Dos mujeres granadinas protagonizan hoy nuestra página, aunque en estas fechas tan señaladas no vuelven a casa para abrazar a los hijos de aquellos que un día las desenterraron de esas espectaculares tierras del altiplano granadino; un auténtico museo subterráneo de nuestro pasado prehistórico e histórico y que poco a poco va sacando a la luz del día excelentes piezas para enriquecer nuestros museos provinciales. Lástima que algunas de las mejores joyas hayan ido a parar a Madrid con lo que tendremos que conformarnos con sus copias, magníficas, pero copias muy dignas de visitar.

El Museo Paleontológico de Orce, el CIYA (Centro de Interpretación de los Yacimientos Arqueológicos) de Baza, el Museo Arqueológico de Galera, el yacimiento argárico del Castellón Alto, la necrópolis de Tútugi, etcétera, toda una amplia zona desde la Puebla de don Fadrique hasta Guadix; desde Castril y Cuevas del Campo a Orce y Venta Micena, guarda un importante capítulo de nuestro patrimonio cultural que es obligado visitar; sin olvidar el impresionante Parque Megalítico de Gorafe y la estación paleontológica del río Fardes (Fonelas).

La aparición de la Dama de Baza ocupó páginas enteras en la prensa en el verano de 1971

Dos bellas damas, tal vez diosas, que el tiempo había guardado bajo tierra y que luego fueron llevadas, seguro que contra su voluntad, lejos del pueblo que las vio nacer. ¿Violencia de género? ¿Orden de alejamiento? Anacronismos aparte. La Dama de Baza, mujer querida y venerada en el siglo IV antes de Cristo, fue exiliada de su Baza natal. Aquella dama sedente, coqueta, morena de cara y labios pintados, con su túnica azul, tocada con cofia, maquillada divinamente, con grandes pendientes, gargantilla al cuello, anillos y pulseras, aunque de piedra caliza y hecha hacía 25 siglos, se fue, se la llevaron para no volver.

Su aparición ocupó páginas enteras en la prensa allá por julio y agosto de 1971, fecha de los hallazgos en los Cerros Cepero y Santuario. Con el pretexto de una buena restauración de la bella mujer ibérica, tal vez buscando nuevo maquillaje, mascarilla de arcilla para su bonita piel, lavar, cortar y marcar, cambiar de tocado, no sé; es verdad que parecía bueno exhibirla ante el gran público y que se conociera fuera del más reducido ámbito local. A Madrid se fue en septiembre, por allí anda y nos quedamos con la 'fotocopia'. Y ya está.

La Diosa de Galera, preciosa figurilla de alabastro de unos 20 centímetros, es otra joya. Esta divinidad de origen sirio, hecha en el año 700 antes de Cristo, aparecida en 1916 en una tumba del año 450 a. C., traída en época fenicia, parece representar a las diosas madre Astarté o Afrodita que arroja por los orificios de sus pechos el liquido sagrado (¿aceite perfumado, leche, vino y miel?) que antes fue introducido por su cabeza horadada. Se trata de un vaso ritual ya que el líquido que mana de sus senos es recogido por un recipiente que la diosa sostiene y ofrece. Mujer sedente que apoya sus brazos sobre dos esfinges aladas de tradición egipcia y que debió transmitirse de padres a hijos como objeto sagrado a través de los siglos para ser luego depositada en la tumba de algún rey ibero de la antigua Tútugi (Galera) y que le sirviera de dulce acompañamiento en la otra vida. Si esto fue así, ¿por qué se la tuvieron que llevar?

Parece que el hallazgo de la pieza fue a causa de una excavación irregular; encontrada por casualidad por un tal Blas buscando los tesoros que la leyenda popular asociaba a los sueños de la niña galerina Marta, empeñada en que bajo tierra había un tesoro. La figura fue luego vendida por 175 pesetas y donada después al Museo Arqueológico Nacional. Todo legal, es verdad; pero ahora que están de moda las devoluciones patrimoniales, pidamos que vuelvan nuestras damas a Baza y a Galera; que vuelvan a casa, aunque sea por Navidad.