Loca con el cadáver de su marido Felipe el Hermoso hasta Granada; más de un año anduvo el féretro de acá para allá hasta recalar en la Capilla Real y cada noche la viuda que lo abría a ver si su difunto marido seguía "bien".

Nombrado canónigo de la Catedral, hoy está cerca su osario, en la Parroquia del Sagrario.

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